domingo, 31 de marzo de 2013
domingo, 17 de marzo de 2013
¿Todo es difundible?
No conozco a
Alejandra Sandoval. En mi opinión se merece y me apetece mucho lanzarle un ¡ole
y olé! a esta salmantina, que denunció unas ilustraciones en Facebook que
explicaban cómo matar a una persona mediante lapidación. Una práctica de
ejecución, que consiste en arrojar piedras a un ser humano hasta provocarle la
muerte. La
condena de lapidación, que se impone tanto a hombres como a mujeres por
adulterio, pero que se ensaña más con las segundas, se sospecha que se sigue
aplicando, con gran secretismo, en países como Irán, Pakistán, Sudán, Yemen y
los Emiratos Árabes Unidos y en 12 Estados de mayoría musulmana del norte de
Nigeria.
Defiendo,
promuevo y hago uso de las redes sociales. Pero me ha causado bastante
desconcierto que Facebook se negará durante 21 días a retirar estas
ilustraciones al “no contravenir” sus normas sobre violencia gráfica, y pese a
haber recibido otras denuncias de varios usuarios. Cuando finalmente deciden eliminar
estas viñetas, lo hacen argumentando que “infringen sus normas de propiedad
intelectual” ya que provenían de un reportaje sobre ejecuciones en Irán,
publicado en un diario canadiense.
Es decir,
ahora resulta que es más grave, problemático y denunciable llevar a cabo un
copyright, que mostrar y difundir un gráfico dónde, paso a paso, se explica e
incita a provocarle la muerte a una persona de una manera tan cruel y
espantosa.
Y yo me
pregunto ¿Estamos locos, o qué?
¿Todo es
válido? ¿Se puede difundir en medios de comunicación y redes sociales cualquier
cosa? Intento evitar echarle más leña al
fuego y no dar ideas, pero bajo estas premisas también se podrían publicar
cuestiones como por ejemplo: cómo maltratar físicamente sin dejar marcas, las
artimañas y trucos que usan las anoréxicas para no ingerir alimentos, como
provocar y llevar a cabo un aborto en el mismo domicilio, o una guía práctica
para cometer violaciones y abusos sexuales sin dejar huellas.
Hemos
llegado a un punto que con tal de evitar que nos tachen de moralistas, censores
o racistas aquí cada uno campa a sus
anchas. Libertad de expresión siempre. Sin la más mínima duda posible. Pero
de algún modo habrá que establecer una línea entre lo que conviene o no
difundir.
Nos estamos inmunizando ante el dolor ajeno.
Deshumanizándonos un poco más.
Y no, no deberíamos acostumbrarnos a esto
porque detrás de esas viñetas, de lo que representan, de cada hecho dramático
hay un ser humano.
miércoles, 6 de marzo de 2013
Mujer y Trabajo
Hoy 8 de marzo celebramos el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Recordando
a las mujeres que murieron en una fábrica textil en Nueva York en 1908, por
declararse en huelga para intentar mejorar sus condiciones laborales. Seguro
que volveremos a oír términos como conciliación
familiar y flexibilidad laboral. Palabras
que a mí, lamentablemente, me siguen sonando a algo idílico y lejano. Que me
exasperan, lo mismo que cuando escucho que “es más importante la calidad, que
la cantidad de tiempo que se comparte con los hijos”. Aburrida estoy también de
oír que hay que potenciar las guarderías, aproximarlas a los lugares de
trabajo. Está muy bien sí, por supuesto, pero que pasa con los niños de 3, 5,
10 años. Ya son autosuficientes. Les damos la llave de casa. Les inscribimos en
un montón de actividades extraescolares dejándoles sin tiempo para jugar.
No
me importa si me tachan de feminista o inconformista por expresar con
sinceridad lo que pienso. Aunque hemos mejorado y mucho, nos queda bastante camino
por recorrer. Porque las mujeres seguimos teniendo más difícil que los hombres poder
triunfar en el mundo laboral, y alcanzar los niveles más elevados en gestión y
dirección.
No
pretendo iniciar una batalla contra los hombres. No se trata de eso. Estamos
predestinados o condenados a entendernos, somos complementarios.
Pero
las cosas claras. Vivimos en un mundo que sigue siendo muy machista. Ni desde
las administraciones públicas, ni desde el empresariado privado, ni desde las
relaciones de pareja se nos apoya, valora, impulsa y compensa como debiera. Como
merecemos.
Respeto
y admiro a toda mujer. Nunca juzgaré o criticaré a la que decide centrarse en
su carrera profesional optando por renunciar a su maternidad. Ni a la que elige
todo lo contrario, dar prioridad absoluta a sus hijos y no trabajar fuera de
casa. Pero cuidado con entregarse en
cuerpo y alma a los hijos. Cuando llegue el momento y como debe de ser volarán del nido. Tampoco juzgo, quizás al
grupo más numeroso. A las que no quieren renunciar ni a lo uno ni a lo otro. Y
pelean por buscar un equilibrio entre su realidad familiar y profesional.
Opción
está última complicada y agotadora. Porque o tiras de talonario invirtiendo
gran parte de lo que ganas en niñeras, o esclavizas a las abuelas, o la vida se
convierte en una carrera continua y extenuante.
Se
pongan como se pongan los caballeros, salvo alguna excepción que seguro existe,
la mayor parte del trabajo y responsabilidad que se genera en el hogar, y con
los hijos se lo sigue cargando la mujer. Claro que ayudan y se implican cada
vez más los hombres, pero se siguen quedando cortos.
Esto
es así y de momento mucho me temo que no va a cambiar. O te pasas el día discutiendo, que no compensa, o al
final no queda otra que asumir que la mayor parte del trabajo de casa te toca a
tí y punto.
Qué razón llevan
los que opinan que los extremos nunca son buenos. Y lo sé por experiencia. He
vivido ambas situaciones. Trabajar en empresa privada, mañana y tarde tirando
de niñeras. Perdiendo tiempo y momentos irrecuperables. Y abandonándolo todo
quedándome en casa para cuidar de mis hijos. Ni lo uno ni lo otro les
recomiendo. Pero la opción de media jornada o reducción de la misma, hoy por
hoy en nuestro país, económicamente no conviene.
Se han preguntado
alguna vez, por qué los hombres no tienen problema cuando hay que salir del
trabajo dos horas más tarde, o acudir a viajes de negocios, o seguir trabajando
desde casa, o ampliando su formación para optar a mejores puestos… Muy sencillo.
Porque tienen a una mujer a su lado que asume todo lo que ellos no harán.
Soy optimista y
positiva, y necesito pensar que sí existe una posibilidad de cambiar el modelo
que tenemos de sociedad educando bien a nuestros hijos.
Para que sean
independientes económicamente y en todos los sentidos. Para que siempre puedan
elegir y decidir por sí mismos, y sí se equivocan rectificar. Para que ellos y
ellas se apoyen, se complementen. Que
se vean y traten como iguales.
Y por favor seamos
serios, para conmemorar el Día Internacional de la Mujer Trabajadora organicen
mesas redondas, coloquios, debates dónde se puedan aportar ideas, experiencias,
buscar soluciones para cambiar, para mejorar el mundo en el que vivimos. Si no
para nosotros mismos sí para las próximas generaciones. Esto no quita que ese
día se organicen también comidas, talleres y otras actividades lúdicas.