Que
las personas sean solidarias, unas con otras, en los momentos que más lo necesiten
me parece elogiable y maravilloso. Que una televisión pública convierta las
desgracias en espectáculo, no me parece acertado ni ético.
Por
curiosidad e insistencia de algunos amigos, decidí ver hace unos días “Entre
todos” un nuevo programa de TVE. Un
espacio que según señalaban en su promoción “refleja los valores positivos de la sociedad. Busca potenciar y canalizar la generosidad. Un vehículo para que las personas
conecten y se ayuden. Para que los espectadores sientan la
necesidad de ayudar,
y que quienes pidan ayuda no se sientan incómodos por ello”.
Pequeña
trampa me tendió mi gente, pues de sobra sabían que su sugerencia muy
probablemente se convertiría en artículo de opinión. ¿Qué que me pareció? Pues que en este país, lamentablemente, muchos son los que
padecen una tendencia obsesiva hacia el morbo en todas sus variedades.
Me exaspera y repugna que un medio de comunicación público busque
ganar audiencia mostrando penurias, desesperación, emociones y dolor ajeno. Que poco pudor y
sensatez muestran montando este circo. Exponiendo a las personas delante de una
cámara para ver si alguien, ante su grito de socorro, reacciona y les ofrece
ayuda. Los problemas de la gente no se solucionan así, con una ayuda puntual
fomentada por la lástima, por el impacto emocional que ocasionan imágenes de
personas que atraviesan una situación dura, difícil y desesperada.
Abran los ojos los que estén encantados con este tipo de programas,
porque esto no es solidaridad. Al menos como yo la entiendo. Es un negocio, una
lucha por ganar audiencia. No es ni más ni menos que caridad, una limosna
puntual. Más telebasura al fin y al cabo.
Contéstense a lo siguiente ¿Dónde quedará tanta solidaridad si la
audiencia no se mantiene? El programa se eliminará de la parrilla y a otra
cosa.
Escuchaba
yo de niña decir a mi abuela: “Que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu
mano derecha”. Gran consejo encierra esa frase. Que conviene recordar. “Cuando
hagas una buena obra no la andes presumiendo o divulgando. Las cosas buenas que
hagas hazlas por el gusto de hacerlo, no porque
los demás te alaben. Reserva y discreción en todo momento.”
La
televisión sufragada por todos, debe concebirse como un servicio público y como
tal está capacitada para llevar a cabo una gran labor didáctica y divulgativa.
Un buen programa de televisión podría servir para motivar y despertar ideas en
mentes bloqueadas por la angustia, ofreciendo y enseñando herramientas,
recursos y habilidades para afrontar mejor las distintas situaciones. Pero
nunca sucumbiendo a la hipocresía y el morbo.