Sin
duda me alegré por la victoria de la selección española femenina de fútbol. Merecen
nuestro respeto y reconocimiento. Y resulta lamentable que su hazaña haya
quedado empañada por lo acontecido.
En
el momento de la entrega de medallas sentí incomodidad y sorpresa, al ver como
el presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales,
propinaba tan a la ligera abrazos y besos a las jugadoras. En un entorno laboral
conviene guardar las formas. Entre hombre y mujer es más adecuado estrechar la
mano. Si esto me pareció inapropiado, pese a la euforia por el gran reto
conseguido, el beso en la boca a Jenni Hermoso me dejó, descolocada.
En el ámbito del protocolo quien ejerce
responsabilidades públicas en una institución o en una empresa, debe ser
extremadamente cuidadoso y acertado con sus palabras, gestos y actos. Porque
con ellos transmite un mensaje muy potente. Porque el cargo que ocupa
representa a muchas personas y en determinados momentos, como es el caso, a
todo un país.
Una de las principales características del
protocolo es generar entendimiento desde el respeto y la buena convivencia. El
protocolo pone a cada uno en su lugar, es decir, a la mujer en las mismas
condiciones que el hombre. Por ello todo cargo público, institucional o
empresarial, atendiendo a los principios de igualdad de género está obligado a
mostrar equidad y respeto hacia todas las personas. El presidente del organismo
rector del deporte rey en España no lo hizo.
Desde
el protocolo y la comunicación y también desde el sentido común y la educación,
resulta evidente que su comportamiento estuvo muy fuera de lugar. En el ámbito
laboral, la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de
mujeres y hombres establece que “un contacto físico deliberado y no solicitado,
abrazos o besos no deseados, acercamiento físico excesivo e innecesario son
conductas constitutivas de acoso sexual”.
Evidentemente todos cometemos errores, somos humanos.
Pero el mayor error es no saber pedir de inmediato una disculpa sincera,
sentida, completa y efectiva. Al final eso es lo que distingue y dignifica a
unas personas de otras.
Por
otra parte, me parece excesiva la cobertura mediática que le están dando a este
asunto. Rubiales tendrá que asumir la responsabilidad que le corresponda. Lo
importante es que esto sirva para seguir avanzando en materia de igualdad de
género. Y que este tipo de situaciones no vuelvan a producirse, ni en lo
público, ni en lo privado.
Lo
sucedido en la entrega de premios del mundial del fútbol femenino solo es la
punta del iceberg de un problema de fondo, el machismo, que viene dándose en
todos los ámbitos de la sociedad. No podemos obviar que, en el mundo del
fútbol, el deporte número uno, existe el machismo desde todos los niveles,
desde los directivos, técnicos, jugadores, periodistas y aficionados.
Si
se consiguiera ir eliminando los comportamientos machistas, con toda seguridad,
tendría un efecto rebote en el resto de actividades deportivas y por tanto en
toda la sociedad. El deporte es una excelente herramienta para facilitar la
integración, la cohesión social, la conciliación de relaciones interpersonales
y la formación de los jóvenes. Además de aportar bienestar físico y mental.
Otra cuestión
a tener en cuenta es que debemos obligarnos a ser cautos a la hora de valorar,
opinar y posicionarse. Porque todo se tergiversa, se amplifica o minimiza según
convenga e interese, como estamos viendo con este y otros temas. Es importante
buscar fuentes de información fiables que nos ayuden a adoptar una opinión
razonada.
Sin perder
jamás nuestra libertad y derecho a opinar, conviene asumir que nunca estaremos
exentos de dejarnos influenciar y equivocarnos. Tendremos que aprender a
admitir errores y rectificar posiciones con serenidad y naturalidad.