Cuando
empecé a oír hablar sobre el coronavirus pensé que China estaba muy lejos y que
esa situación no nos podía afectar. Quizás en las relaciones y transacciones
económicas sí, pero no a nivel social, físico, sanitario y emocional. Ahora, en
este preciso momento, ponernos a discutir si se tomaron o no las medidas
adecuadas para que este virus no penetrara y se expandiera por nuestro
territorio de poco nos sirven. Está campando a sus anchas por Europa y por el
resto del mundo, y para malgastar energías no estamos.
Desde
hace semanas nos están bombardeando desde muchos frentes con toda clase de
informaciones, confabulaciones, predicciones y supuestos que en la mayoría de
los casos nos está provocando mucho miedo, angustia, ansiedad, desconfianza y
alarmismo. O dejamos de hacer caso y de compartir por redes sociales todo
aquello que no provenga de una fuente oficial, es decir, de los que realmente
entienden de la materia, de nuestro sistema sanitario, nuestros médicos,
científicos e investigadores o vamos a terminar, como ya está sucediendo,
comportándonos masivamente de forma irracional, inadecuada y contraproducente.
Por
favor vamos a calmarnos todos, no nos dejemos llevar por la histeria, porque
nuestros expertos sanitarios nos están diciendo que aunque resulta muy
contagioso el 85% de las personas que lleguen a padecerlo simplemente pasarán unos
días un poco pachuchos en casa, más o menos como si de una gripe se
tratara. Es verdad que en algunos casos
si se precisará de un ingreso hospitalario, pero aun así la mayoría lo superará
sin grandes complicaciones.
Quienes
sí pueden tener problemas muy serios, y morir, no nos lo están ocultando, son
las personas de mayor edad, nuestros abuelitos, y todos aquellos que padecen
distintas enfermedades o afecciones crónicas. Por eso precisamente para
proteger a los más vulnerables, resulta vital, urgente, parar la cadena de
contagios. Y como ya hemos podido comprobar con los chinos la forma más rápida
de hacerlo es aislarse socialmente, porque el virus se pasa de una a otra
persona.
Por
favor seamos sensatos, solidarios, responsables y afrontemos esto de una vez
con cordura, orden, tranquilidad, calma y paciencia. No permitamos que el miedo,
el pánico, se apodere de nosotros. Contamos con información suficiente para
hacer lo posible para prevenir contagiarnos, podemos consultar cuantas dudas se
nos presenten. Obedezcamos, salgamos solo de casa para lo realmente necesario.
Vamos a confiar en nuestro sistema sanitario, tenemos que ayudarles, apoyarles,
liberarles de una sobrecarga, de un colapso, para que consigan que este virus
se lleve por delante a la menor cantidad de personas posibles.
Por
tus padres, por los míos, nuestros abuelos, tíos, suegros, familiares y amigos
cuya salud es más delicada, más endeble que la tuya o la mía, dejemos de
comportarnos como imbéciles, seamos solidarios, caminemos unidos para que esta
pesadilla que tantas repercusiones económicas nos va a dejar acabe cuanto
antes.
Cuídate
y cuida de los tuyos. Hagamos uso de nuestro maravilloso humor e ingenio, de
nuestra creatividad. Tenemos muchos recursos, opciones e ideas para hacer
llevadero nuestro confinamiento en casa. Vivimos una situación nueva,
excepcional y temporal. La vida nos está dando una gran lección en muchos
sentidos.
Unidos
somos mucho más fuertes de lo que imaginamos. Vamos a poder con esto y con más.
Tenemos la ocasión de comportarnos como seres humanos extraordinarios o vulgares
y mezquinos. Tú, qué eliges.