miércoles, 2 de julio de 2014

Desnutrición infantil en España.




Imagino que a la mayoría nos incomoda reconocer, que en nuestra sociedad está aumentando la desigualdad. Desigualdad que evidentemente se ceba con los más pequeños, los niños. Chiquillos a los que cada día demasiadas familias no pueden ofrecerles una buena alimentación y educación, como necesitan y merecen. Por la elevada tasa de adultos desempleados, y la reducción de becas y ayudas de comedor y libros. Comedores escolares que se han convertido en una necesidad básica para muchos alumnos. Y que cerrando este verano, provocaran que los niños no reciban ni siquiera una comida completa y equilibrada al día. Nos cuesta creerlo, verdad. Pero la realidad, por desgracia, aunque algunos traten de maquillarla supera con creces la ficción.

Algunas declaraciones de políticos sinceramente me han irritado. Más les valdría haberse callado. Cómo se atreven a insinuar siquiera que cientos de niños no pasan hambre, sino que están siendo mal alimentados por culpa, desconocimiento o desinterés de los padres. Mienten entonces los profesores que denunciaron públicamente que se les desmayaban algunos alumnos,  rebuscaban comida en las papeleras del patio de sus colegios, y acudían a clase con falta de aseo personal y ropa de abrigo.

Señalaba hace unos días Unicef que en España más de dos millones de niños son pobres. Sí han leído bien, superan los dos millones. Advierten que nuestro país, hace un esfuerzo de inversión de políticas de protección social de la infancia muy inferior a la media de la UE, con un gasto por habitante de 270 euros al año frente a 510 euros de la media europea.
Y por si esto no fuera suficiente descorazonador, la Fundación Anar ha alertado de un incremento “preocupante” del maltrato infantil en nuestro país.

Preocupados deberíamos sentirnos además porque la población española envejece a pasos agigantados. La natalidad, por quinto año consecutivo, continúa descendiendo. Dentro de unos años peligrará la sostenibilidad del estado de bienestar y los sistemas de pensiones y salud. Pero como vivimos tan al día, con tantas prisas y carreras, desasosiegos, incertidumbre e inquietudes pocas veces nos paramos a reflexionar sobre lo que se nos avecina. La esperanza de vida de los españoles va aumentando, y por tanto también las necesidades y cuidados especiales que la propia vejez acarrea.

Los niños son seres asombrosos. Combinaciones de energía, curiosidad, imaginación, audacia y entusiasmo.  Esperanza de futuro. Nuestro tesoro presente, nuestro reflejo y nuestra absoluta responsabilidad. Como vivan su infancia les marcará de por vida. Lo que hagamos con ellos nos repercutirá positiva o negativamente.
Afirma W. Wilde que “los niños empiezan queriendo a sus padres, al cabo de un tiempo los juzgan, raramente por no decir nunca, los perdonan”.
Termino con una definición de Paulo Coelho, para que nuestros políticos y la sociedad en general, empiecen a cuestionarse y valorar lo mucho que perderíamos si nos quedáramos sin niños. “Un niño puede enseñar tres cosas a un adulto: a ponerse contento sin motivo, a estar siempre ocupado con algo y a saber exigir con todas sus fuerzas aquello que desea”.

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