Lily Graham nos ofrece una novela corta, ágil, fácil de leer, de personajes muy bien caracterizados, entrañables, interesante y muy bien ambientada, contada en tres tiempos, transcurre en dos épocas distintas. La ocupación de París por la Alemania nazi y la década de los años sesenta. La protagonista, Valerie, decide indagar sobre el pasado de sus padres a los que no conoció. Y por qué ella fue criada por un familiar en Inglaterra. Para conseguir su objetivo viaja a París, para trabajar como una simple empleada, sin descubrir su identidad al principio, en la librería de su abuelo materno.
LiLy Graham aborda temas como la complicada convivencia de alemanes y franceses, de ocupantes y ocupados. La búsqueda de la identidad personal y familiar. La amistad, el amor, la sinceridad y lealtad. Defiende que siempre deberían contar más los actos y forma de ser de las personas que su origen. La dureza de la vida en tiempos de guerra, donde no todos los buenos son buenos ni los malos tan malos.
“Lo que muchos aún no han entendido, después de declarar tantas guerras, es que al final no hay vencedores de verdad… Solo hay víctimas, y lo siguen siendo hasta mucho tiempo después de que el conflicto haya terminado”.
“Alemania era un país difícil donde crecer. Estábamos atravesando una gran depresión. Todo cuanto producía el país servía para pagar las consecuencias de una guerra que no comenzamos. La gente sufría y moría de hambre. Y entonces apareció él y las cosas mejoraron durante un tiempo. Hasta que todo empezó a empeorar, y mucho, hasta que nada tuvo sentido. Y, de repente, mis amigos, personas con las que había debatido sobre política, sobre religión y sobre nuestro país, se convirtieron en fanáticos incapaces de razonar. Les habían lavado el cerebro, y si te atrevías a decir algo, suponía la cárcel o la muerte. Nunca quise esto, créeme”.
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