En más de una
ocasión he escuchado o leído que “nuestro lenguaje determina la manera en que
abordamos la vida. Tu lenguaje me habla de ti, me dice de ti. El lenguaje es,
en esencia, intercambio de energía y tiempo”.
Parece que está
demostrado que escoger
bien las palabras que nos decimos a nosotros mismos y a los otros nos puede
ayudar a enfrentar nuestros miedos, a fortalecernos, motivarnos, animarnos, dar
aliento a los demás y buscar soluciones positivas en los momentos difíciles. Asistir el jueves 4 de octubre a la
conferencia “Comunícate bien y vive mejor” organizada por
Voades, Voces Amigas de Esperanza, e impartida por la psicóloga Noelia Rubio Rubio
me vino bien. Porque la teoría la conocemos, pero ponerla en práctica ya es
otra cosa. Comparto unas pinceladas de
lo que se dijo.
“Existe gran
diferencia entre las personas que se comunican positivamente y las que no. La
primera opción ayuda a vivir más y mejor. Está científicamente demostrado”.
“En
1986 David Snowdon, doctor en Epidemiología y profesor de Neurología en la
Universidad de Kentucky, inició un estudio de más de 15 años sobre la
enfermedad de Alzheimer. Llamó al proyecto “El estudio de las monjas” porque se
centró en un grupo de 678 monjas católicas, de edades comprendidas
entre 75 y 102 años, ubicadas en distintos conventos de las
Hermanas de Notre Dame, en Estados Unidos. Todas ellas
accedieron a realizarse exámenes físicos y mentales cada año y se
comprometieron a donar sus cerebros a
la ciencia al morir. Se obtuvieron valiosos resultados, entre ellos, que
cuando la mente se mantiene activa, ocupada,
aprendiendo, la salud y el tamaño de la conectividad de las neuronas aumenta.
Las monjas que en sus
autobiografías, escritas cuando entraron al convento, habían expresado un mayor
número de emociones positivas tuvieron una vida hasta 10 años más larga
que el resto”.
“Las palabras que
pronunciamos y escuchamos tienen más importancia y repercusión de lo que
imaginamos, tienen mucho poder. Aprende a expresar qué piensas, sientes, deseas,
de forma clara, sin dañar a los demás. La base de muchos problemas y
sufrimiento radica en un fallo de comunicación”.
“Todo ser humano
necesita afecto, cuidado y protección, y valoración. Cuando estas necesidades
básicas no están cubiertas surgen los problemas. El hombre tiende más a dar
protección, la mujer cuidado. Lo de valorar, reconocer a los demás, es un bien
bastante escaso”.
“El tacto, el contacto, las caricias, ser tocado, es
decisivo para el equilibrio emocional. El
doctor y científico austriaco René Spitz en un estudio comparó a dos grupos de
niños, unos criados en orfanatos y otros atendidos por sus madres en prisión. Los
resultados del estudio arrojaron datos sorprendentes. El 37% de los niños criados
sin madre murieron. No se registró ninguna muerte entre los bebés en prisión,
criados por sus madres. Estos además crecieron más rápido y mostraron mejores
resultados en diversas pruebas de salud. Todos, niños y adultos, necesitamos
afecto físico y emocional”.
“Tomemos
conciencia de nuestro lenguaje. Qué palabras positivas uso conmigo mismo y con
los demás. Antes de hablar párate unos segundos, piensa qué vas a decir. Aprendamos
a ser más generosos a la hora de transmitir lo positivo porque lo negativo sale
muy rápido”.
“Agradecer,
dar las gracias, algo que practicamos muy poco incluso con los niños, es
maravilloso. Porque significa que valoras, que reconoces al otro y eso provoca
ganas de seguir haciendo bien las cosas”.
“Y
qué decir de la sonrisa, os habéis fijado que la estamos perdiendo, que somos
muy serios. Por qué no sonreímos más. Pensamos que así mostramos ser más
responsables o inteligentes. La sonrisa tiene un efecto directo en nuestro
estado de ánimo. Nos acerca al otro, nos predispone. No seamos tan serios y
menos con los niños. Ríete con ellos, a carcajadas”.
“Evitemos
la formulación negativa, nos sale con una facilidad increíble. El ‘no’ genera
tensión, agresividad, malestar. También usamos demasiado el ‘deber’ y ‘estar’.
Nos pesa, nos limita, nos paraliza.
Cámbialo por ‘puedo’ y/o ‘quiero’. Esto nos anima, nos motiva. Párate a
pensar qué palabras usas con los niños, los adolescentes, con quienes tienes
alrededor. Toma conciencia y cambia”.
“En
la relaciones de pareja pretendemos muchas veces que el otro adivine qué nos
pasa, qué queremos. Y los rodeos que damos en ocasiones para proponer, plantear
o pedir algo con lo fácil que es hablar claro. Sé más directo, di lo que
piensas”.
“Luis
Castellanos, doctor en Filosofía e investigador, a través de encefalogramas comprobó
que el 100% de las palabras positivas pronunciadas por un ordenador generaban
una alta activación cerebral, frente a otras negativas o neutras. Entrenar el
lenguaje para usar palabras con clara carga positiva tiene un impacto directo
en la salud, el bienestar y en las relaciones interpersonales”.
“Cada uno de nosotros tiene que
descubrir qué palabras mágicas le activan. Pide a los que tienes al lado que
las usen. Dítelas a ti mismo. Yo puedo, adelante, es posible, me va a ir bien…Muchos deportistas de élite reciben
entrenamiento mental. Se ejercita al cerebro para ampliar los límites del
rendimiento”.
“Dite
cosas bonitas aunque al principio no te las creas. Antes de irte a dormir
piensa en algo bonito y si lo compartes mucho mejor. Tenemos mucho por lo que
dar las gracias. Al levantarte ten un pensamiento positivo. Aprende a
identificar las cosas bellas que tiene tu vida, no esperes a que otro te las
muestre. Toma conciencia y cambia porque los beneficios son incalculables”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario