Cuanto más leo,
investigo y asisto a charlas sobre nutrición, alimentación y vida saludable impartidas
en nuestra localidad por ponentes formados en la materia como el taller
celebrado en febrero por Sergio Polo Marco, licenciado en Farmacia y
Nutrición, o las charlas que tuvieron
lugar en 2018 a cargo de Esther García-Serna, dietista-nutricionista, en el mes
de noviembre, y de Ana Carpena Ortuño, neuropsicóloga, en el mes de abril, promovidas
respectivamente por la Asociación de Yecla de Afectados de Cáncer, la
Asociación para los Trastornos de la Conducta Alimentaria Yecla y la Asociación
para las Personas con Trastorno del Espectro Autista, siempre acabo
cuestionándome lo mismo.
¿Cómo es posible
que en muchos edificios de entidades y organismos públicos, entre ellos los propios hospitales, pongan a nuestra
disposición máquinas expendedoras con todo tipo de productos insanos?
Resulta
paradójico, desconcertante y todo un despropósito que por un lado nos inciten a
seguir una dieta saludable, y por otro nos ofrezcan barra libre de grasas
saturadas, azúcares, edulcorantes, sales, almidones, glutamato etc. Porque ha
quedado holgadamente demostrado científicamente que los pseudoalimentos (todo
aquello que tiene forma de comida, huele y sabe a comida, incluso a veces
mejor, sacia, pero no nutre) guardan una estrecha relación con trastornos y problemas
de intolerancias, alergias, obesidad, diabetes, enfermedades cardiovasculares,
cáncer...
Sin
pretender fomentar bulos, complots, ni paranoias, a veces resulta inevitable
pensar que igual no van muy descaminados los que mantienen que existe una perfecta
simbiosis entre la industria alimentaria, que genera enfermedades, y la
industria farmacéutica, que produce medicamentos para atacar los síntomas de
dichas enfermedades pero no la causa. Tanto unos como otros se enriquecen
manipulando nuestra salud. Les interesa mantenernos vivos, porque los muertos
no consumen ni comida, ni medicamentos.
Por
nadie pongo la mano en el fuego pero no sé si saben que el británico Richard J.
Roberts, Premio Nobel de Medicina de 1993, denunció a las grandes farmacéuticas
por anteponer sus beneficios económicos a la salud de las personas. El mantiene
que “se apoya más la producción de medicamentos cronificadores consumidos de
forma serializada, que los que sí serían capaces de curar completamente las
enfermedades. En nuestro sistema, los políticos son meros empleados de los
grandes capitales, que invierten lo necesario para que salgan elegidos sus
chicos, y si no salen, compran a los que son elegidos”.
Está
claro que ganar una batalla contra titanes resulta imposible, pero como
consumidores y ciudadanos tenemos mucha más fuerza de lo que imaginamos.
Podemos
elegir libremente qué nos conviene o no comer. Pero para eso antes debemos
ampliar nuestros conocimientos sobre nutrición. En adelante deberíamos prestarles
mucha más atención a los profesionales como los que he nombrado al inicio del
artículo.
Se
imaginan qué sucedería si todos dejáramos de consumir ciertos productos. Probablemente
les desmotaríamos su perfecta simbiosis, o al menos les obligaríamos a reducir
azúcares y otros componentes que a la larga nos aportan más malo que bueno.
Que
sí, que ya sé que algunos tras leerme dirán que para cuatro días que vamos a
vivir no es preciso amargarse no pudiendo comer o beber lo que a uno le venga
en gana. Que conocen a gente que sin beber ni una gota de alcohol han padecido
problemas de páncreas, hígado. O que sin fumar en la vida y practicando
ejercicio han acabado bajo tierra bastante antes de lo previsto. Y no les falta
razón porque a veces la vida es así de ingrata, borde y retorcida, ‘penaliza’
al que menos se lo merece.
No
debería servirnos esto de excusa para evitar y reducir en lo posible todo
aquello potencialmente peligroso para nuestro bienestar físico y psíquico. Por
supuesto que podemos zamparnos un bollo, y gozar de un helado y atacar la
tableta de chocolate como si no hubiera un mañana, pero mejor hacerlo con moderación
y compensando con lo que sí nos conviene ingerir.
Les
sugiero empezar a interesarse, investigar y profundizar en el tema, se van a
sorprender. Empiecen, por ejemplo, visitando https://www.sinazucar.org/
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