domingo, 8 de septiembre de 2013

Dinero y política desbancan al espíritu deportivo.



Por mucho análisis y vueltas que le demos, las razones por las que Madrid no ha conseguido  los Juegos Olímpicos de 2020 nunca se sabrán. Todo es tan relativo.
En teoría, se vota con rigor por el proyecto más sólido y realista. Y el espíritu de la candidatura es eminentemente deportivo, dicen. Pero no creo equivocarme demasiado, al pensar que el mayor peso en una decisión de este calibre lo tiene la política, que en nuestro caso ha restado credibilidad a este país, y las finanzas, escasas para acometer un acontecimiento de esta magnitud.
Hablando claro que el COI confía en quien más dinero tiene.
Creo que deberían aparcar a corto o medio plazo el sueño olímpico. Con olimpiadas o sin olimpiadas, uno de los pilares fundamentales de un país es desarrollar una buena política de promoción de deporte, tanto en el deporte de base como en el apoyo a los deportistas de élite. Podemos presumir de un elenco de deportistas extenso y exitoso. Que nuestros deportistas lleguen con la calidad y en las mejores condiciones  a Río2016 es lo que realmente debería de importar ahora. Porque tras el anuncio en el mes de marzo de la reducción del 34% de presupuestos para las federaciones, muchos deportistas han tenido que renunciar ya al profesionalismo, para poder compatibilizar su dedicación al deporte con otros trabajos con los que ganarse económicamente la vida. Y otros están optando por salir fuera de España.
La práctica deportiva es fundamental para el desarrollo en salud, integración, cooperación, solidaridad, igualdad, socialización, y para generar una imagen pública de un país.
Nos hemos quedado sin olimpiadas pero el deporte español tiene actualmente un altísimo nivel. El reciente mundial de natación en Barcelona así lo demuestra. Por poner un ejemplo entre otros muchos. Lo que realmente importa ahora es apostar por nuestros deportistas, promocionarles y ayudarles para que con su talento y esfuerzo, consigan muchos triunfos y medallas. Y sigamos sintiéndonos muy orgullosos de ellos.
No vamos a ser sede olímpica en mucho tiempo. Pero no dejemos escapar otras opciones y oportunidades. Posiblemente mejores. Porque mis dudas tengo sobre la rentabilidad de una olimpiada. Sobre sí las obras y concesiones se otorgan en primer lugar a los amigos. Sobre el uso y mantenimiento posterior de las instalaciones, que probablemente nunca vuelvan a utilizarse con aforo completo, y eso sí se usan...
De lo que sí estoy segura y alabo, es el excelente trabajo no remunerado de los voluntarios. Sin ellos el gasto tan elevado y la deuda a posteriori, sin duda, se incrementaría todavía más.
Hay que poner los talentos a funcionar pero ya.

1 comentario:

  1. Yo tenía el corazón "partío".

    Por una lado, deseaba que no fuera concedida la Olimpíada, ya sabes... por darles un remojón a los políticos y porque nuestra economía tampoco lo permite. Y por otro lado, éstas son un revulsivo para los deportistas (económica y psicológicamente), basta recordar el número de medallas en Barcelona, por lo que en este aspecto hubiera preferido la concesión.

    Al final, creo que ha sido lo mejor. Sin embargo, somos tan incompetentes que tiene que venir alguien a decirnos lo que NO tenemos que hacer.

    Lástima. Quizá la generación de nuestros hijos sea lo contrario de lo que está siendo la nuestra.

    Saludos Delfina, y buen artículo.

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