martes, 17 de mayo de 2016

Alimentación y cáncer. Mucho por aprender e investigar.


Anoche asistí a la charla titulada “Alimentación y cáncer” impartida por Juana Mª Morillas Ruiz, doctora en farmacia y profesora de nutrición en la Universidad Católica de Murcia, UCAM.

La ponente nos dejó claro que saber alimentarse de forma equilibrada y saludable es importante, tanto para disminuir la posibilidad de desarrollar un cáncer como para afrontarlo una vez diagnosticado. Morillas Ruiz nos explicó que “algunos alimentos, como las grasas de origen animal y el alcohol, contienen sustancias que proporcionan energía, nutrientes y transporte a las células tumorales. También la obesidad aumenta de forma disparatada, en un 45%, el riesgo de desarrollar un cáncer. Es decir, a mayor sobrepeso mayor probabilidad”.

La conferencia dividida en dos partes, alimentación y prevención, y  alimentación en paciente oncológico, resultó amena y con mucho contenido. Antes de resumirles lo más destacado quisiera destacar algo que a mí me impresionó bastante. Agradezco a la doctora su ética y sinceridad.

Juana Mª Morillas nos explicó que un 40-80% de pacientes diagnosticados de cáncer desarrolla algún grado de desnutrición, anorexia, a lo largo de la enfermedad. La intervención nutricional debería ser precoz y formar parte del tratamiento integral del paciente oncológico.  Suministrar al paciente un soporte nutricional, que por cierto son caros, serviría para prevenir o corregir las deficiencias nutricionales, mejorando la tolerancia y respuesta del tumor al tratamiento. Prolongaría la supervivencia. Reduciría complicaciones y tiempo de hospitalización y  mejoraría la calidad de vida del paciente. No aportar ese soporte nutricional puede suponer que de 100 personas 30 mueran más por la desnutrición que por el propio cáncer.

“En España según datos del Estudio Nupac únicamente el 15% de los pacientes oncológicos recibió algún tipo de soporte nutricional. Y sólo un 7% fue evaluado por un experto en nutrición, porque la formación en nutrición clínica de los profesionales no directamente relacionados con este campo resulta insuficiente. Deberían existir más unidades de nutrición en el sistema de salud y más equipos multidisciplinares coordinados”.

Les invitó a leer algunas de las cosas que nos expuso la ponente.

“Se estima que hasta un 40% de los tumores en varones y un 60% en mujeres están relacionados con la alimentación”.

“Se considera que los factores dietéticos son responsables del 30% de los fallecimientos por cáncer”.

“Una alimentación saludable, el mantenimiento del peso corporal dentro de los límites recomendables y la realización del ejercicio físico pueden contribuir a disminuir hasta un 40% la incidencia de cáncer”.

“El riesgo de cáncer aumenta con las grasas. Es necesario reducir el aporte calórico de grasa a menos del 30% del total de calorías. Las grasas actúan en la fase de promoción, es decir, facilitan y activan el crecimiento de células cancerosas. No es tanto la cantidad de grasa como el tipo de grasa. El tocino, la parte grasa que contiene la carne, la grasa de los lácteos. En definitiva la grasa saturada de origen animal”.

“El alcohol está catalogado como cancerígeno por la Internacional Agency for Research on Cancer, IARC. Está relacionado con el cáncer de hígado, esófago, cavidad oral, laringe, mama y colo-rectal. El alcohol causa daño celular directo, modulación de la metilación del ADN, aumento de acetaldehido (proliferación), hiperestrogenismo e interacción con folatos. No hay diferencias entre tipos de bebidas, no es peor la ginebra que el coñac o la sidra, porque el responsable es el etanol”.

“No quiero generar controversia con el consumo de carne vacuna. Pero consumir más de 120 gr de carne roja al día puede aumentar el riesgo de cáncer de colon. Y el cáncer de mama en las premenopáusicas".

“Si cocinamos las carnes a altas temperaturas se generan hidrocarburos aromáticos que son cancerígenos. Por eso nunca se debe comer la zona más quemada, tostada o torrada del filete o chuleta de carne. También es perjudicial la carne ahumada, en conserva o los embutidos porque contienen nitritos”.

“Aunque los resultados de estudios de cohortes realizados desde mediados de la década de 1990, no muestran una evidencia convincente sobre que las verduras y frutas protegen contra el cáncer, se siguen recomendando porque no hay evidencia de daño o riesgo. Y porque el beneficio a nivel cardiovascular (HTA-ACV e infartos) sí está demostrado”.

“El riesgo de cáncer baja con la fibra. La fibra ejerce un efecto protector contra el cáncer de colon. Las fibras son fermentadas por las bacterias colónicas y ejercen su efecto protector mediante la aceleración del tránsito intestinal, por la adhesión de carcinógenos químicos, la producción de ácidos grasos de cadena corta (anticarcinógenos) y la inducción de apoptosis”.

“Otro protector de la dieta son los folatos, el ácido fólico. Repara el ADN. Cuanto más verdes, rojas y oscuras son las verduras más cantidad contienen. Por ello no hay que eliminar las hojas más verdes de las lechugas. Ni cocinar las verduras a altas temperaturas porque con el calor el ácido fólico se destruye. Debemos comerlas crudas, en batidos”.

“También son muy recomendables los carotenos. Los contienen las zanahorias y los tomates. Cuanto más rojos sean mejor. Si al tomate se le añade aceite de oliva o se fríe, todavía es más activo el licopeno".

“El consumo de vitamina D, aceite de bacalao y pescados grasos como el salmón, protege frente al cáncer de colon”.

“La desnutrición calórica-proteica severa es el diagnóstico secundario más frecuente en el paciente oncológico. La prevalencia es del 15-20% al diagnóstico y hasta de un 80-90% en casos de enfermedad avanzada”.

“Consecuencias de la desnutrición: se reduce la efectividad del tratamiento oncológico, aumenta el riesgo de toxicidad, disminuye la capacidad funcional, se incrementa el riesgo de complicaciones postoperatorias, aumenta la estancia hospitalaria y se produce un empeoramiento de la calidad de vida del paciente”.

“Consecuencia de la desnutrición es el aumento de la morbi-mortalidad. La caquexia pulmonar es responsable de la muerte de un tercio de los pacientes con cáncer. Una pérdida de peso de más del 10% del peso habitual es un marcador independiente de morbi-mortalidad”.

“De entre los distintos marcadores pronósticos, como tipo de tumor, estadio o estado general de paciente, la pérdida de peso es el potencialmente más sensible a la intervención terapéutica”.

“La malnutrición enérgico-proteica produce un deterioro del sistema inmune, fundamentalmente de la inmunidad celular, con las consiguientes complicaciones infecciosas. Se produce una alteración en la cicatrización de tejidos, con riesgo de aparición de dehiscencias de suturas, eventraciones y fístulas en el posoperatorio”.

“La  malnutrición es un factor pronóstico negativo independiente y predictivo de un aumento de toxicidad de la quimioterapia. Provoca la peor tolerancia de los fármacos, condiciona retraso y disminución de la dosis administrada. La malnutrición se asocia a una menor respuesta a la quimioterapia. En los pacientes que presentan desnutrición severa al inicio del tratamiento radioterápico se puede predecir peor tolerancia y bajo nivel de respuesta al mismo”.

“La alimentación, el estado nutricional, la pérdida de peso, y el impacto que todo ello tiene en la imagen corporal y en las relaciones familiares y sociales son percibidos por el paciente como factores relevantes en su apreciación de la gravedad y de la evolución favorable/desfavorable de la enfermedad”.

“Los pacientes oncológicos se desnutren por alteraciones mecánicas o funcionales del aparato digestivo y por alteraciones metabólicas secundarias al tumor.  El tratamiento quirúrgico, radioterápico y quimioterápico entraña un riesgo nutricional”.

“Para combatir la desnutrición, la anorexia, hay que consumir porciones de alimentos cada 2 o 3 horas. Hay que comer alimentos altamente calóricos y de alta densidad proteica. Hay que evitar lo alimentos de bajo valor calórico (gelatinas, soda, agua) No hay que consumir líquidos junto con las comidas para evitar el problema de saciedad temprana. Conviene realizar ejercicio para estimular el apetito”.

“Para combatir la desnutrición la dieta se puede enriquecer, por ejemplo, añadiendo a las sopas o cremas leche líquida y leche en polvo, quesitos, más aceite. A los yogures se les pueden añadir frutos secos triturados. A la fruta leche condensada, miel, caramelo líquido. Hay que ingeniarse snacks con presentaciones apetitosas y variadas”.

“La quimio y la radio producen mucositis, inflamación de las membranas reproductoras del revestimiento del tracto gastrointestinal, xerostomía, sequedad bucal por la falta o disminución de la saliva, y disgeusia, alteración en la percepción relacionada con el sentido del gusto.  Pueden aparecer también nauseas, vómitos, diarreas, estreñimiento, un sabor metálico, yagas, caries, dificultad para tragar, cansancio, debilidad, agotamiento. Todo esto se puede combatir”.

“Para evitar nauseas y vómitos se deben realizar comidas frecuentes y en pequeñas cantidades, cada 3 horas como los bebes. No beber líquidos con las comidas. No cocinarse uno mismo la comida. Evitar alimentos con fuerte olor. Consumir alimentos frescos y templados. Evitar alimentos muy condimentados  y de alto contenido graso. Dar variedad a la dieta”.

“Para mejorar la mucositis, xerostomía y disgeusia hay que comer alimentos blandos y procesados. Lubrificar los alimentos con salsas, crema, aceite, leche. Evitar los alimentos secos (tostadas), irritantes o picantes. Hay que evitar los alimentos calientes, mejor templados o fríos. Consumir porciones pequeñas y tragar lentamente, sin prisas. Comer caramelos ácidos sin azúcar. Y variar mucho el menú”. 

Esta charla fue una de las cuatro, la última impartida, de la I Jornada sobre alimentación y salud, organizada por la Concejalía de Sanidad del Ayuntamiento de Yecla en colaboración con las asociaciones Ayac, Afay y Afiye.




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