jueves, 14 de febrero de 2019

A quién interesa que enfermemos





Cuanto más leo, investigo y asisto a charlas sobre nutrición, alimentación y vida saludable impartidas en nuestra localidad por ponentes formados en la materia como el taller celebrado en febrero por Sergio Polo Marco, licenciado en Farmacia y Nutrición,  o las charlas que tuvieron lugar en 2018 a cargo de Esther García-Serna, dietista-nutricionista, en el mes de noviembre, y de Ana Carpena Ortuño, neuropsicóloga, en el mes de abril, promovidas respectivamente por la Asociación de Yecla de Afectados de Cáncer, la Asociación para los Trastornos de la Conducta Alimentaria Yecla y la Asociación para las Personas con Trastorno del Espectro Autista, siempre acabo cuestionándome lo mismo.

¿Cómo es posible que en muchos edificios de entidades y organismos públicos, entre ellos  los propios hospitales, pongan a nuestra disposición máquinas expendedoras con todo tipo de productos insanos?

Resulta paradójico, desconcertante y todo un despropósito que por un lado nos inciten a seguir una dieta saludable, y por otro nos ofrezcan barra libre de grasas saturadas, azúcares, edulcorantes, sales, almidones, glutamato etc. Porque ha quedado holgadamente demostrado científicamente que los pseudoalimentos (todo aquello que tiene forma de comida, huele y sabe a comida, incluso a veces mejor, sacia, pero no nutre) guardan una estrecha relación con trastornos y problemas de intolerancias, alergias, obesidad, diabetes, enfermedades cardiovasculares, cáncer...

Sin pretender fomentar bulos, complots, ni paranoias, a veces resulta inevitable pensar que igual no van muy descaminados los que mantienen que existe una perfecta simbiosis entre la industria alimentaria, que genera enfermedades, y la industria farmacéutica, que produce medicamentos para atacar los síntomas de dichas enfermedades pero no la causa. Tanto unos como otros se enriquecen manipulando nuestra salud. Les interesa mantenernos vivos, porque los muertos no consumen ni comida, ni medicamentos.

Por nadie pongo la mano en el fuego pero no sé si saben que el británico Richard J. Roberts, Premio Nobel de Medicina de 1993, denunció a las grandes farmacéuticas por anteponer sus beneficios económicos a la salud de las personas. El mantiene que “se apoya más la producción de medicamentos cronificadores consumidos de forma serializada, que los que sí serían capaces de curar completamente las enfermedades. En nuestro sistema, los políticos son meros empleados de los grandes capitales, que invierten lo necesario para que salgan elegidos sus chicos, y si no salen, compran a los que son elegidos”.  

Está claro que ganar una batalla contra titanes resulta imposible, pero como consumidores y ciudadanos tenemos mucha más fuerza de lo que imaginamos.
Podemos elegir libremente qué nos conviene o no comer. Pero para eso antes debemos ampliar nuestros conocimientos sobre nutrición. En adelante deberíamos prestarles mucha más atención a los profesionales como los que he nombrado al inicio del artículo.

Se imaginan qué sucedería si todos dejáramos de consumir ciertos productos. Probablemente les desmotaríamos su perfecta simbiosis, o al menos les obligaríamos a reducir azúcares y otros componentes que a la larga nos aportan más malo que bueno.

Que sí, que ya sé que algunos tras leerme dirán que para cuatro días que vamos a vivir no es preciso amargarse no pudiendo comer o beber lo que a uno le venga en gana. Que conocen a gente que sin beber ni una gota de alcohol han padecido problemas de páncreas, hígado. O que sin fumar en la vida y practicando ejercicio han acabado bajo tierra bastante antes de lo previsto. Y no les falta razón porque a veces la vida es así de ingrata, borde y retorcida, ‘penaliza’ al que menos se lo merece.

No debería servirnos esto de excusa para evitar y reducir en lo posible todo aquello potencialmente peligroso para nuestro bienestar físico y psíquico. Por supuesto que podemos zamparnos un bollo, y gozar de un helado y atacar la tableta de chocolate como si no hubiera un mañana, pero mejor hacerlo con moderación y compensando con lo que sí nos conviene ingerir.

Les sugiero empezar a interesarse, investigar y profundizar en el tema, se van a sorprender. Empiecen, por ejemplo, visitando https://www.sinazucar.org/



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