A mediados de noviembre asistí a la charla
‘Mujeres y alcoholismo. Dando voz al sufrimiento’ impartida por Blanca Pérez Molina,
psiquiatra del Centro de Salud Mental de Yecla. La charla, organizada por la
Asociación para Rehabilitación de Adicciones de Yecla, ARY, fue una de las actividades de las XVIII
Jornadas de Alcoholismo y Drogodependencias de la Región de Murcia.
Blanca
Pérez comentó durante la charla que el alcoholismo en las mujeres es un
problema importante, largamente ignorado. Que muchas veces se usa el alcohol como
una anestesia emocional. Se bebe para no sentirse tan mal, para afrontar
dificultades, no recordar, olvidar. Pero la persona pierde el control, y el
consumo se convierte en problemático e indeseable con consecuencias muy
desagradables. Pero sí se puede vivir de otra manera, sin alcohol, sin tanto sufrimiento.
Siempre se puede empezar de nuevo si se pide ayuda. La efectividad de los
tratamientos y la recuperación es de un 80%.
“Tu
Vida no depende de nadie, depende de tus acciones y sentimientos. El que ama
sufre, el que sufre lucha, y el que lucha vence”.
Como
en otras ocasiones comparto parte de lo que escuchamos.
“El
consumo de alcohol en la mujer es un tema tabú, una verdad oculta que no se ha
estudiado demasiado. Las respuestas asistenciales se dirigen de forma
prioritaria a consumidores de sustancias ilegales y varones. El consumo de
alcohol en la mujer genera vergüenza, culpa, negación y un gran sufrimiento emocional
con un fuerte enjuiciamiento social. El consumo suele ser solitario,
clandestino, secreto, a escondidas en casa. La mujer suele empezar a beber más
tarde que los hombres pero se enganchan antes”.
“La
mujer tiene una mayor sensibilidad a los efectos del alcohol, su cuerpo lo
absorbe antes y lo elimina peor que el hombre. Por ello existe mayor riesgo de sufrir
daños hepáticos, cerebrales y cardíacos. Osteoporosis, infertilidad y cáncer de
mama y una mayor tasa de mortalidad”.
“El
consumo del alcohol durante el embarazo puede causar discapacidades en el bebé.
Estas afecciones se conocen como trastornos del espectro alcohólica fetal
(TEAF) No se sabe de ninguna cantidad de alcohol que la madre pueda tomar sin
correr ningún riesgo. El alcohol puede causar problemas en las primeras semanas
del embarazo, también antes de que la mujer sepa que ya está embarazada”.
“Cuando
el bebé ha recibido alcohol durante el embarazo al llegar a la adolescencia
suelen aparecer muchas complicaciones, conductas agresivas, violentas,
problemas de atención etc. En la Región de Murcia se están dando muchos casos de niños que fueron adoptados en Rusia. Los padres, buscando ayuda, se han agrupado en varias asociaciones".
“Para
preparar esta charla me reuní con siete mujeres que se desnudaron emocionalmente,
compartiendo su vida conmigo. Escuché cosas como estas: me maltrataba, empecé a
consumir a diario, siempre a escondidas, no lo sabía nadie. Tenía depresión, no
dormía, el alcohol me ayudaba, pero yo no daba el espectáculo. Bebía cuando me
sentía triste, cuando había discutido con mi marido. Me levantaba ya con el
chip de la cerveza en la cabeza, me hacía ser otra persona. Yo no sabía que era
una enferma, ¿yo drogadicta? Qué vergüenza. Tuve una depresión postparto,
llegas a consumir sin ganas, a conducir colocada, no dormía y entonces bebía.
Echaba de menos a mi hija, tenía problemas con mi marido, yo solo he bebido
cuando me sentía triste”.
“Hay
factores predisponentes como el alcoholismo paterno, la violencia, el abuso
sexual. Y factores desencadenantes como lo conflictos maritales, la depresión, una
pareja alcohólica. Los trastornos asociados suelen ser la depresión y ansiedad”.
“Un
perfil de mujer alcohólica podría ser este: mujer de 35 a 50 años. Media de diez
años transcurridos hasta la llegada al centro de tratamiento. Víctima de
maltrato. Sintomatología depresiva acompañante. Dependiente emocionalmente. Autoestima
baja. Abusa de tranquilizantes o sedantes para paliar su malestar. No demanda
ayuda ni tratamiento precozmente”.
“En
las mujeres el inicio en el consumo de alcohol aparece de los 16 a los 19 años.
El consumo regular a los 25 años. El tiempo transcurrido desde el inicio hasta
la dependencia es de unos 10 años. Y el tiempo transcurrido desde la
dependencia hasta el tratamiento es de 4 o 5 años”.
“Se
da una correlación significativa positiva entre el consumo de drogas y haber
sufrido abusos sexuales por un adulto durante la infancia o adolescencia”.
“El
30% de las mujeres en tratamiento tanto ambulatorio como residencial por
problemas de adicción habían sufrido maltrato físico y maltrato psicológico el
44%, y abusos sexuales el 18.4%”.
“El
alcohol cumple una función: la de no sentir, no sentirse despreciable, no
pensar, evadirse del problema, evitar esas situaciones temidas. Es fundamental
la educación y la prevención de las personas que han sufrido abusos”.
“Hay
mucha relación entre depresión y alcoholismo. Lo que se llama una patología
dual: trastorno psiquiátrico y patología adictiva. En este caso existe un mayor
riesgo de recaída, resistencia al tratamiento, y suicidio. El uso del alcohol
como automedicación para gestionar el malestar emocional. El consumo del
alcohol produce síntomas depresivos. La intoxicación/abstinencia induce a cuadros
depresivos. La depresión aparece en el proceso de recuperación”.
“El consumo recurrente impide cumplir con
obligaciones laborales, estudiantiles o en el hogar. Se utilizan grandes
cantidades de tiempo, desperdiciado, en obtener alcohol, consumirlo y
recuperarse de sus efectos”.
“Terapeutas y educadores deben recibir
formación. Hay que llevar a cabo intervenciones terapéutico-educativas
diferenciales en cuanto al género. Habilitar espacios libres de prejuicios y
favorecedores de expresión. Ayudar a construir un patrón fiable de relación,
con ella misma y con el mundo que la rodea”.
“Es
fundamental la implicación de la familia en el tratamiento. En el caso de las
mujeres la familia suele venir muy enfadada y ofendida. O niegan el problema,
se resignan, la dan por perdida. No debemos hablar de culpa, sí de
responsabilidad. Pueden surgir estilos, respuestas diferentes: aislamiento,
protección, negación, resignación e impotencia. Hay que apoyar, reforzar,
confiar, acompañar, sostener y ayudar”.
“Respecto
al tratamiento hay que proporcionar información sobre los riesgos específicos
que presentan las mujeres ante la ingesta de bebidas alcohólicas. Evitar
críticas que puedan incrementar los sentimientos de baja autoestima y
ocultamiento del problema. Potenciar grupos de autoayuda para mujeres, terapia
grupal”.
“La
efectividad de los tratamiento actuales y las posibilidades de recuperación
están en torno al 80% en las fases iniciales y medias si se inicia tratamiento,
además el 70% lo consiguen de manera ambulatoria, y sólo el 30% precisa
ingreso”.
“Es
necesario el desarrollo de intervenciones adaptadas a las necesidades
particulares de las mujeres. La búsqueda de tratamiento generalmente está
motivada por síntomas de ansiedad o depresión. La prevención a edades tempranas
resulta vital, fundamentalmente dirigidas a promover los factores protectores. La
necesidad de trabajar con las parejas o familias es clave”.