domingo, 7 de octubre de 2018

Comunícate bien y vive mejor




En más de una ocasión he escuchado o leído que “nuestro lenguaje determina la manera en que abordamos la vida. Tu lenguaje me habla de ti, me dice de ti. El lenguaje es, en esencia, intercambio de energía y tiempo”.
Parece que está demostrado que escoger bien las palabras que nos decimos a nosotros mismos y a los otros nos puede ayudar a enfrentar nuestros miedos, a fortalecernos, motivarnos, animarnos, dar aliento a los demás y buscar soluciones positivas en los momentos difíciles.  Asistir el jueves 4 de octubre a la conferencia “Comunícate bien y vive mejor” organizada por Voades, Voces Amigas de Esperanza, e impartida por la psicóloga Noelia Rubio Rubio me vino bien. Porque la teoría la conocemos, pero ponerla en práctica ya es otra cosa.  Comparto unas pinceladas de lo que se dijo.

“Existe gran diferencia entre las personas que se comunican positivamente y las que no. La primera opción ayuda a vivir más y mejor. Está científicamente demostrado”.

En 1986 David Snowdon, doctor en Epidemiología y profesor de Neurología en la Universidad de Kentucky, inició un estudio de más de 15 años sobre la enfermedad de Alzheimer. Llamó al proyecto “El estudio de las monjas” porque se centró en un grupo de 678 monjas católicas, de edades comprendidas entre 75 y 102 años, ubicadas en distintos conventos de las Hermanas de Notre Dame, en Estados Unidos. Todas ellas accedieron a realizarse exámenes físicos y mentales cada año y se comprometieron a donar sus cerebros a la ciencia al morir. Se obtuvieron valiosos resultados, entre ellos, que cuando la mente se mantiene activa, ocupada, aprendiendo, la salud y el tamaño de la conectividad de las neuronas aumenta. Las monjas que en sus autobiografías, escritas cuando entraron al convento, habían expresado un mayor número de emociones positivas tuvieron una vida hasta 10 años más larga que el resto”.

“Las palabras que pronunciamos y escuchamos tienen más importancia y repercusión de lo que imaginamos, tienen mucho poder. Aprende a expresar qué piensas, sientes, deseas, de forma clara, sin dañar a los demás. La base de muchos problemas y sufrimiento radica en un fallo de comunicación”.

“Todo ser humano necesita afecto, cuidado y protección, y valoración. Cuando estas necesidades básicas no están cubiertas surgen los problemas. El hombre tiende más a dar protección, la mujer cuidado. Lo de valorar, reconocer a los demás, es un bien bastante escaso”.

“El tacto, el contacto, las caricias, ser tocado, es decisivo para el equilibrio emocional. El doctor y científico austriaco René Spitz en un estudio comparó a dos grupos de niños, unos criados en orfanatos y otros atendidos por sus madres en prisión. Los resultados del estudio arrojaron datos sorprendentes. El 37% de los niños criados sin madre murieron. No se registró ninguna muerte entre los bebés en prisión, criados por sus madres. Estos además crecieron más rápido y mostraron mejores resultados en diversas pruebas de salud. Todos, niños y adultos, necesitamos afecto físico y emocional”.

“Tomemos conciencia de nuestro lenguaje. Qué palabras positivas uso conmigo mismo y con los demás. Antes de hablar párate unos segundos, piensa qué vas a decir. Aprendamos a ser más generosos a la hora de transmitir lo positivo porque lo negativo sale muy rápido”. 

“Agradecer, dar las gracias, algo que practicamos muy poco incluso con los niños, es maravilloso. Porque significa que valoras, que reconoces al otro y eso provoca ganas de seguir haciendo bien las cosas”.

“Y qué decir de la sonrisa, os habéis fijado que la estamos perdiendo, que somos muy serios. Por qué no sonreímos más. Pensamos que así mostramos ser más responsables o inteligentes. La sonrisa tiene un efecto directo en nuestro estado de ánimo. Nos acerca al otro, nos predispone. No seamos tan serios y menos con los niños. Ríete con ellos, a carcajadas”. 

“Evitemos la formulación negativa, nos sale con una facilidad increíble. El ‘no’ genera tensión, agresividad, malestar. También usamos demasiado el ‘deber’ y ‘estar’. Nos pesa, nos limita, nos paraliza.  Cámbialo por ‘puedo’ y/o ‘quiero’. Esto nos anima, nos motiva. Párate a pensar qué palabras usas con los niños, los adolescentes, con quienes tienes alrededor. Toma conciencia y cambia”.

“En la relaciones de pareja pretendemos muchas veces que el otro adivine qué nos pasa, qué queremos. Y los rodeos que damos en ocasiones para proponer, plantear o pedir algo con lo fácil que es hablar claro. Sé más directo, di lo que piensas”. 

“Luis Castellanos, doctor en Filosofía e investigador, a través de encefalogramas comprobó que el 100% de las palabras positivas pronunciadas por un ordenador generaban una alta activación cerebral, frente a otras negativas o neutras. Entrenar el lenguaje para usar palabras con clara carga positiva tiene un impacto directo en la salud, el bienestar y en las relaciones interpersonales”. 

“Cada uno de nosotros tiene que descubrir qué palabras mágicas le activan. Pide a los que tienes al lado que las usen. Dítelas a ti mismo. Yo puedo, adelante, es posible, me va a ir bien…Muchos deportistas de élite reciben entrenamiento mental. Se ejercita al cerebro para ampliar los límites del rendimiento”. 

“Dite cosas bonitas aunque al principio no te las creas. Antes de irte a dormir piensa en algo bonito y si lo compartes mucho mejor. Tenemos mucho por lo que dar las gracias. Al levantarte ten un pensamiento positivo. Aprende a identificar las cosas bellas que tiene tu vida, no esperes a que otro te las muestre. Toma conciencia y cambia porque los beneficios son incalculables”.


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