El
sábado asistí a un café-tertulia titulado “La asertividad”, organizado por la
asociación Voces Amigas de Esperanza, Voades Yecla. La charla fue impartida
por María Riquelme Navarro, psicóloga. Nos explicó que la asertividad es un
comportamiento que se puede aprender y mejorar. Es una forma consciente de
comunicar sentimientos sin dejarse llevar por las emociones, con autoestima y
confianza en uno mismo. María Riquelme nos enseñó que la forma en que estructuremos
nuestros pensamientos influirá en cómo vemos el mundo, en qué sentimos y cómo
actuamos.
Os
aporto una breve pincelada.
“Asertividad
significa decir lo que quiero sin agredir a los demás. Defender mis intereses,
opiniones y preferencias, con franqueza y honestidad, respetando a los otros. Ser
capaz de decidir, y de decir no. Ser asertivo no significa llevar la razón o
conseguir lo que yo quiero. Mis derechos e intereses son tan válidos como los
de los demás. No soy ni inferior, ni superior”.
“Todo
el mundo puede aprender a ser asertivo. Lo ideal sería que todos lo
practicáramos. Aunque ser asertivo no solucionará todos tus problemas en la
vida. Pero te comunicarás más efectivamente cuando lo necesites”.
¿Cómo
se puede desarrollar la asertividad?
Cambiando
mi forma de pensar a racional y menos irracional. Siendo consciente de como soy
y actúo. Analizando cómo interpreto lo que me sucede. Porque mi realidad me
hace ver y actuar de una u otra forma. Tengo que romper con mi comportamiento
anterior y crear nuevas pautas.”
“Mediante
la técnica de reestructuración cognitiva se pueden corregir patrones de
pensamientos negativos, sustituirlos por otros más adecuados. Modificar el modo
en que interpretamos nuestras experiencias, las valoraciones subjetivas que
tanto malestar nos pueden provocar”.
“Hay
muchas técnicas asertivas que se pueden aprender y poner en práctica. Por
ejemplo, el disco rayado. Si tengo claro que es lo que quiero mantengo el mismo
discurso, independientemente de las intenciones e insistencias del otro. Sin
entrar en discusión, con mucha paciencia. Repito con claridad una y otra vez el
mismo mensaje. Esta técnica, como su nombre indica, hace referencia a un disco
rayado. Siempre suena lo mismo”.
“Otra
técnica asertiva es el banco de niebla. Consiste en ceder cierto terreno,
asumiendo que se está de acuerdo en algún punto, manteniendo la oposición en
aquellos en los que no estás, sin generar un conflicto con la otra persona. Es
decir, toreamos la crítica que recibimos ignorando los aspectos que nos pueden
llevar a contraatacar”.
"La técnica de ignorar conviene aplicarla cuando la otra persona está muy
nerviosa e irritada, al borde del insulto. Cuando es el estado emocional el que
nos habla es mejor posponer, aplazar la conversación porque la situación podría
empeorar”
“Solemos
tener mucho miedo al conflicto, huimos. Un conflicto siempre hay que abordarlo
porque si no se resuelve se enquista. Toda crisis es una oportunidad para crear
algo nuevo. Las cosas hay que hablarlas, hay que sentarse, porque todo tiene
solución”.
“Si
te callas por evitar el conflicto, por no molestar, si eres pasivo, inhibido, si
no expresas tus sentimientos, lo que realmente quieres y necesitas acabarás
sintiéndote muy frustrado”.
“Desde
pequeños nos han enseñado a ser sumisos. Nos han inculcado que así se consigue
la aprobación y protección de los demás. No nos han reforzado el comportamiento
asertivo. Cuántas veces hemos escuchado de niños frases como: los niños buenos
se callan y no responden. No me repliques…Las personas sumisas obedecen, y
anulan su personalidad para no entrar en conflicto con otros, para sentirse
aceptados dentro de un grupo, para que no se metan con ellos. Su meta es pasar
desapercibidos”.
“Hay
que aprender a decirle al otro lo que no me gusta. Hacerle ver qué me provoca,
qué me produce su forma de actuar y las consecuencias que eso genera. Por
ejemplo, qué siento cuando me hablan a gritos. Hay que aprender a pedir lo que
necesito. Y también preguntar qué te ha molestado de mí. No se puede llevar
siempre la razón. Expreso mi punto de vista, y unas veces será correcto y otras
equivocado”.
“Hay
que saber llegar a acuerdos, saber ceder, buscar el consenso. Hay que
relativizar lo que se discute, quitarle importancia. Dar más importancia
siempre a la relación que a si llevo o no razón. Mucho cuidado con las acusaciones
personales”.
“Antes
de hacer una crítica hay que preguntarse si merece la pena. Conviene ser breve,
no machacar. Una crítica siempre hay que dirigirla hacia una conducta concreta,
no hacia la persona. Por ejemplo, si nuestro hijo no ha recogido hoy su cuarto
no le debes decir que es un vago, un gandul. Dile qué por qué hoy se está
tomando tanto tiempo para hacerlo. Hay que aceptar una parte de
responsabilidad. Hay que empatizar con el otro, empezar y acabar con un tono
positivo”.
¿Cómo
aprender a decir no?
Dejar
que el otro hable, que acabe. Empatizar, es decir, ponernos en su lugar.
Hacer
comentarios positivos, usando la primera persona. Yo prefiero, he decidido…
Mirar a los ojos, mostrarse firmes y relajados. Todos tenemos derecho a decir
no, a peticiones poco razonables o que no nos apetezcan asumir”.
“En
las relaciones laborales mi jefe, mi superior, no tiene más derechos o
necesidades que yo. Ante un conflicto tengo que saber hacerme respetar, ponerme
en mi sitio. El respeto se gana respetando. Se le puede decir todo a cualquier
persona si se sabe decir bien. Hay que tener muy claro que el otro no es más
que yo”.
“No
acostumbro a definir los sentimientos como positivos o negativos. Muchas veces
nos recriminan estar tristes. La tristeza para muchos es un signo de debilidad.
Pues la tristeza no es mala, porque cumple una función, asumir una pérdida.
Tampoco es mala la rabia o el miedo. Son necesarios para reaccionar cuando nos
sentimos agredidos o amenazados. El miedo nos pone en alerta, nos protege. Sí
resulta contraproducente cuando nos paraliza”.
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