Ayer,
viernes 14 de octubre, se celebró en Yecla la I Jornada del Día Mundial del
Duelo Perinatal. En un acto que resultó muy emotivo y sanador, se presentó un
grupo de duelo a nivel local impulsado por la joven yeclana Noelia García, y
por Jorge Serrano, matrón del Hospital Virgen del Castillo.
El
objetivo de este grupo de duelo perinatal, es ayudar a las parejas que han
perdido a su bebé durante el embarazo o en los momentos previos o posteriores
al parto a pasar por este trance, por este proceso tan duro. La intención del
grupo, comentó Noelia García, “es reunirse periódicamente para apoyarse las
unas a las otras en un proceso de sanación más que necesario. Ofrecer
acompañamiento, oídos para escuchar lo que cada una siente. Para recordar a
esos angelitos, para encontrarse, ver cómo va evolucionando nuestro duelo y
vida. También para ayudar a los hombres, a los padres, que a veces son los
grandes olvidados. Ellos también se derrumban, sufren y lloran muchas veces a
escondidas”.
Noelia
García, Carmen Algarra y Blanca Polo compartieron con nosotros cómo vivieron la
pérdida de sus bebes. La mesa redonda estuvo moderada por la presidenta de la
Asociación de Matronas de la Región de Murcia, María José Caravaca. También
intervinieron las matronas Francisca Sánchez y Noelia Puche, y el pediatra de
neonatología Joaquín García. Después, en el turno de preguntas intervino otra
mamá que también compartió su pérdida, y yo misma, la autora de este texto, que
como ellas también viví un proceso muy doloroso que compartiré al final.
Las
matronas y el pediatra nos contaron como desde el año 2011 se está produciendo
un gran cambio en la forma de entender y afrontar el duelo perinatal. “La
muerte fetal es mucho más frecuente de lo que imaginamos, pero siempre ha sido
un tema tabú. El duelo perinatal parece invisible para la sociedad porque no
hay un cuerpo al que llorar. Se suele restar importancia, es negado, reprimido,
desautorizado, se pretende que pase rápido. Pero el bebé ha existido y es
necesario visibilizarlo, porque el dolor que se produce es profundo y de larga
duración. Hay que hablar de ello, expresar y compartir lo que se siente. Por
suerte las cosas están cambiando, y ahora los profesionales sanitarios sí
contamos con formación y un protocolo adecuado para acompañar a las parejas en
este duro trance. Queda mucho por hacer, iremos mejorando”.
En la
actualidad, nos explicaron las matronas y el pediatra, “se les pregunta a los
padres qué quieren hacer, se les acompaña y ayuda. Se les permite vivir esto
como ellos necesiten. Si lo desean pueden coger al bebé, vestirlo, sostenerlo
en sus brazos, hacerse fotos, despedirse. También se elabora una caja de
recuerdo donde se puede colocar un mechón de pelo, una huella, ecografías, un
trocito del cordón umbilical etc. A veces en este momento tan tremendo y
doloroso algunos padres no quieren llevársela, pero al cabo de un tiempo
vuelven al hospital a por ella. Necesitan un recuerdo físico para mantener una
conexión con su hija o hijo. Algo que también recomendamos porque ayuda mucho
es la Cuentoterapia. A través de cuentos con poco texto y muchas imágenes se
fomenta y trabaja la inteligencia emocional. Son mágicos, sanadores, aportan
luz”.
Para mi
asistir a la I Jornada del Día Mundial del Duelo Perinatal resultó muy especial,
me aportó serenidad, una paz interior inmensa. La creación de este grupo, y así
se lo manifesté al acabar a Noelia García y al equipo de profesionales sanitarios,
me parece maravilloso, muy necesario. Y tenemos que darle difusión porque a
muchas mujeres les tocará vivir esto.
La
pérdida de un bebé, os lo aseguro, no se olvida nunca. Yo recuerdo cada instante, cada gesto, comentario,
todo cuanto viví junto a mi marido ese día y los posteriores, como si fuera una
película. Fue una experiencia durísima que no le deseo a nadie. Sufrimos mucho todos. Nosotros, mis padres, mi suegro, mis abuelos, mis hermanas que tenían hijos muy pequeños, mis tías, toda una familia.
Al principio no tienes consuelo, el hueco que deja tu bebé no lo llena nada ni nadie. Estás en shock, sobrepasada. Sientes negación, rabia, culpa. Los que te rodean no saben qué decirte, cómo tratarte. No permitas que nadie le reste importancia, no bloquees tus emociones, permítete expresar tu dolor. No intentes seguir como si nada hubiera pasado. Necesitas tiempo para asumir, aceptar y remontar.
Han pasado muchos años y me sigue costando, me duele, hablar de ello. Como Noelia, Carmen y Blanca fueron tan valientes me animé a compartir mi experiencia, y nos hizo mucho bien.
Mi primer
embarazo lo perdí en el primer trimestre de gestación. El segundo, en el
séptimo mes. La hija que nunca llegué a tener en mis brazos nos salvó la vida. Mi marido y yo sobrevivimos a una intoxicación
de monóxido de carbono, porque mi cuerpo reaccionó para tratar de salvar a la
criatura.
Un vecino
dejó su vehículo en marcha toda la noche en el garaje, y el gas se filtró a
nuestro dormitorio. De madrugada me sentí mal, vomité, pensé que me había
sentado mal la cena. Y seguí durmiendo. Cuando desperté a primera hora de la
mañana mi marido estaba inconsciente, no reaccionaba. Con mucha dificultad
logré llegar hasta el teléfono y llamé a la policía, sin saber qué nos estaba
sucediendo. Ellos avisaron a las ambulancias, investigaron qué sucedía y
contactaron con nuestros familiares.
En el
Hospital Virgen del Castillo se armó mucho revuelo. Se portaron con sensibilidad y humanidad ese día, y una semana después cuando yo les pedí no esperar más y me provocaron el parto. Cuando pasó el peligro, llegaron a temer por mi vida,
el neumólogo junto a mi madre y abuela, las dejaron entrar unos minutos, me
contaron que nos había sucedido. Y que mi marido, por el que yo llevaba tiempo
preguntando, estaba bien, recuperándose, luego vendría a verme.
Ellas ya
sabían lo del bebé, pero no debían decir nada. Al ingresar, enseguida me hicieron
una ecografía, con la habitación llena de personal. El ginecólogo se llevó la
mano a la cara, haciendo el gesto de silencio. Todos estaban muy serios, pero
en ese momento yo no supe interpretar qué pasaba. Me sentía débil, se me
cerraban los ojos, me dolía mucho la cabeza, respiraba con la mascarilla de oxígeno, mi corazón palpitaba
con una fuerza y velocidad descomunal. No me dejaban sola mucho rato, iban
entrando unos y otros. Perdí la noción del tiempo.
Al cabo de
un rato empecé a preguntar, con mucha insistencia, si mi hija estaba bien y si me
iban a hacer una cesárea. No podré olvidar nunca el momento en que el doctor
Castaño se sentó en la cama, me cogió la mano y me dijo que mi bebé había
muerto. Hizo lo posible por tranquilizarme, después entró mi marido, no podíamos ni hablar, estábamos
destrozados. Estuve ingresada dos días. Una semana después, tras catorce horas
de parto, parí a mi hija. Quise ver al bebé, pero me dijeron que era mejor no
quedarme con esa imagen el resto de mi vida.
No volvimos a vivir en nuestro piso, nos instalamos en casa de mis padres hasta que pudimos mudarnos. Después la vida me regaló una hija y un hijo. Viví sus embarazos aterrada, y de mayores les conté que tuvieron una hermana, un angelito, que nos salvó la vida.
Si entonces
hubiera existido este grupo de duelo perinatal nos hubiera venido muy bien. Gracias
Noelia García por tu iniciativa, y también a los profesionales sanitarios que se
están formando para que estas experiencias tan traumáticas se aborden de otra
manera.
Yo no
tuve caja de recuerdo, pero al finalizar al igual que a la otra mamá que
intervino desde el público me dieron un sobre,lleno de mariposas, conn una carta preciosa escrita por una matrona. La voy a guardar con mucho cariño.