A la mayoría de nosotros
cuando vemos a un bebe se nos dibuja una sonrisa en el rostro. Sentimos ternura
y cariño hacia él. Incapaces seríamos de causarle cualquier daño. Si rompiera a
llorar seguro que haríamos lo posible por consolarle. Sin embargo hay personas,
a las que yo más bien no definiría así, que no dudarían en deshacerse de él de
la forma más salvaje, rastrera, cobarde e inhumana posible.
Marco, con muy poquitos días
de vida, volvió a nacer el 15 de julio en Mejorada, Madrid. Alguien le arrojó a
un contenedor de basura, de los que están incrustados en el suelo. Le debe la
vida a un vecino que paseaba a su perro, y a dos agentes de la Guardia Civil
que le rescataron tras escuchar su llanto. Seguro que la pareja que le adopte
en breve le va a querer con locura. Y cuidarán de él como todo niño se merece.
Menos suerte tuvo otro bebe
también muy chiquitín, de 28 días de vida, que ingresó el 5 de julio en estado
muy grave, por presunto maltrato, en el Hospital de Vall d'Hebron de Barcelona.
Murió días después, el 9 de julio. Los Mossos han imputado un delito de
homicidio a los padres, de 20 años y nacionalidad española.
Que los primeros días, meses
y años de un bebe puedan resultar agotadores, desconcertantes y desquiciantes
no me lo tienen que contar porque lo he vivido. Mi hija apenas comía, vivía prácticamente
del aire. Y mi hijo apenas dormía, lloraba a pleno pulmón a todas horas. Pero
nunca me plantee maltratarles. Al revés, sufrí mucho pensando que aquella situación
podía generarles alguna carencia o secuela. Afortunadamente crecieron sanos y
felices. Y yo superé la terrible sensación de estar fallándoles o equivocándome
en algo, de no ser tan buena madre como pretendía.
Cuando surge una historia de
estas características, me sorprende muchísimo que a estas alturas las mujeres y
los hombres no sepan que si no quieren o pueden hacerse cargo de una criatura,
no cometen ninguna infracción ni pecado dándolo en adopción. El delito, la
negligencia, lo criticable y juzgable, el ser mala persona ¡auténticas bestias!
sin pretender insultar al reino animal, es justo todo lo contrario, decantarse
por el abandono y el maltrato.
Hoy en día ninguna mujer
tendría que ocultar un embarazo no deseado. Nadie tiene que parir a escondidas
en su casa poniendo en peligro su vida y la de su hijo. Y mucho menos dejar
morir y deshacerse del fruto de ese vientre. Puede y debe acudir a un hospital,
sin miedos ni remordimientos. La ley le otorga un periodo de tiempo, para que
se replantee la decisión de renunciar a sus derechos como madre. Y si el niño
ya tiene unos años de vida igualmente puede ceder su custodia voluntariamente.
Quizás habría que educar más
y mejor en este aspecto, y por qué no colocar carteles que adviertan: "No
deje morir, maltrate o abandone a su hijo si no lo quiere. Delo en adopción.
Decenas de parejas, a las que la naturaleza les ha negado el regalo de ser
padres biológicos, le estarán eternamente agradecidos".
Tampoco estaría de más
formarse, prepararse y concienciarse mucho y bien en esto de ser padres antes
de decidirse por un embarazo. Nos han inculcado sobre todo a las mujeres, que
para realizarnos estar completas y ser felices debemos procrear. Pero no es
así. Cada mujer es un mundo y tiene derecho a decidir si quiere o no vivir esta
aventura. Una aventura que tampoco conviene idealizar, que no siempre resulta
tan perfecta como uno desearía o se había imaginado. Métodos existen de sobra,
algunos definitivos, para evitar engendrar a un hijo no deseado o querido. Y si
fallan siempre les quedará el recurso de dar en adopción a una criatura que no
ha elegido venir a este mundo a fastidiarle ni complicarle la vida a nadie.