miércoles, 14 de diciembre de 2022

La bulimia me salvó

 

 

La lectura del libro de Lis Valera “La bulimia me salvó: La historia de trauma, depresión y TCA que nunca quise escribir” me ha resultado muy interesante y lo recomiendo a todos. Porque nos explica muy bien cómo puede llegar a reaccionar cuerpo y mente, enfermando y sufriendo muchísimo, al no saber cómo gestionar un episodio traumático y no pedir ayuda profesional desde el primer momento.

 

También me ha mostrado lo poco que sabemos, y lo importante que es tener un diagnóstico y tratamiento precoz, sobre una enfermedad que padecen muchas personas, la depresión. Y lo equivocados que estamos cuando asociamos los trastornos de la conducta alimentaria simplemente al deseo y obsesión por querer estar más delgados.

 

Lo que nos muestra la autora, con una valentía y generosidad admirables, es mucho más que una historia de superación y aprendizaje. Lis Valera consigue que sintamos su dolor, su soledad y desesperación, pero también su fortaleza y resiliencia, sus ganas de sanar, aprender y ayudar con sus vivencias a otras personas.

 

En este libro la autora realiza un gran trabajo de investigación, combina su experiencia vital con las explicaciones técnicas que le van aportando los profesionales que la fueron tratando, para comprender qué le estaba sucediendo y cómo salir de ello.

 

Tenemos que aprender a cuidar mucho mejor nuestra salud mental porque afecta a nuestra forma de pensar, sentir, relacionarnos con los demás, afrontar el estrés, tomar decisiones y actuar.

 

martes, 1 de noviembre de 2022

Cuidar de los nietos por imposición

 

Hace unos días asistí a una tertulia muy interesante por Facebook, tanto que me inspiró a escribir sobre el tema. Una mujer criticaba a su suegra porque le pedía un salario por cuidar a los nietos de lunes a viernes. De inmediato se desató una tormenta de opiniones y experiencias. Y curiosamente comprobé que mayoritariamente coincidíamos. 

Y, ¿por qué los abuelos están obligados a cuidar de sus nietos? Quién lo dice, quién lo manda, quién lo impone. Ellos en su momento decidieron ser padres y criaron a sus hijos. Pero ahora no han elegido ser abuelos y por tanto no tienen por qué asumir la crianza de esos niños. Otro tema es que se ofrezcan libre y voluntariamente. Que por encima de todo prevalezca el deseo, la ilusión, la necesidad, de ocuparse de sus nietos. 

Sí se debería pagar un salario a ambas abuelas, a suegra y madre, por el cuidado de los niños. Porque una cosa es hacerse cargo de las criaturas, de vez en cuando, porque apetece, se desea, o cuando se presenta una emergencia familiar. Y otra muy distinta es tener que asumir diariamente esa gran responsabilidad y tarea por imposición, obligación, bajo presiones, o por no saber plantarse y decir que no.

Al hilo de la conversación por Facebook recordé mi asistencia a la charla de una psicóloga en la que se abordó el tema. Muchas de las mujeres presentes, la mayoría eran abuelas, expresaron en voz alta sus quejas. Habían ido entrado en una espiral de la que no sabían cómo salir. Querían dejar de tener que cuidar diariamente a sus nietos, o tener que hacerse cargo de ellos los fines de semana para que los progenitores pudieran socializar, divertirse, viajar. Tampoco estaban muy contentas con eso de tener que invitar a comer, cada domingo y a veces también entre semana, a toda la tropa familiar. Os juro que algunos testimonios me emocionaron, y me hicieron sentir mucha rabia hacia esos hijos. 

No, no es justo que algunas hijas e hijos abusen, se aprovechen y esclavicen a sus madres ejerciendo de niñeras. Ya les sacaron adelante a ellos, en muchos casos trabajando fuera y dentro del hogar. Les han dedicado los mejores años de su vida, sin esperar nada a cambio. Y ahora se merecen poder disfrutar a su antojo de su tiempo, lo más valioso que tenemos. Tienen que cuidarse, vivir a su ritmo, hacer cuanto les plazca, afrontar de la mejor forma posible su vejez. Ahora la jubilación no es el fin, sino el inicio de una nueva etapa con muchas opciones y posibilidades.

Cuando mis hermanas y yo nos fuimos emparejando, mi madre nos dejó muy claro que cuando tuviéramos hijos no nos los cuidaría ella. Podríamos contar con su apoyo, en ocasiones muy concretas. Con el primero, mi hija, contraté a varias niñeras. Con el segundo, decidí dejar de trabajar temporalmente.

Las mujeres de mi edad, de mi entorno, familia y amistades, estuvimos muy sometidas y controladas por nuestros padres. Siempre con la sensación de deberles algo, de no cumplir con sus expectativas. Y ahora, vamos también a claudicar, a someternos, ante nuestros hijos. Bastante hacemos ya por ellos mientras viven bajo nuestro mismo techo. Y tal y como va la vida, hay que ir pensando que la mayoría acabaremos atendidos en casa por una cuidadora, o en una residencia de ancianos. 

Por supuesto que si llegamos a ser abuelas vamos a querer con locura a nuestros nietos. Y los disfrutaremos y atenderemos, pero cuando realmente lo deseemos, porque en esto sí podemos decidir y elegir el cómo, el cuándo y el por qué. 

A ver si aprendemos de una vez, sobre todo las mujeres, a no actuar como se supone que  está establecido y debe ser. A ir eliminando los roles y estereotipos que nos han impuesto desde hace siglos. Hay que aprender a poner límites. Ya está bien de ceder, de acabar haciendo lo que realmente no te apetece para que los tuyos no se incomoden y enfaden. El tiempo que dedicas a otros no lo recuperas nunca, y no siempre recibes lo que has dado.

martes, 25 de octubre de 2022

El cirujano de almas

 

 

La novela de Luis Zueco seduce y engancha desde el principio. Su lectura resulta fácil, ágil y entretenida. Junto al protagonista de la novela, Bruno Urdaneta, sobrino y aprendiz de un veterano cirujano, viajaremos por las ciudades donde surgieron los tres primeros colegios de cirugía de la España de finales del siglo XVIII. Barcelona, Madrid y Cádiz.

Los personajes están muy bien definidos y muy trabajadas las descripciones de los lugares por donde transcurre la vida del protagonista, que posee una pasión y un talento innatos para la cirugía. Y una valentía extraordinaria para afrontar todas las dificultades que le irá presentando la vida. Con este personaje Luis Zueco rinde un merecido homenaje a la profesión médica.

El autor nos va mostrando cómo iba avanzando la medicina y la cirugía. El protagonista de la novela obsesionado por las infecciones tras las intervenciones quirúrgicas fomentará los hábitos higiénicos, e investigará sobre la posibilidad de reducir o anular el dolor en los pacientes antes de operarles. 

Bruno se esforzará mucho para ampliar sus conocimientos de anatomía y dejar atrás las supersticiones y los remedios de curanderos, para tratar adecuadamente las enfermedades y lograr que más pacientes sobrevivan a las intervenciones. Se especializará en los partos,  porque quiere reducir el elevado número de fallecimientos de madres e hijos que se daban en aquella época. 

Asistiremos también a los profundos cambios ideológicos, sociales y económicos que llegaron con la invasión de Napoleón a España y la guerra de la Independencia. Todo un pueblo se convirtió en ejército porque tenían claro que la libertad es el bien más preciado de un ser humano.