He disfrutado muchísimo con esta novela, profunda, directa y sencilla, que te llega al corazón. Os la recomiendo. Pedro Simón aborda el tema de las relaciones humanas, de los afectos y las pérdidas, los silencios y vacíos emocionales, y la necesidad de ser agradecidos. Nos hace reflexionar, desde la ternura y la culpa, sobre las personas que sin ser familia han dejado una profunda huella en nosotros. Nos formaron, educaron y acompañaron en muchos sentidos de la vida, y quizás en su momento no supimos valorarlos como merecían. Sí, somos muy ingratos.
El autor nos mete de lleno en la vida de una familia de los años sesenta que se adapta a una nueva sociedad, que entre otros muchos cambios inicia la emigración del campo a la ciudad buscando un mejor futuro para los suyos. Dos narradores, David el hijo menor de una maestra y Emérita contratada para cuidar del pequeño, nos mostrarán la rutina y costumbres de un pueblo. La relación entre padres y hermanos, y el amor incondicional, ese que ayuda a crecer y a vencer lo que se va presentando.
Pedro
Simón nos invita a valorar y agradecer todo aquello que recibimos, y nos
muestra como el dolor también transforma y sana. No ayuda a reflexionar sobre
la decadencia de la persona una vez que los valores se pierden.


