domingo, 9 de marzo de 2014

Los principales riesgos políticos actuales



Cuando hablamos de “riesgo” nos referimos a la probabilidad de que un hecho o un acto, puedan provocar consecuencias negativas para una persona, organización o entidad. Que los resultados que pretendíamos al final sean mayores o menores de los esperados. 
En política el riesgo, la incertidumbre, siempre está presente. ¿Cómo seremos capaces de conquistar el poder, mantenerlo y expandirlo? Una buena o pésima decisión política, podrá generar todo un abanico de consecuencias. Unas previsibles y otras imposibles de prever. Quizás la política se pueda comparar a una partida de ajedrez. Todas las piezas son visibles y todas tienen importancia. Aunque creamos haber ganado la partida no conviene nunca dormirse en los laureles.
En lo primero que tendría que pensar un futuro líder político o partido, es en saber utilizar una de las más potentes herramientas de las que dispone. Que podrá generarle grandes éxitos o grandes fracasos. Me refiero a la comunicación. Con ella podrá emitir un mensaje, vender u ofrecer un producto y además influir en el receptor, en el ciudadano.
Comunicación significa “compartir y poner en común” ideas, sentimientos, proyectos, acciones. Lo que marca la diferencia entre ser o no ser un buen comunicador no es tanto lo que decimos, sino cómo lo decimos.

Uno de los riesgos en política es confundir atributos con capacidades. Perder legitimidad, confiabilidad, credibilidad y proactividad. No marcarse unos objetivos claros, concretos y específicos. Realistas, alcanzables, coherentes y motivadores.
Para evitar esos riesgos hay que incrementar la habilidad de observación. Enfocando todos los esfuerzos en una misma dirección. Marcando unas estrategias. Optimizando los recursos humanos y económicos de los que disponga el candidato o partido. Detallando las actividades a realizar. Coordinando y organizando. Motivando y generando sinergias entre todos los integrantes del partido. Generando confianza dentro y fuera del mismo.
Hay que aprender a dominar el lenguaje verbal y el lenguaje no verbal, para convertirse en un buen comunicador. Si el contenido y las palabras son importantes, mucho más lo es la forma de transmitirlas. La voz, su intensidad y volumen. Su tono y timbre. La velocidad y el ritmo. La postura, los gestos, los movimientos. Todo transmite, todo comunica.
Al igual que en otros ámbitos de la vida, en política resulta muy arriesgado improvisar, precipitarse, confundir, ocultar la verdad y manipular la información. Para evitar estos errores, resulta imprescindible contar con una permanente estructura comunicacional interna y externa. Que nos permita formular y difundir un mensaje coordinado y unificado. Con ello conseguiremos fuerza, unión y credibilidad a largo plazo.

Uno de los hechos más dramáticos y difíciles de resolver en las democracias actuales, uno de los grandes riesgos en política, es la pérdida de credibilidad política y el desencanto de los ciudadanos hacia la política y sus representantes. Para luchar evitar y afrontar este riesgo hay que aprender a dominar la Comunicación Política 2.0. Interesa y mucho conocer, y usar bien las redes sociales. Porque nos están demostrando, día a día, su enorme capacidad de movilización de la ciudadanía.
Una buena estrategia de comunicación debe estar además integrada por campañas informativas, estudios de marketing político y sociológico. Asesoramiento de imagen. Entrenamiento en técnicas de comunicación, negociación y gestión de liderazgo reputacional.

En mi opinión creo que todo aquel que lleve intención de dedicarse a la política, hoy más que nunca, debería llevar a cabo un auténtico proceso interno de revisión de los principios básicos de la política. De sus códigos deontológicos y del verdadero papel de los partidos en el proceso democrático. La gestión de la confianza, la imagen y la creación de un valor añadido resulta: urgente. Ójala la confianza, el respeto y el compromiso se conviertan en una nueva teología de la comunicación política.

Como apunta Rafael Rubio, profesor de Derecho Constitucional en la Universidad Complutense de Madrid, “a los ciudadanos hay que llegarles de manera cercana y creíble. Para que funcione una campaña ingredientes indispensables son continuidad y perseverancia. Una campaña debe tener contenido, algo interesante que contar. Hay que ponerse en la piel del otro, conocer bien a la gente. Y para conocer bien a la gente no hay otra fórmula que escuchar. Saber escuchar es tomar en serio a los demás, también exige contestar cuando sea necesario, e incluso cambiar de opinión a mitad de camino, explicándolo razonablemente.
La autenticidad no tiene precio. Y lograr que la gente corriente hable de tu campaña es mucho más eficaz, genera mucha más confianza, que adiestrar a una legión de portavoces oficiales y representantes. El problema no es si permitirles hablar de ti, lo harán de todas formas, el problema es ayudarles a hacerlo lo mejor posible. La clave siempre son las personas”.

Señala Guillermo López, profesor titular de Periodismo en la Universidad de Valencia que “una dificultad de la acción política llevada a cabo en Internet, es romper el círculo de los afines que en la práctica acaba constituyendo la mayoría de la audiencia. Evitar la sensación de que estamos convenciendo a los ya convencidos. Se trata de llegar a audiencias menos significadas en lo ideológico. El político tiene que saber parecer paradójicamente, menos político”.
 
Deseo también plasmar porque lo comparto, lo que nos aporta Atoni Gutiérrez-Rubí, Asesor de Comunicación y Consultor Político, sobre el concepto tecnología relacional: el nuevo poder. “Hay que relacionar todas las redes y crear comunidades para que compartan intereses, acciones, informaciones, conversaciones, es el objetivo básico. Hay que sacar la política de las sedes y llevarla a las redes. Conseguir que el paso de la idea a la acción sea mínimo, creativo, libre. Aumentar la interactividad, la participación. El futuro es que gobiernos y ciudadanía co-creen para solventar problemas públicos. Crear talento a través del mérito y la participación. En política hay que dar una imagen de transparencia y autenticidad. Relación, acción y reputación son los nuevos atributos del poder contemporáneo. Hay que saber integrar los cambios, y adaptarse a la evolución del conocimiento y la información. Los partidos tienen que evolucionar hacia estructuras más abiertas, flexibles e innovadoras”.


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