miércoles, 11 de noviembre de 2009

Poder elegir


Publicado en “Siete Días Yecla”


“Poder elegir”

Llevo mucho tiempo queriendo escribir sobre un tema. Y me apetece compartirlo. Me gustaría saber que piensan ustedes al respecto. Por muy bien que trate de explicarme es posible que alguien se espante y acabe despotricando contra mí. Bueno ya les doy un tema de conversación diferente a la crisis o a la gripe A.
¿A usted que le da miedo, pero miedo de verdad? A mí que alguno de mis hijos pudiera morir antes que yo, o que sufriera graves secuelas o incapacidades por un accidente o enfermedad. Después de esto me aterra pensar en mi propia invalidez o dependencia. Dentro de 20, 30 o 40 años, o antes si fuera preciso, saben ustedes lo que me gustaría poder elegir. Decidir si quiero seguir adelante o retirarme, cuando vaya perdiendo cualidades o capacidades. Creo que en algunos aspectos o momentos de la vida bien cierto es lo de “mejor calidad que cantidad”. Yo no quiero acabar atada a una cama, usando pañales, dependiendo de otro en lo más básico y vital. Yo quiero una vida y un final, una muerte digna. ¡Cuidado! No se equivoquen ni tergiversen o malinterpreten mis palabras, que  hay mucho bicho suelto por ahí y podría llegar a  pensar que estoy dando ideas para acabar con enfermos y ancianos.  Tampoco estoy hablando de decidir por otro. Como el conocido caso del italiano Beppino Englaro que fue incluso tachado de “asesino” tras conseguir después de 17 años  que desconectaran la hidratación artificial a su hija Eluana. Porque ella en vida había manifestado que en ciertas circunstancias preferiría que la dejaran morir.
La ciencia y la medicina han avanzado extraordinariamente y todavía lo harán más. Nuestra esperanza de vida ha aumentado considerablemente. Pero en ocasiones... ¿a costa de qué? Alguno me dirá que esto no es tan sencillo. Si empezamos con ideas religiosas, éticas, morales, ideológicas y jurídicas  ¡ya la hemos liado!
Igual que todos somos libres para decidir, por ejemplo, sí queremos o no vivir en pareja, tener un hijo o donar nuestros órganos también tendríamos que poder decidir sobre nuestro final. Una decisión única e intransferible. Nadie tendría derecho a voto, ni familia, ni médicos, ni estado, solo uno mismo. Me gustaría pensar que algún día habremos evolucionado tanto sobre esto, que llegado el momento podremos adquirir un producto o recibir la ayuda necesaria.
Creo que es bueno hablar de todo, sin miedo ni pudor. Por favor no piensen como algunos que son tan simples y cortos de mira que creen que por dar información sobre droga, sexo o aborto a los jóvenes se les incita a ello, que todos van a querer probarlo.
Si alguna vez existiera esta opción no significaría ni mucho menos  que todo el mundo tuviera que elegirla. Desde el primer momento he hablado de poder escoger. Tampoco caigan en la tentación de pensar que pretendo escaquearme o ponérmelo fácil, por lo que ya estoy asumiendo o deberé asumir. Si me he decidido a compartir esto es porque siempre, desde pequeña, lo he tenido muy claro. Igual que Eluana yo sé en qué condiciones preferiría morir a seguir viviendo.
Lo estoy viviendo y lo viví con familiares próximos. Uno se despidió muy rápido de este mundo, un infarto. Otra tras siete años en cama. Sin lugar a dudas para mí quiero lo primero y si la naturaleza no me lo concede, ese último regalo o capricho me lo daré yo.
Tantos avances, tantos derechos, tan modernos, tolerantes y abiertos que parecemos todos, pues antes o después habrá que plantearse este tipo de cosas. 
¡Ah! y no estoy deprimida, ni amargada. Puede que simplemente sea un poco rara o me adelante a mi tiempo. Aunque ya me han hecho saber que no soy la única que piensa así. Sé que existe algo a lo que acogerse, el testamento vital o documentos de voluntades anticipadas, aunque habría que hablar mucho sobre esto.


~ Delfina Marco ~