lunes, 5 de marzo de 2018

“La asertividad”


El sábado asistí a un café-tertulia titulado “La asertividad”, organizado por la asociación Voces Amigas de Esperanza, Voades Yecla. La charla fue impartida por María Riquelme Navarro, psicóloga. Nos explicó que la asertividad es un comportamiento que se puede aprender y mejorar. Es una forma consciente de comunicar sentimientos sin dejarse llevar por las emociones, con autoestima y confianza en uno mismo. María Riquelme nos enseñó que la forma en que estructuremos nuestros pensamientos influirá en cómo vemos el mundo, en qué sentimos y cómo actuamos.
Os aporto una breve pincelada.

“Asertividad significa decir lo que quiero sin agredir a los demás. Defender mis intereses, opiniones y preferencias, con franqueza y honestidad, respetando a los otros. Ser capaz de decidir, y de decir no. Ser asertivo no significa llevar la razón o conseguir lo que yo quiero. Mis derechos e intereses son tan válidos como los de los demás. No soy ni inferior, ni superior”.

“Todo el mundo puede aprender a ser asertivo. Lo ideal sería que todos lo practicáramos. Aunque ser asertivo no solucionará todos tus problemas en la vida. Pero te comunicarás más efectivamente cuando lo necesites”.

¿Cómo se puede desarrollar la asertividad?
Cambiando mi forma de pensar a racional y menos irracional. Siendo consciente de como soy y actúo. Analizando cómo interpreto lo que me sucede. Porque mi realidad me hace ver y actuar de una u otra forma. Tengo que romper con mi comportamiento anterior y crear nuevas pautas.”

“Mediante la técnica de reestructuración cognitiva se pueden corregir patrones de pensamientos negativos, sustituirlos por otros más adecuados. Modificar el modo en que interpretamos nuestras experiencias, las valoraciones subjetivas que tanto malestar nos pueden provocar”.

“Hay muchas técnicas asertivas que se pueden aprender y poner en práctica. Por ejemplo, el disco rayado. Si tengo claro que es lo que quiero mantengo el mismo discurso, independientemente de las intenciones e insistencias del otro. Sin entrar en discusión, con mucha paciencia. Repito con claridad una y otra vez el mismo mensaje. Esta técnica, como su nombre indica, hace referencia a un disco rayado. Siempre suena lo mismo”.

“Otra técnica asertiva es el banco de niebla. Consiste en ceder cierto terreno, asumiendo que se está de acuerdo en algún punto, manteniendo la oposición en aquellos en los que no estás, sin generar un conflicto con la otra persona. Es decir, toreamos la crítica que recibimos ignorando los aspectos que nos pueden llevar a contraatacar”.

"La técnica de ignorar conviene aplicarla cuando la otra persona está muy nerviosa e irritada, al borde del insulto. Cuando es el estado emocional el que nos habla es mejor posponer, aplazar la conversación porque la situación podría empeorar”

“Solemos tener mucho miedo al conflicto, huimos. Un conflicto siempre hay que abordarlo porque si no se resuelve se enquista. Toda crisis es una oportunidad para crear algo nuevo. Las cosas hay que hablarlas, hay que sentarse, porque todo tiene solución”.

“Si te callas por evitar el conflicto, por no molestar, si eres pasivo, inhibido, si no expresas tus sentimientos, lo que realmente quieres y necesitas acabarás sintiéndote muy frustrado”.

“Desde pequeños nos han enseñado a ser sumisos. Nos han inculcado que así se consigue la aprobación y protección de los demás. No nos han reforzado el comportamiento asertivo. Cuántas veces hemos escuchado de niños frases como: los niños buenos se callan y no responden. No me repliques…Las personas sumisas obedecen, y anulan su personalidad para no entrar en conflicto con otros, para sentirse aceptados dentro de un grupo, para que no se metan con ellos. Su meta es pasar desapercibidos”.

“Hay que aprender a decirle al otro lo que no me gusta. Hacerle ver qué me provoca, qué me produce su forma de actuar y las consecuencias que eso genera. Por ejemplo, qué siento cuando me hablan a gritos. Hay que aprender a pedir lo que necesito. Y también preguntar qué te ha molestado de mí. No se puede llevar siempre la razón. Expreso mi punto de vista, y unas veces será correcto y otras equivocado”.

“Hay que saber llegar a acuerdos, saber ceder, buscar el consenso. Hay que relativizar lo que se discute, quitarle importancia. Dar más importancia siempre a la relación que a si llevo o no razón. Mucho cuidado con las acusaciones personales”.

“Antes de hacer una crítica hay que preguntarse si merece la pena. Conviene ser breve, no machacar. Una crítica siempre hay que dirigirla hacia una conducta concreta, no hacia la persona. Por ejemplo, si nuestro hijo no ha recogido hoy su cuarto no le debes decir que es un vago, un gandul. Dile qué por qué hoy se está tomando tanto tiempo para hacerlo. Hay que aceptar una parte de responsabilidad. Hay que empatizar con el otro, empezar y acabar con un tono positivo”.

¿Cómo aprender a decir no?
Dejar que el otro hable, que acabe. Empatizar, es decir, ponernos en su lugar.
Hacer comentarios positivos, usando la primera persona. Yo prefiero, he decidido… Mirar a los ojos, mostrarse firmes y relajados. Todos tenemos derecho a decir no, a peticiones poco razonables o que no nos apetezcan asumir”.

“En las relaciones laborales mi jefe, mi superior, no tiene más derechos o necesidades que yo. Ante un conflicto tengo que saber hacerme respetar, ponerme en mi sitio. El respeto se gana respetando. Se le puede decir todo a cualquier persona si se sabe decir bien. Hay que tener muy claro que el otro no es más que yo”.

“No acostumbro a definir los sentimientos como positivos o negativos. Muchas veces nos recriminan estar tristes. La tristeza para muchos es un signo de debilidad. Pues la tristeza no es mala, porque cumple una función, asumir una pérdida. Tampoco es mala la rabia o el miedo. Son necesarios para reaccionar cuando nos sentimos agredidos o amenazados. El miedo nos pone en alerta, nos protege. Sí resulta contraproducente cuando nos paraliza”. 







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