Hace unas semanas se celebraron en Yecla las I Jornadas de Desarrollo Infantil, organizadas por el AMPA del Centro de Desarrollo Infantil y Atención Temprana. Yo asistí a la charla titulada “Cómo afectan las pantallas al cerebro de los niños” impartida por Francisca González Javier, profesora del Departamento de Anatomía Humana y Psicología de la Universidad de Murcia.
La ponente comentó que “hay que proteger a los niños en sus primeros años de vida del uso de los dispositivos digitales. Conocer cómo funciona el sistema nervioso nos permite evaluar y valorar, y en su caso, cambiar y decidir. Las pantallas no son ni buenas ni malas, dependen del uso que les demos. En exceso provocan una sobreestimulación que genera consecuencias”. Comparto un resumen de lo que escuchamos.
“El sistema nervioso lo controla absolutamente todo. El cerebro de un adulto pesa de 1300 a 1500 Kg. Está formado por unos cien mil millones de neuronas, las células más especializadas del cuerpo humano. Se comunican unas con otras, regulan todo lo que hacemos” ·
“Las neuronas tienen ciertas limitaciones, no se reproducen. La que muere no se reemplaza. Pero se puede trabajar con la persona para aumentar las transmisiones y frenar las pérdidas neuronales”.
“El cerebro para funcionar primero necesita estímulos sensitivos, luego elabora una respuesta motora y los distintos procesos”.
“A los seis meses de vida fetal la arquitectura del cerebro es completa. En el primer año de vida se multiplica por tres. A los seis años alcanza el 90% con respecto a un adulto. El proceso de formación culmina de los 18 a los 30 años”.
“El periodo más crítico respecto al desarrollo cerebral es de cero a seis años. Las neuronas aumentan su complejidad, alcanzan su máxima plasticidad. Todas las neuronas que no se hayan utilizado, se eliminan”.
“De los cero a los seis años podemos influir mucho en el desarrollo cerebral. Hay que estimular y entrenar al cerebro en entornos naturales y sociales. Necesita estímulos variados, diversos, en espacios diferentes”.
“En el desarrollo cerebral participan variables biológicas, de crianza y ambientales que interaccionan de manera recíproca. Que van a determinar la cognición, el comportamiento y la emociones para el resto de la vida”.
“El cerebro regula el movimiento, la atención, el aprendizaje, la conducta. El habla, la personalidad, el juicio, la racionalidad. La organización y planificación, la anticipación, la memoria de trabajo, la flexibilidad mental”.
“Para un buen desarrollo cerebral se necesitan estímulos percibidos por diferentes órganos sensoriales. Estímulos variados, a una velocidad adecuada, en espacios diferentes y que permitan la interacción con los otros”.
“Las estructuras cerebrales inmaduras dependen fuertemente de la interacción con los adultos para decodificar y significar los estímulos que reciben”.
“Cuando usamos pantallas los estímulos solamente son auditivos y visuales. Nos llegan muchos a la vez y muy rápidos, en un espacio reducido, sin interacción con otros. Generan una sensación placentera, una recompensa inmediata”.
“Un cerebro sobreestimulado libera dopamina, genera bienestar, sensación placentera. La esquizofrenia está asociada al exceso de dopamina”.
“Los niños, es espacios diferentes, necesitan subir, bajar, arrastrarse, rodar, correr, saltar. La actividad motora oxigena al cerebro, reduce la inflamación y genera endorfinas. Las endorfinas también producen placer y son menos peligrosas que la dopamina”.
“El uso de las pantallas puede provocar retraso psicomotor y de lenguaje. Un incremento de peso y aislamiento social. El niño necesita interacción humana, que un adulto le hable”.
“Si a un niño le damos una pantalla para comer, para que no se aburra, evitar rabietas y que nos deje un rato tranquilos podemos generar una desregulación emocional. No será capaz de discriminar lo importante de lo secundario, no expondrá sus emociones, positivas y negativas. Tendrá dificultad de afrontar los problemas diarios. Todo esto acaba provocando ansiedad y depresión”.
“Para un desarrollo saludable el uso de las pantallas de cero a tres años debería ser ninguno. De cuatro a seis años un máximo de media hora al día, no como hábito y siempre acompañados de un adulto. De siete a doce años siempre supervisados, una hora al día máximo”.
“Nuestros hijos son los denominados nativos digitales, pero no tienen por qué ser además huérfanos presenciales. Tenemos que convivir con el ámbito digital. Pero en los primeros años de vida debemos protegerlos para un desarrollo normal de su cerebro”.
“El sueño es fundamental. Si estuviéramos una semana entera sin dormir nada, moriríamos. Con el sueño se produce y sintetiza todo lo que necesitamos. Dormir bien mejora el sistema inmunitario”.
“Niños y adultos no deberían utilizar pantallas dos antes de irse a dormir. Al hacerlo impedimos que el cerebro produzca melatonina. Si un niño no duerme bien manejará peor sus emociones, estará irascible. Tendrá menos paciencia y peor aprendizaje”.
“Y qué podemos hacer. Pues buscar siempre un equilibrio, estimular sin sobrecargar. Ofrecerle actividades como leer, dibujar, pintar, que fomentan la paciencia y la espera. Ofrecerles alternativas de ocio saludables. Jugar, correr, relacionarse con otros niños. También dejarles tiempo para que se aburran y aprendan a entretenerse solos. Entrenar a relajar el cerebro. Y cuando usen pantallas elegir siempre un contenido apropiado a su edad, siempre acompañados de un adulto”.
“Los adultos son los que deciden. Los que deben gestionar el uso de los dispositivos digitales. Deben estar vigilantes, en la infancia de manera continua. No olvidemos nunca que los niños aprenden por imitación”.
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