Dentro
de unas horas despedimos un año. Y todos recibimos el mismo obsequio. El mejor
regalo que nos puede ofrecer la vida: tiempo. Exactamente 365 nuevos días.
Complicado acertar y generalizar en si resultó positivo o negativo 2013 para la
gran mayoría de nosotros. No sé si conviene e interesa hacer balance de lo
acontecido. Quizás resulte más práctico y agradable guardarnos y recordar sólo aquellos
pequeños momentos que nos hicieron emocionarnos, meditar y sonreír.
Días
llevo queriendo y necesitando escribir, más que el comer. Pero o me abandonaron
mis musas, caprichosas, impredecibles e indomables, o me aturdí y bloquee por
tanta información triste, dramática, injusta e incomprensible que en vez de
hacernos avanzar nos obliga, muy a nuestro pesar, a retroceder, a perder los
derechos por los que tantos lucharon. Afecta y duele comprobar que siempre
pagan los mismos los platos rotos. Y que los que robaron, corrompieron, malversaron,
ocultaron y mintieron siguen en la mayoría de los casos con sus cargos, lujos y
poder. Deberían como mínimo haber cesado en sus funciones y devuelto el dinero
del que sin escrúpulos se apropiaron.
Un
regalo, inesperado, de la mujer que me trajo a este mundo ha logrado
desbloquearme. He decidido terminar el año leyendo el libro de María de Villota
“La vida es un regalo”. Ciento ochenta y ocho páginas que sin duda os
recomiendo.
Escribe
María, que ya no está entre nosotros, “He tenido la suerte de vivir otra vez,
de tener una segunda oportunidad. Transmitirles, como me siento, que he sido
muy afortunada de estar aquí, de vivirles, aunque solo hubiera sido por un
ratito, porque la vida, a pesar de todo… La vida es un regalo”.
Cómo
la comprendo. Porque también a mí, y a mi marido, la vida nos dio una segunda
oportunidad. Sobrevivimos a algo casi imposible, una intoxicación de monóxido de
carbono. Nos salvó la vida, perdiendo la suya, la que hubiera sido mi primera
hija. Mi cuerpo reaccionó y despertó, pero no logró proteger a la vida de casi ocho meses que gestaba.
Aunque
recuerdo cada instante de lo que viví aquel día y los posteriores, a menudo no
soy consciente ni valoro lo suficiente el regalo que se me otorgó. Leyendo a
María me doy cuenta del tiempo y las energías que perdemos, a veces, con
enfados, berrinches y disgustos tan insignificantes.
Si
defiendo y proclamo como ella que la vida es un regalo, sé que algunos, los que
lo están pasando francamente mal porque perdieron su trabajo, su vivienda, los
ahorros, sus relaciones sociales. La salud por consumir comida caducada, y
pasar frío al no poder hacer frente al recibo de la luz, ni adquirir todas las
medicinas que deberían de tomar, torcerán el gesto y exclamarán que resulta muy
cómodo y utópico calificar así a la vida cuando las cosas nos van medianamente bien.
Difícil consolarles y animarles. Aunque algunos traten de silenciar lo que está
aconteciendo en nuestro país, soy bien consciente de todo. Deseo de corazón que
todo este desencanto y calamidad finalice de una vez. No os rindáis, por favor.
Nos
da María un consejo, que al menos yo, pretendo seguir.
“Parad
en seco como si un accidente ocurriera en vuestra vida. Sí, nuestra vida no es
nuestra. Es un trozo de tiempo infinito si lo compartes con quien amas, con
quien te necesita. Y el mismo trozo de tiempo mezquino si no aprecia esto y
cuanto te rodea. ¡Sonríe, por Dios! O por quien tú quieras, pero sonríe, porque
hoy estás aquí y te queda mucho por vivir en este día. Y decide. Decide si
quieres solo llegar o pasear este increíble camino”.
Ojala
2014 sea un buen año para todos nosotros.
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