A mediados de mayo cumpliré dos años en el departamento de archivos del hospital de la localidad donde resido. Por tener trabajo uno se debe sentir agradecido. Y muy afortunado si, además, compartes la jornada laboral con personas que te integran en su grupo, equipo, familia. Donde participas de relaciones y vivencias que superan lo estrictamente profesional.
Si a mí, una de las benjaminas del ‘rinconcito’, me ha llenado de tristeza y rabia que este maldito virus haya vencido a Javier, después de plantarle cara en la UCI durante casi 3 meses, cuánto más a mis compis que compartían con él desde hace años una relación de cariño, complicidad, intimidad, confianza, fraternidad y lealtad. Pensando en ellos, y también en su familia, me atrevo a compartir lo que pienso.
Nunca se está preparado ni nos han enseñado a afrontar la muerte, ni en el entorno personal, ni en el profesional. Recibes un bofetón de la vida que te descoloca y genera diversidad de emociones, reacciones y reflexiones. Pero por complicado e incómodo que resulte, nunca sabe uno qué decir, es necesario llorarlo, hablarlo, expresarlo y compartirlo apoyándose los unos en los otros. Y eso hicimos desde el primer momento, y haremos en adelante para asumir y adaptarnos a este vacío, a su ausencia. Le necesitábamos y le esperábamos, planeando una gran celebración una vez que se hubiera recuperado.
A Javier no le vamos a olvidar. Le vamos a tener presente cada día porque se ganó nuestro cariño, confianza y lealtad. Seguiremos expresando en voz alta y recordando momentos muy especiales, entrañables. Su experiencia, entrega y pasión por el trabajo, su voz, su sonrisa, su mirada, sus ocurrencias, bromas, sugerencias y correcciones nos seguirán acompañando y guiando.
Puede que ensalzar a la persona que ya no está entre nosotros suene a tópico, pero lo cierto es que a nuestro compañero le valoraba y apreciaba todo el personal del hospital que lo conoció y trató. Porque, además de un gran profesional, era una persona cercana, sincera, simpática, honesta, humilde, atenta, sencilla y servicial.
Dicen
que de todo lo que nos pasa, de lo bueno y de lo malo, siempre se aprende algo.
En mi caso, si hay algo de lo que me arrepiento, y me sirve de lección porque
no es la primera vez que me sucede, es de las veces que tuve la oportunidad y
no lo hice, por distintas circunstancias, de disfrutar con esta segunda familia del ámbito profesional
de más momentos de encuentro y bienestar fuera del lugar de trabajo.