sábado, 25 de mayo de 2013

Libres para decidir.





Me intrigan y asustan, las personas que presumen y admiten tenerlo todo muy claro y decidido en la vida. Porque cualquier asunto, cuestión o problema siempre se presenta lleno de matices. Las acciones o decisiones nunca se pueden catalogar de color blanco o negro. Me preocupa, y bastante, la obsesión de muchos por querer controlar y someter a todos.
Inevitable resulta estos días hablar sobre la reforma de la Ley del aborto. Tema polémico sin duda. Quizás un poco arriesgado manifestarse sobre el mismo, pero me voy a lanzar a la piscina. Porque entre otras cosas estoy harta de tanta hipocresía y doble moral. Estoy cansada y aburrida de una gran afición que se practica a diario en nuestro país: juzgar a los demás.
Desde luego no me voy a posicionar ni a favor ni en contra del aborto. Porque si algo me ha enseñado la vida, es que hasta que uno no se encuentra en ciertas situaciones es imposible saber que decidiría, cómo actuaría. Muchos son los que presumen, con excesiva alegría y ligereza, de cómo resolverían sobre ellos mismos o sus hijos. Que vayan con cuidado porque la vida da muchas sorpresas.
Nunca he tenido que plantearme interrumpir o no un embarazo. Pero cuando pienso en ello no puedo asegurarle a nadie que opción tomaría. Porque para bien o para mal cada uno de nosotros va cambiando, evolucionando, transformándose. Ninguno de nosotros pensamos o somos los mismos que hace cinco o diez años. Tenemos todo el derecho del mundo de cambiar de opinión, de medir con otro rasero, de valorar las cosas desde otro ángulo.
Desde luego pocas situaciones se presentan en la vida, como es el caso de un embarazo, que puedan resultar lo más maravilloso del mundo, si se busca y decide libremente, o lo más terrible y complicado de afrontar cuando se presenta de forma inesperada. O el resultado final no va a ser tan perfecto como se soñaba y esperaba.
Si una mujer decide interrumpir su embarazo, quien soy yo o cualquiera de nosotros para juzgarla. Sus motivos y razones tendrá. Por tanto que absurdo e inhumano me parece intentar complicarle el camino. No tiene ningún sentido.
No comprendo qué pretenden con esta reforma. Volver a la clandestinidad. A lo que sucedía en otras épocas. Cuando las mujeres que tenían dinero viajaban a Londres y las que no se arriesgaban, en algunos casos, a perder la vida.
No voy a extenderme más en el tema. No es mi intención que la gente se posicione a uno u otro lado, pero sí que analice la cuestión con la mente abierta, sin prejuicios. Varias cosas sí que tengo muy claras.
Primero que afortunadamente, hoy en día, disponemos de un amplio y variado catálogo de anticonceptivos que debemos de usar para evitar los embarazos.
Segundo que no estoy de acuerdo, en absoluto, y esto sí me parece reprochable, que algunas mujeres utilicen el aborto como un método anticonceptivo. Recurriendo al mismo varias veces a lo largo de su vida.
Y tercero que evidentemente cuando una mujer se queda embarazada, sin desearlo, o sabiendo que ese fruto llegará con graves y serias alteraciones, o temiendo perder su vida en el intento, se debería valorar y analizar su situación, estudiar todas las opciones, todos los recursos y ayudas disponibles, y después que sea ella quien decida libremente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario