lunes, 18 de abril de 2022

El pintor de almas

 

 

La última novela de Ildefonso Falcones, como las anteriores, resulta una interesante propuesta, no defrauda. Te engancha desde el primer momento, manteniendo la expectación del lector de principio a fin.

La acción se desarrolla en Barcelona a principios del siglo XX. Una época de enorme agitación social, de lucha entre la clase obrera que vivía en unas condiciones durísimas, empobrecida y explotada, y la burguesía que alardeaba y competía en lujos y suntuosidad. La novela describe muy bien los acontecimientos históricos con unos personajes que viven todo tipo de vicisitudes y contrariedades. Amor, política, religión, miseria, tragedia, guerra… Son muchos los palos que toca el libro.

He disfrutado mucho con esta novela y sin duda, la recomiendo. Es densa, larga (casi 700 páginas) pero se lee de forma amena y rápida. Quiero destacar algunos párrafos del final del libro, de la nota del autor.

“He pretendido, de la mano del Dalmau, mostrar al lector una visión amplia de un movimiento tan creativo e imaginativo como fue el modernismo, que evolucionó a lo largo de tres decenios, con grandes arquitectos y artesanos que fueron artífices de lo que hoy admiramos. Sin embargo, al lado de esa magnificencia en la construcción de edificios y hasta en la forma de pensar de una parte considerable de la burguesía barcelonesa, coexistía la miseria característica de la Revolución Industrial”.

“Resulta sorprendente el papel que desempeñaron en esa lucha obrera las mujeres. Unas mujeres, como Emma, cuyos derechos distaban mucho de los de los hombres. Portando a sus hijos pequeños encabezaban las manifestaciones para impedir los disparos y las cargas policiales contra sus esposos, hermanos y padres”.

“El gran poeta catalán Joan Maragall calificó a las clases dirigentes de Barcelona de cobardes y egoístas, instó a la Iglesia a acercarse más a los obreros y a colaborar en la creación de una sociedad más justa”.

 

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