sábado, 8 de noviembre de 2014

A congelar óvulos.


Compañías como Silicon Valley para atraer, mantener el talento femenino y como medida de apoyo a la maternidad y la conciliación familiar, han decidido cubrir los gastos de la congelación de óvulos a las empleadas que lo soliciten. Desconozco cómo han reaccionado ustedes al conocer esta noticia. Yo sentí y siento gran curiosidad por saber qué entienden ellos por conciliación. Quizás posponer la maternidad hasta la jubilación. Para ellos ¿cuándo deja una mujer de ser productiva y rentable? Cuándo proponen por tanto que sean madres, si resulta que la edad más fértil y recomendable para procrear coincide con el periodo más productivo de sus carreras profesionales.

Otras empresas con capital más limitado recurren a diversas argucias para incitar a que sus empleadas pospongan, eviten  o directamente se marchen de la empresa si deciden ser madres. De esta desagradable e injusta situación, que mucho me temo surge en más ocasiones de las que nos imaginamos y se denuncian, les podría dar una conferencia una mujercita que conozco. A cuadros se quedó cuando pasó de ser felicitada y valorada por sus superiores, a ser penalizada y castigada con cambio de puesto de trabajo, tras dar a conocer su embarazo.

Les pongo en situación. Imaginen a una mujer a cargo de una de las tiendas de una cadena de artículos para el hogar, con obligaciones varias. Atender al público, gestionar pedidos y devoluciones, reponer y reubicar el género, cuadrar la caja, mantener las instalaciones limpias… Todo funciona divinamente, buenas ventas y estable clientela. Y de momento sin argumentos sólidos y coherentes ni explicación alguna, días después de comunicar su próxima maternidad le indican que deja su puesto de trabajo para entrar en un turno rotatorio. Es decir, en adelante le tocará ir de tienda en tienda, por horas, por días, según las necesidades que se presenten. Vamos lo más recomendable e ideal para su nueva situación.
¿Qué les sugiere que pretenden conseguir o provocar con este cambio? Evidentemente nadie les pide un trato de favor por su nuevo estado, pero tampoco que le coloquen una zancadilla por ver si tropieza y decide marcharse. Y así pues hasta se ahorran la indemnización por despido, e incluso la mala imagen por andar despidiendo a las empleadas que se quedan embarazadas.
  
Informaba recientemente el Comité Español de UNICEF que dentro de diez años España tendrá un millón menos de niños que ahora. Avisan desde diferentes frentes, que a la vuelta de unos años nuestra sociedad estará conformada por mayores de 70 años, sin relevo generacional.

Derechitos caminamos hacia un colapso social y económico. ¿Qué sociedad están estamos diseñando? ¿Será sostenible? Los que hoy no quieren o no se plantean tener hijos por la inseguridad de sus puestos de trabajo, los bajos salarios y las facilidades para que el empresario les despida si así le conviene, mañana serán un colectivo vulnerable en manos de un Estado que no podrá darles una mínima pensión, ni los cuidados que requieran.

Los niños son y serán siempre un bien clave en la evolución y la sostenibilidad de cualquier sociedad. No deberíamos prescindir de este tesoro. Sin embargo no se está apostando e invirtiendo en ellos lo suficiente. Ni se ayuda ni facilita a las mujeres que tengan hijos, sin tener que renunciar a sus expectativas y posibilidades profesionales y personales. Seguro que algún día lamentaremos y pagaremos por los errores, desigualdades y desequilibrios que ahora estamos cometiendo y provocando.

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