jueves, 16 de julio de 2015

Marco, un milagro acontecido en julio.


A la mayoría de nosotros cuando vemos a un bebe se nos dibuja una sonrisa en el rostro. Sentimos ternura y cariño hacia él. Incapaces seríamos de causarle cualquier daño. Si rompiera a llorar seguro que haríamos lo posible por consolarle. Sin embargo hay personas, a las que yo más bien no definiría así, que no dudarían en deshacerse de él de la forma más salvaje, rastrera, cobarde e inhumana posible.
Marco, con muy poquitos días de vida, volvió a nacer el 15 de julio en Mejorada, Madrid. Alguien le arrojó a un contenedor de basura, de los que están incrustados en el suelo. Le debe la vida a un vecino que paseaba a su perro, y a dos agentes de la Guardia Civil que le rescataron tras escuchar su llanto. Seguro que la pareja que le adopte en breve le va a querer con locura. Y cuidarán de él como todo niño se merece.
Menos suerte tuvo otro bebe también muy chiquitín, de 28 días de vida, que ingresó el 5 de julio en estado muy grave, por presunto maltrato, en el Hospital de Vall d'Hebron de Barcelona. Murió días después, el 9 de julio. Los Mossos han imputado un delito de homicidio a los padres, de 20 años y nacionalidad española.

Que los primeros días, meses y años de un bebe puedan resultar agotadores, desconcertantes y desquiciantes no me lo tienen que contar porque lo he vivido. Mi hija apenas comía, vivía prácticamente del aire. Y mi hijo apenas dormía, lloraba a pleno pulmón a todas horas. Pero nunca me plantee maltratarles. Al revés, sufrí mucho pensando que aquella situación podía generarles alguna carencia o secuela. Afortunadamente crecieron sanos y felices. Y yo superé la terrible sensación de estar fallándoles o equivocándome en algo, de no ser tan buena madre como pretendía.

Cuando surge una historia de estas características, me sorprende muchísimo que a estas alturas las mujeres y los hombres no sepan que si no quieren o pueden hacerse cargo de una criatura, no cometen ninguna infracción ni pecado dándolo en adopción. El delito, la negligencia, lo criticable y juzgable, el ser mala persona ¡auténticas bestias! sin pretender insultar al reino animal, es justo todo lo contrario, decantarse por el abandono y el maltrato.

Hoy en día ninguna mujer tendría que ocultar un embarazo no deseado. Nadie tiene que parir a escondidas en su casa poniendo en peligro su vida y la de su hijo. Y mucho menos dejar morir y deshacerse del fruto de ese vientre. Puede y debe acudir a un hospital, sin miedos ni remordimientos. La ley le otorga un periodo de tiempo, para que se replantee la decisión de renunciar a sus derechos como madre. Y si el niño ya tiene unos años de vida igualmente puede ceder su custodia voluntariamente.

Quizás habría que educar más y mejor en este aspecto, y por qué no colocar carteles que adviertan: "No deje morir, maltrate o abandone a su hijo si no lo quiere. Delo en adopción. Decenas de parejas, a las que la naturaleza les ha negado el regalo de ser padres biológicos, le estarán eternamente agradecidos".
Tampoco estaría de más formarse, prepararse y concienciarse mucho y bien en esto de ser padres antes de decidirse por un embarazo. Nos han inculcado sobre todo a las mujeres, que para realizarnos estar completas y ser felices debemos procrear. Pero no es así. Cada mujer es un mundo y tiene derecho a decidir si quiere o no vivir esta aventura. Una aventura que tampoco conviene idealizar, que no siempre resulta tan perfecta como uno desearía o se había imaginado. Métodos existen de sobra, algunos definitivos, para evitar engendrar a un hijo no deseado o querido. Y si fallan siempre les quedará el recurso de dar en adopción a una criatura que no ha elegido venir a este mundo a fastidiarle ni complicarle la vida a nadie.