domingo, 27 de noviembre de 2016

Machismo, enemigo común de mujeres y hombres


El jueves 24 de noviembre asistí a dos charlas sobre prevención de la Violencia contra la Mujer. El acto organizado por la Concejalía de Mujer y el CAVI de Yecla,  en colaboración con la Asociación de Familias y Mujeres del Medio Rural, AFAMMER, se celebró en el Auditorio Juan Miguel Benedito Rodríguez.

En mi opinión los dos ponentes fueron claros y directos. Aportaron mucho.
Entre las cosas que dijeron destacaría que “hemos heredado una sociedad machista, patriarcal. Es fundamental promover el cambio. El machismo es un enemigo común para mujeres y hombres. La violencia se aprende, como las ideas, los valores, las creencias. La superioridad del hombre frente a la mujer se inculca por todos lados. En concepto de igualdad hay una diferencia abismal entre los conceptos de los profesionales y la percepción social. Mujeres y hombres tenemos que estar unidos. Con una perspectiva integral de género. Somos diferentes pero tenemos el mismo valor. La igualdad beneficia a todos. Hay que trabajar para generar una sociedad igualitaria, justa, tolerante, sana y feliz”.


“La violencia de género. De asunto privado a problema social”
Carmen Castillo Pérez
 Licenciada en derecho, especializada en violencia de género. 

“Se entiende por violencia de género cualquier agresión o amenaza, física, sexual o psicológica, de un hombre a una mujer con vínculo amoroso”.

“El maltrato psicológico al principio es camuflado y justificado como amor”.

“El  maltrato venga de quien venga siempre está mal. Hay que fomentar relaciones sanas”.

“El maltrato comienza de forma muy sutil. El hombre se siente superior. Le han enseñado que tiene que dominar a la mujer. Este proceso es ascendente, progresivo. Va poco a poco, es muy complejo”.

“No siempre se llega al maltrato físico. Hay más maltrato psicológico. Es muy destructivo. Se produce una pérdida de autoestima, aparece la culpabilidad, la vergüenza”.

“Una de cada cuatro mujeres ha sufrido maltrato psicológico durante su vida. Control de lo que se dice y hace, burlas, humillaciones, descalificaciones, críticas, insultos, gritos, incomunicación. Chantaje, presión, manipulación emocional, amenazas, aislamiento…”

“Hay muchos mitos en torno a la violencia contra la mujer. Le puede suceder a cualquiera, y cada persona puede hacer muchísimo para acabar con esto. Sobre todo los hombres y los jóvenes. A los jóvenes si les das información y herramientas te devuelven mucho. Hay que enseñarles lo que es una relación saludable. Tenemos que aprender a identificar y detectar posibles casos de violencia de género.”

“Mirando hacia atrás vemos como la mujer tenía que ser ante todo una buena esposa, ama de casa y madre de familia. Sumisa y pasiva en una sociedad patriarcal donde el hombre era el cabeza de familia. Anuncios promocionando folletines con títulos como este: cómo dominar a la mujer sin látigo, lo dicen todo”. 

“Luego llegaron los movimientos feministas, la liberación de la mujer, la igualdad, el que nadie puede estar por encima de nadie. Y en 2016 surge Cincuenta sombras de Grey. Y se convierte en un gran éxito la historia de un maltrato, de un modelo de hombre bastante injusto con la mayoría de los hombres que conozco”.

“Existe una desigualdad real y efectiva entre hombres y mujeres. La sociedad no les valora por igual. Hemos heredado una sociedad machista, patriarcal”.

“La sociedad sigue pensando y actuando con roles y estereotipos de género. Niña: guapa, dulce, sensible, presumida, frágil, delicada. Niño: fuerte, valiente, competitivo, autoridad, agresivo. El hombre es un soltero interesante, la mujer una solterona. Y además la mujer por el canon de belleza establecido no puede ni envejecer. El cuerpo de la mujer es un reclamo constante publicitario”.

“Respecto al amor seguimos con un patrón de romanticismo equivocado. Cuántas veces hemos escuchado que el amor es sacrificio, renuncia, que todo vale por amor. Que si el hombre o la mujer son celosos es porque quieren más a sus parejas”.

“Muy pocos hombres nacen maltratadores. La violencia se aprende como las ideas, valores, creencias. La superioridad del hombre frente a la mujer se inculca por todos lados. En la misma familia se da un trato y una educación diferente. Cómo se reparten las tareas domésticas”.

“Qué modelos estamos transmitiendo de hombre y mujer. Qué falsos mitos perviven acerca del amor. Este es el germen de una relación tóxica”.

“El machismo es un enemigo común para mujeres y hombres. Hay que redefinir la idea de amor. Una sociedad igualitaria es justa, tolerante, sana y feliz”.

“Mujeres y hombres tenemos que estar unidos. Con una perspectiva integral de género. Somos diferentes pero tenemos el mismo valor. La igualdad beneficia a todos”.

“Salir del maltrato es un proceso muy lento. La mujer volverá con él una y otra vez. Es como una droga. Es un ciclo. Él se enfada por todo, ella intenta complacerle. Llega la agresión y la mujer entra en shock. Él la castiga, le pide perdón, le promete cambiar. Y el ciclo vuelve de nuevo al principio, una y otra vez,  hasta que la fase de arrepentimiento acaba por desaparecer y el calvario se hace mucho mayor”.

“Qué podemos hacer sí conozco a alguien en esta situación. No juzgar, ni culpabilizar, no aconsejar, no hablarle mal de él. Mantener una escucha activa, mostrar afecto, cariño, comprensión, un apoyo incondicional haga lo que haga la mujer. Paciencia, calma y buscar ayuda de profesionales especializados en esta materia”.

“Os recomiendo la aplicación para móvil ‘Libres’. Es una aplicación dirigida principalmente a mujeres que sufren o han sufrido violencia de género, y a cualquier persona que detecte en su entorno una posible situación de maltrato. La aplicación es gratuita. El principal objetivo es advertir los primeros signos de violencia de género, informar de los recursos existentes y las medidas que puedan adoptar las víctimas, concienciar y dar visibilidad sobre este problema”.



“Machismo y violencia en el ámbito rural. 
La intervención con hombres como prevención de la violencia contra las mujeres”.
Santiago Fernández Guillamón
Trabajador social, miembro de la Asociación de Hombres
por la Igualdad de Género, AHIGE.


“La violencia contra la mujer no se previene dando datos, números de víctimas. Ni trazando el perfil del maltratador, ni alarmando. Se previene atajando las causas”.

“Lo que estamos haciendo no está funcionando, esa es la realidad. Hay poca revisión. La sociedad es cambiante y las teorías de género deben ser cambiantes, observando la realidad”.

“En concepto de igualdad hay una diferencia abismal entre los conceptos de los profesionales y la percepción social. La igualdad es un tema de mujeres y para mujeres, y los hombres no se ven muy incluidos. Qué papel tenemos. Qué hacemos para conseguir el cambio personal de los hombres desde una perspectiva integral de género. Resulta controvertido”.

“La mujer lleva 200 años cuestionando qué es la feminidad tradicional y el hombre aun no ha caído del guindo”.

“Que la igualdad es tema de mujeres y el maltrato de hombres es una percepción simplista, pero es real. Hay que ir abriendo espacios de discusión que impliquen a los hombres, que sumen a los hombres”.

“Que me digan lo que tengo que hacer y encima que me lo diga una mujer. No me interesa, de qué me estás hablando. Esto suena cruel, pero es así es real. Hay mensajes que lejos de generar una disposición generan resistencias. Una cosa es el empeño que tenemos y luego lo que construimos”.

“El discurso es genial, pero dista mucho de la realidad. No es lo mismo pensar que sentir. Te preguntas, cómo es posible que los jóvenes con los avances y esfuerzos en promoción en igualdad estén como están”.

“Cómo voy a transmitir a los jóvenes algo que no funciona en mí, que no he testado. Somos los adultos un ejemplo de igualdad. Tienen los jóvenes un referente de igualdad. Pues no”.

“Muchas veces las relaciones de los adultos parecen una cosa y son otra. Yo las definiría como relaciones en desequilibrio estable”.

“Nuestros hijos y los que vendrán no tienen referencias de igualdad. Tienen referencia de relaciones conflictivas. La historia de este país es la historia de los divorcios. Con la cultura del amor romántico estamos llegando a la idea de que el amor es hasta peligroso”.

“Si dejas a los jóvenes hablar ellos te lo dicen todo. Hay que atreverse a darles la palabra. Así les puede reconducir pero si vas a adoctrinarlos no te harán ni puñetero caso, son adolescentes. Nos cuestionan y están rebotados porque no les hemos dado un buen modelo”.

“El patriarcado, el machismo es enemigo de hombre y mujer. Los mensajes con etiqueta levantan defensas. La culpa paraliza. Les dices a los jóvenes que ellos son potencialmente abusadores y ellas víctimas y eso no sirve para nada. El típico folleto no les vale. Tendré que mandar el mensaje, entre otros, de que toda mujer es capaz de dirigirse desde sí misma”.

“Tengo que hablar a los jóvenes de lo que les interesa. Primero, de cómo conservar la identidad sin venderme al grupo. No hay que etiquetar ni focalizar en un elemento el problema. Hay que trabajar en el conjunto. Todo elemento de cambio en la cultura de las mujeres se convierte en cambio de posición en la actitud de los hombres”.

 “Los patrones de base de los hombres siguen siendo los mismos. El modelo de jerarquía, de producción, social, sigue siendo patriarcal. Es fundamental promover el cambio desde la necesidad individual, propia, real”.

“Hay que trabajar en el modo en que mujeres y hombres internalizamos valores y actitudes que determinan nuestra forma de percibir y relacionarnos con el mundo, que reproducimos de tal manera que contribuyen a perpetuar el modelo o situación; en el caso que nos ocupa el Patriarcado”.  

“Vivimos en una sociedad de binomios. Tenemos que hacer uso de todas las cualidades del conjunto: perfil masculino, perfil femenino. Hombres y mujeres  unas veces lideramos y otras no. Hay que comprender que el viaje a la igualdad es un viaje de trayectorias inversas”.

 “El aprendizaje empieza de abajo hacia arriba. Los seres humanos de 0 a 3 años todavía no son capaces de crear conceptos, no tienen capacidad racional, pero a través de las emociones se impregnan de todo. Los niños lo graban todo, desde su espacio relacional próximo”.

“Cómo se crean las sombras de la masculinidad de poder que genera un hombre ansioso, discriminador, violento. Que daña su salud, a su entorno y a la comunidad. Diciendo al hombre que tiene que ser fuerte, competitivo, eficiente, protagónico, protésico, potente y heterosexual. En el universo de la masculinidad qué resulta negativo, despreciable. Ser débil, raro, sensible, segundón, un calzonazos, impotente. Cualquiera de estas y otras condiciones sitúa al hombre en una posición de no hombre. Sabíais que de cada 10 suicidios 8 los comete un hombre. El hombre no gestiona bien la frustración”.

“Sabéis por qué crece la homofobia. Porque cada vez que veo a un homosexual veo que se permiten todo aquello que yo me tengo que negar para verme como hombre”.

“El perfil masculino y femenino tienen que cambiar. El viaje a la igualdad es un viaje de trayectorias inversas. El hombre tiene que dejar se der dominante, activo, líder, aventurero, agresivo, competitivo, independiente, fuerte, duro, insensible, abierto, descuidado. Y la mujer tiene que dejar de ser sumisa, recatada, empática, precavida, amable, considerada, dependiente, débil, emocional, reservada, cuidadora, madre, ordenada”.












domingo, 13 de noviembre de 2016

Más princesas, no


Poco falta para el 25 de noviembre, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Tenemos que reflexionar mucho más, y cada día, porque queda mucho camino por recorrer para que ninguna mujer, ni los menores que  conviven con ellas, permanezcan invisibles en la amenaza, la anulación y el terror. Una sociedad avanzada, plural, civilizada, no puede apartar la vista ante un problema tan grave del que muchos consideran que solo se conoce una parte del iceberg. Esta pesadilla, este horror doméstico le puede tocar a cualquiera. Y como ha quedado demostrado, lo mismo da una u otra posición social, nacionalidad, cultura y formación, valores o creencias religiosas.

A mujeres y hombres nos han educado durante siglos en roles sexistas y en desigualdades. Hemos nacido y crecido, y así seguimos conviviendo, en una sociedad donde imperan los micromachismos. Donde muchos varones siguen creyendo estar por encima de la mujer. No son locos, ni monstruos, son plenamente conscientes de lo que hacen. Se sienten superiores machacando a quienes tienen al lado. Esto no va ni de buenos ni de malos. No resulta tan sencillo. Hay que modificar y suplantar muchas ideas, conceptos, criterios y prácticas. Mientras no se cambie la base de la pirámide seguiremos sumando víctimas por violencia de género.

A veces pienso en los hombres que optaron por asesinar a las mujeres que decidieron emprender una nueva historia, rehacer sus maltrechas vidas, tras huir de la jaula donde fueron manipuladas, dominadas y aterrorizadas de manera impredecible, alternada con periodos de arrepentimiento y buenos propósitos. Mujeres que un día se enamoraron de ellos y les escogieron creyendo encontrar un igual, un amigo, un compañero, un amor con quien compartir un proyecto de vida. Me pregunto cuántos de esos hombres pensarán en la aberración que han cometido, en cómo les han destrozado la vida a sus propios hijos y familiares, a los seres humanos que se supone más debían querer, valorar y cuidar.  Y podrán seguir mirándose a los ojos. Y serán capaces de dormir de tirón sin escuchar gritos y súplicas. No les alterará el sueño la visión de moratones, heridas y cicatrices, que con tanto ímpetu y constancia grabaron en cuerpos y mentes.

Cuando observo a niñas y adolescentes con tantas ilusiones y retos por conseguir, un escalofrío me recorre y paraliza al pensar que cualquiera de ellas pudiera acabar en los brazos de un hombre, capaz de ejercer un machismo sutil, silencioso, enfermizo, dañino, corrosivo y tan peligroso que la vida arrebata.

Pues resulta que ese escalofrío deberíamos estar sintiéndolo todos, porque aunque parezca increíble están aumentando los casos de violencia machista entre jóvenes.
Y yo que pensaba que estábamos consiguiendo dotar a las chicas de suficientes herramientas para no tener que depender de nadie, ni emocional ni económicamente. Para ser hábiles y capaces de alejarse de los indeseables y de cortar por la sano toda relación tóxica y peligrosa. Qué estábamos consiguiendo educar a los chicos para que nunca vean y traten a la mujer como una propiedad, un objeto de deseo, un ser inferior.

Pero entonces ¿en qué estamos fallando? Cómo es posible, por ejemplo, que una chica ante la exigencia de su novio ceda el control de su móvil y redes sociales, cambie su forma de vestir, sus hobbies, deje de ver a sus amigas y se relacione solo con quien él apruebe.

Qué errores estamos cometiendo con los jóvenes que siguen idealizando la relación chico malo, golfo con chica dulce y sumisa.  Están perpetuando roles sexistas en lugar de tener más claro que nunca que el pilar de toda relación se basa en el respeto, la igualdad, el cariño, la confianza y el amor.

Les invito a una reflexión. A mí me lo propusieron y quedé sorprendida. Andamos muy despistados porque estamos consintiendo que en novelas, series, películas, canciones y publicidad se promocionen roles sexistas y micromachismos. Paren un momento y piensen en los cuentos de príncipes y princesas. Cuentos e historias ahora mucho más modernos, actualizados, pero con idéntico mensaje. El príncipe es un valiente, resolutivo y capaz de cualquier cosa para conquistar a la princesa. Princesa sensible, delicada, vulnerable, que dedica mucho tiempo a su imagen, enamoradísima de su amado al que espera en palacio, con paciencia infinita, para entregarse a él sin reservas.

Y de qué se quejan tanto las mujeres, he escuchado alguna vez. Si tienen los mismos derechos y deberes que los hombres. Claro que somos afortunadas si contrastamos nuestra realidad con la de otras, a años luz de alcanzarnos. Pero mientras que una sola mujer reciba en nuestro país daño emocional, físico y/o pueda morir por el machismo que practica su pareja, hay que seguir trabajando a conciencia y desde todos los frentes para cambiar de verdad esta sociedad hipócrita hasta las trancas, anestesiada e inmunizada con la tragedia ajena.