martes, 22 de abril de 2014

La lectura, un vicio confesable.



Les propongo que descansen unos minutos. Lo suficiente para valorar lo afortunados que somos por poder disfrutar de la palabra escrita. Por poder celebrar cada 23 de Abril el Día Internacional del Libro. ¿Se imaginan un mundo sin libros, sin literatura? Qué sería de nosotros, si nuestros antecesores no hubieran podido dejar por escrito todo lo experimentado y aprendido a lo largo de los siglos. ¿Se sienten capaces de recrear un mundo sin recuerdos, sin memorias? Yo desde luego que no. Imaginen un lugar en el que no se pudieran expresar y compartir emociones, sueños, vivencias. Un mundo estéril, yermo, gris, vacío. Sin imaginación, ni creatividad. Sin historias, sin lecturas llenas de amor, felicidad, tristeza, odio, drama. Capaces de conmovernos, de hacernos reflexionar, vibrar y activarnos.
Los libros, la lectura es mucho más que un medio de plasmar ideas y pensamientos. De abrir la mente, el corazón y la imaginación hasta límites inimaginables. Un vehículo extraordinario para comunicar, enseñar y aprender. La palabra escrita es una de las mejores herramientas de comunicación que tenemos. Los libros nos hermanan, con ellos la vida se entiende, se vive y se comparte mucho mejor.

Cierto es que todos tenemos obligaciones y responsabilidades, que devoran gran parte de nuestro día a día. Pero pobre excusa resulta escudarse en ellas para argumentar que no tienen tiempo para leer. ¿Consideran, quizás, que enfrascarse en una novela, cuento, artículo, poema o ensayo significa desperdiciar parte de su precioso tiempo? Qué equivocados están los que pudiendo leer, renuncian a ello. Siempre se puede encontrar un rato para deleitarse con un buen libro.  Todo es cuestión de elegir que nos compensa, nos nutre y satisface más. La lectura debería situarse siempre en los primeros puestos frente a otras distracciones.

Señalaba Mario Vargas Llosa que “leer una novela es uno de los más estimulantes y enriquecedores quehaceres del espíritu. Una actividad irremplazable para individuos libres, y que, por lo mismo, debería inculcarse en las familias desde la infancia y formar parte de los programas de educación como una disciplina básica. Nada enseña mejor que las buenas novelas a ver, en las diferencias étnicas y culturales, la riqueza del patrimonio humano y a valorarlas como una manifestación de su múltiple creatividad”.

Estudiado y demostrado está, que una persona que no lee o apenas lo hace podrá hablar mucho, pero siempre comunicará poco porque dispondrá de un repertorio muy limitado de palabras para expresarse. Leyendo se aprende a hablar con corrección, profundidad, rigor y sutileza. La lectura nos enseña a dominar el lenguaje y a expresarnos con propiedad. Es un magnífico vehículo que enriquece nuestro conocimiento, y amplia y diversifica nuestra cultura. Del que no debemos ni podemos prescindir pues dejaríamos de sentir, de aprender, de pensar. Sumergiéndote en un libro te diviertes, desconectas, vives otra vida, otra realidad. Sueñas, eres libre. Y de forma directa e intensa a través de la ficción, sin apenas esfuerzo ni conciencia, aprendes de los actos, decisiones, dudas, aciertos y errores de cientos de personajes, de fantasmas que te enfrentan a verdades contradictorias. 

Lean tanto y tan variado en autores y temática como puedan. Disfruten y sean dichosos de algo que está al alcance de todos nosotros. Conviértanlo en un vicio. Sano, excitante y muy gratificante. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario