martes, 28 de enero de 2014

El Síndrome de la Arrogancia.



Estimados lectores antes de proseguir con este artículo me gustaría puntualizar tres cosas. Primero, que estoy convencida de que sí existen buenos políticos, y algunas pruebas tenemos de ello. Pero a los que se comportan con humanidad, empatía y nobleza. A los más preparados y cualificados, sus partidos les utilizan como simples lacayos. Quizás por orgullo, un ego sin límites y porque no quieren que nada cambie, ni les conviene ni les interesa permitirles que asciendan a primera línea. Segundo, que cada vez tengo más claro que PP y PSOE o PSOE y PP, con algunos matices, son prácticamente lo mismo. Por mucho que despotriquen unos hacia otros, han pactado un juego muy beneficioso y gratificante para ambos, la alternancia. Y así pretenden seguir por los siglos de los siglos.Tercero, que cuando yo utilizo el concepto de trastorno o enfermo mental, no lo hago como insulto o algo despectivo, lo entiendo como una alteración del proceso cognitivo, del razonamiento, comportamiento y de la facultad de reconocer la realidad. Una enfermedad que con el debido tratamiento, puede permitir al afectado vivir muy dignamente.
Dicho esto arrancamos.
Hace unos días leí un artículo que por su titular reconozco que me atrajo al instante, y me impactó ¿Nos gobiernan enfermos mentales?
El político británico y psiquiatra David Owen, que fue ministro de Sanidad y de Asuntos Exteriores, afirma que sí. Y sinceramente, después de indagar y leer algunas de sus publicaciones, me parece que algo de razón lleva. Porque lo que está sucediendo en nuestro país y en el mundo, no tiene una explicación coherente ni razonable. Resulta inexplicable.
El trastorno o enfermedad mental que Owen denomina el “Síndrome de la Arrogancia” la padecen, en su opinión, la mayoría de los líderes políticos mundiales. “No están capacitados para gobernar y están poniendo en grave riesgo a los países que controlan. Se sienten eufóricos, no tienen escrúpulos, no son conscientes de sus carencias, equivocaciones y fracasos. No les afecta el rechazo masivo de los ciudadanos. Su alienación es de tal envergadura que cometen un error tras otro, porque la capacidad de análisis no les funciona. Sus decisiones y medidas son producto del desequilibrio, la soberbia y la confusión extrema”.
El "Síndrome de la Arrogancia" que David Owen define y reclama sea incluido, con un número propio, en el Código Internacional de Enfermedades (CIE) se caracteriza además por lo siguiente: “se trata de un mal que aliena, atonta y aleja de la realidad a los mandatarios. A algunos políticos el poder les hace perder la cabeza y por consiguiente la noción de la realidad. Si esos políticos estuvieran en su sano juicio, dimitirían inmediatamente, ante la evidente incapacidad para gobernar a un pueblo de hombres y mujeres libres. Deberían comprender (pero la enfermedad les impide asumirlo) que, sin el apoyo de los ciudadanos, que son los soberanos en democracia, un gobernante rechazado equivale a un tirano”.
Con tantas mentiras, fracasos, injusticias, corrupción, comportamiento malicioso y manipulador. Ausencia de culpa o de cualquier tipo de remordimiento, falta de empatía, insensibilidad, engaño tras engaño al final no nos dejarán más remedio que admitir que, efectivamente estamos siendo gobernados por una gran cantidad de locos y delincuentes.
Y qué podemos hacer mientras observamos los estragos de la crisis. Qué les decimos a los millones de desempleados, a los pobres que llenan las calles de España, a los jóvenes que tienen que abandonar el país dónde se han formado, a los padres que han invertido, en muchos casos, el dinero que  no tenían buscando un mejor futuro para sus hijos. Dándoles educación, cultura, formación, especialización y herramientas de las que ellos no pudieron disfrutar. ¿Dejamos que toda esta gente, por tanto sufrimiento y penuria, acabe desarrollando también trastornos mentales? Porque las consultas en psiquiatría, les aseguro, aumentan día a día.

viernes, 17 de enero de 2014

Lucía, una valencianita de 12 años, necesita ayuda. Urgente.


Decenas de palabras me dicta el corazón. La mente clasifica, selecciona y ordena. 
El reto consiste en contar lo esencial en poco espacio, con la única intención de llegar a muchos. Sobre todo a los que tienen la capacidad económica y política, para ayudar a una personita que está viviendo algo, que ni ella ni otros muchos merecen.
Cuando nos hablan de las llamadas enfermedades “raras” creo que la mayoría de nosotros apenas presta atención. En el fondo imagino que nos cuesta asimilar, y hacernos una idea de lo que algo así puede suponer para toda una familia.
En mi caso, desde ahora, les aseguro que les voy a prestar mucha más atención. Porque he conocido a Lucía, una encantadora valencianita de doce años que está sufriendo mucho. Lo peor es que el tiempo corre en su contra. Y sí no se actúa rápido el tema les aseguro que pinta muy feo.
A Lucía le han diagnosticado una Distrofia Simpática. Desde hace un año y medio no puede doblar la rodilla de su pierna derecha, que está envarada y torsionada. Sufre dolores muy fuertes desde la cadera hasta la punta de los dedos del pie. No se la puede apenas tocar para intentar aliviar su sufrimiento.
Los médicos no saben por qué se produce ni cómo tratar esta enfermedad, supuestamente incurable. Un equipo de neurólogos y otros especialistas del Hospital de la Fe de Valencia, organizaron una convención médica con más de veinte profesionales, para que vieran a la pequeña. Habían leído sobre la enfermedad, pero nunca habían visto a un paciente y menos a un niño con semejante patología.
Nos ha contado Mercedes Roncero, su madre, que en uno de los hospitales donde fue tratada le administraron calmantes tan fuertes, para intentar quitarle el dolor, que llegó a sufrir alucinaciones. En otro hospital le dieron una sobredosis de Baclofeno, lo que le causó una parálisis en la vejiga urinaria además de otros efectos secundarios graves.
“Estamos desesperados. A nuestra hija le han hecho todo tipo de pruebas sin obtener resultados positivos. En estos momentos está medicada con Gabapentina, Triptizol y Baclofeno. Las cosas no van bien. Estoy muy preocupada y asustada. Porque el mal empieza a pasársele a la otra pierna. Hoy mismo el médico que la trata me ha dicho que empieza a perder los reflejos, y eso es muy mala señal”.
A Lucía la están tratando ahora en el Hospital General de Castellón.
Investigando su madre por Internet sobre esta enfermedad, consiguió contactar con una anestesista de Florida (EE.UU) llamada Evangelina. Le habló de una niña inglesa, Zoe Pearson, con la misma enfermedad que su hija.
En cinco años la enfermedad progresó y fue pasando de una pierna a otra. Después a la columna dejándola postrada en una cama sin poder moverse durante ocho años. Pero Zoe se curó con sesiones de oxígeno puro en una Cámara Hiperbárica, y con muchas horas de rehabilitación.
El doctor Manuel Salvador, Jefe de la Unidad de Terapia Hiperbárica de Castellón, en cuanto vio a Lucía no dudó en ayudarla. Le están administrando sesiones de dos horas diarias a la niña en dicha unidad. Pero necesitaría pasar muchas más horas dentro de la Cámara Hiperbárica, que comparte con otras 12 personas con infecciones y afecciones de todo tipo. Lo que supone un riesgo añadido para ella. La Seguridad Social sólo cubre un mínimo de sesiones que pronto llegarán a su fin. 
Trasladar a Lucía desde Valencia a Castellón se convierte en toda una odisea, porque cualquier roce y movimiento le causa dolor. Sufre mucho durante el viaje.
La familia de esta niña está luchando por conseguir una Cámara Hiperbárica para Valencia, que la beneficiaría a ella y a muchas otras personas.
Señala Mercedes Roncero, la  mama de Lucía, que hace un par de meses “un intenso dolor afectó a mi hija desde el sacro hasta el cuello, y quedó enrollada como una ancianita. Me llamaba de madrugada porque sentía frío, y no era capaz de cubrirse ella misma con el edredón”.
Pues ya conocen a Lucía. Muchos detalles quedaron por contar.
Les aseguro que para Mercedes Roncero, fue muy duro y difícil tomar la decisión de compartir, y hacer público lo que le estaba sucediendo a su hija.
Sí alguien, de una u otra forma, puede ayudarles háganlo.
Pero, por favor, no tarden mucho tiempo en decidirse.
 


jueves, 9 de enero de 2014

Realidad e indiferencia




¿Por qué escribes de cosas malas? Me recriminó hace unos días mi sobrina. “Mi mamá, a veces, cuando lee tu blog se pone triste. Y yo no quiero verla así”.
Como explicarle a una niña que es necesario e importante escribir, denunciar y divulgar especialmente, aquellos temas duros e injustos que algunos intentan disimular y ocultar. Que tremendo tener que contarle que en España, por exagerado o increíble que pueda parecernos, porque cuesta asumirlo y digerirlo, hay niños buscando comida en las papeleras de sus colegios porque no cenaron o desayunaron. Y maestros llevando alimentos a clase para llenarles un poco el estómago. Niños que no se asean lo suficiente porque carecen de agua caliente en sus hogares. Hogares donde hace tanto o más frío que en la mismísima calle. Colegios en los que además de libros y material escolar, falta ya hasta el papel higiénico, que se les pide a los padres.
No sé sí conseguí hacerla entender, que no escribo para hacer meditar y sufrir a su madre. Que lo que me gustaría es poder llegar al corazón, sí todavía lo tienen, revolverle las entrañas y estrujarles el alma a las personas poderosas. A los dueños y señores de este país que podrían hacer que la vida fuera más fácil, equilibrada y  justa para todos. Y sin embargo son incapaces de pensar, sólo un poco, en los demás. Nada ni nadie altera o perturba su sueño. Porque sus ansías de dinero y de poder, su codicia e indiferencia, sin límites, mató y sepultó hace tiempo su humanidad. Al parecer no lo hago muy bien, le dije a mi sobrina, porque sólo logro emocionar a algunas personas sencillas y humildes. Buena gente, con grandes y sólidos valores, pero con limitada capacidad para poner del revés y reorganizar este país de una vez por todas. Complicado acceder a los resortes del poder, pero que nadie olvide que la unión hace la fuerza.
Como me gustaría que, con palabras, acciones y gestos pacíficos, fuéramos capaces de romper la coraza, y desarmar de egoísmo, vanidad, envidia, codicia, hipocresía e indiferencia, y pongan ustedes el orden que más les plazca porque no se altera el producto, a nuestros banqueros, políticos, empresarios, sindicatos. A los dueños y señores del país, convirtiéndoles de nuevo en seres humanos. Pero qué tipo de sangre y de entrañas tienen, consintiendo que sus ciudadanos, que su gente, se hundan cada día un poco más en un pozo sin fondo. Como es posible que la miseria y la desesperación de muchos les generen a ellos beneficios.
Cómo provocar un poco de sensatez y honestidad en ellos. No lástima, ni piedad, ni caridad, sino buenos y auténticos sentimientos. Estos personajes viven en otro mundo. Ni oyen, ni escuchan, ni ven, ni miran a la gente. Ni sienten ni padecen por ellos. ¿A qué esperan? A que la gente pierda la cabeza y empiece a hacer locuras. A que llegue una epidemia, como en la Edad Media, y se lleve por delante a los más enfermos y débiles. A que todo el que pueda salga del país buscando mejores condiciones… Con sus declaraciones y acciones nos están demostrando, que no les importa que España acabe ingresando en la categoría de países de tercera fila.
Podían probar este fin de semana una nueva experiencia. Desconectar la calefacción. Ducharse con agua fría. Sustituir el croissant de la mañana por un trozo de pan de hace dos días. Irse a la cama sin cenar. Pasar el día con un caldito ligero de arroz, patatas o legumbres, leche y yogures caducados y algo de fruta o verdura excesivamente madura… Serían capaces de hacerse una ligera idea de las condiciones de vida que soportan ya miles de seres humanos en España.