Anoche casi se me indigestó la cena, al ver
que una cadena de televisión Antena 3, anunciaba a bombo y platillo para el próximo lunes una entrevista en
exclusiva al único condenado, a 170 años de cárcel, por el triple crimen de
Alcásser, Miguel Ricart, libre, en la calle, desde el pasado viernes. ¿Pero cómo se puede permitir esto? Que los
medios de comunicación “el cuarto poder” utilicen y conviertan, una y otra vez,
el sufrimiento en todo un espectáculo mediático, atendiendo sólo a criterios de
audiencia. La audiencia no es sinónimo de calidad, pero por lo que se ve sí de
ingresos económicos. De sobra nos lo están demostrando. Esto no es ético, ni
moral, ni humano. Los medios de comunicación tienen la facultad y el poder de
crear conciencia, de transmitir valores y sin embargo ¿Qué fomentan? Esto hay
que pararlo de una vez. Y me da igual que venga de una empresa privada que de
una pública. Porque lo mismo está haciendo Televisión Española cada tarde,
regodeándose en el morbo, informando, dicen ellos, sobre el crimen de Asunta.
Responsables somos todos, cada vez que
consumimos programas de este corte o perfil. No deberíamos consentir y fomentar
que una tragedia se convierta en espectáculo.
Por
si alguien no lo recuerda, y me duele tener que hacerlo, pero hay cosas que no
se pueden ni deberían olvidar, porque no tienen perdón, porque el responsable
debería estar cumpliendo cadena perpetua, y no me avergüenza decirlo, Miriam, Toñi y Desiré fueron violadas salvajemente, utilizando
incluso objetos con filos cortantes, torturadas, golpeadas y vejadas con un
ensañamiento tan brutal que incluso a los investigadores y expertos más
curtidos les fue difícil de digerir. Asesinadas finalmente de un tiro en la
cabeza.
Por mucho
que lo intentemos, y no conviene sobre todo a las personas sensibles y con gran
empatía, es imposible hacerse una idea de lo que padecieron estas criaturas. Pero
¿Y sus familias? Quién se ha preocupado o se interesa por ellas. Se les ha brindado
algún apoyo o ayuda para afrontar la puesta en libertad del asesino de sus
hijas, hermanas, sobrinas, primas y nietas.
Lo que está
pasando en este país, en muchos sentidos, es tremendo, atroz. No tiene
explicación. Señores, al menos uno de los responsables de aquella salvajada,
está en la calle. Y es probable que acabe hasta ganando dinero concediendo
entrevistas. ¿Se lo imaginan sentadito en un plató de televisión intentando
convencernos de que es inocente? Que se preparen las familias, y todos, para la
que se nos viene encima. Empieza un medio e imitan todos. Van a volver a recordárnoslo
todo, sin escatimar en las imágenes más impactantes.
Pero en qué
nos estamos convirtiendo. Es que no tenemos sangre en las venas sino horchata. O
nos hemos deshumanizado, o somos conformistas y cobardes, sordos y ciegos hasta
límites insospechados.
Siento gran
curiosidad y me gustaría poder verles la cara, a todos aquellos que el lunes se
sentarán delante de la televisión tan tranquilos, incluso ansiosos y
expectantes para ver que les cuenta y transmite este monstruo.
No nos
crucemos de brazos, y sí se puede evitar hagámoslo. Que nadie vea ese programa.
Que nadie saque provecho económico del sufrimiento de otros.
Acaso no se
lo merecen las familias de aquellos tres ángeles. Y otra cosa yo pido, exijo medidas
urgentes de protección y revisión de los códigos penales.
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