sábado, 10 de septiembre de 2016

Para prevenir el suicidio: conectar, comunicar y cuidar



El jueves asistí a la charla titulada “Prevención del suicidio” impartida por la psiquiatra Blanca Pérez Molina. Organizada por la Asociación de Salud Mental del Altiplano, AFEMY, con la colaboración del Ayuntamiento de Yecla. Con motivo del Día Nacional y Mundial para la Prevención del Suicidio que se celebra cada 10 de septiembre desde el año 2003. Este año el lema elegido es “Conectar, comunicar y cuidar”.

Blanca Pérez inició su charla reconociendo la complejidad del tema y el gran sufrimiento que genera. De todo cuanto dijo, que me resultó francamente interesante y por ello considero necesario compartirlo, quizás destacaría lo siguiente.

“El suicidio se puede prevenir. Pero para prevenir algo hay que conocerlo. No se puede tratar lo que permanece en silencio. El suicidio sigue siendo un tema tabú y la estigmación es la mayor barrera para la prevención. La persona que se suicida no quiere morir, quiere dejar de sufrir. Su malestar, su dolor, es tan grande que le resulta insoportable y no encuentra otra salida. Si se les ofrecieran alternativas a su dolor quizás optarían por vivir. Pero a veces callan y ocultan su sufrimiento. Es complicado.
Tenemos que aprender a cuidar de nuestra salud mental. A contar lo que nos pasa, porque nadie puede adivinar lo que pensamos. Hay que cultivar el bienestar, hacer cosas que nos gusten y rodearnos de personas que nos aporten cosas positivas. Hay que erradicar el sentimiento de secreto y vergüenza que conlleva el suicidio. Y estar muy atento a la desesperanza, porque el 90% de los suicidas expresaron y mostraron desesperanza antes de cometer el acto”.

Les invito a leer esto porque creo que es necesario abrir mucho más nuestra mente y corazón.  

“El suicidio es la primera causa de muerte no natural en nuestro país, por delante de los accidentes de tráfico. En 2014 se contabilizaron 3.910 fallecidos (2.938 hombres y 972 mujeres) unos 11 suicidios diarios”.

“Es necesario hablar del suicidio de forma clara y directa. Es vital disipar errores y mitos. Hay que erradicar el sentimiento de vergüenza, culpabilidad y secreto que rodea el suicidio. Hay que aprender a comunicarse, a conectar. Las personas frágiles y vulnerables necesitan ser escuchadas. Tenemos que aprender a afrontar situaciones difíciles. Si alguien está pensado en suicidarse que lo diga, que busque ayuda”.

“El suicidio es una afección que requiere mucho más estudio y atención. Ni siquiera aparece clasificado como trastorno mental. La población con mayor riesgo son los adolescentes (15 a 24 años) y los ancianos”.

“Según el Instituto Nacional de Estadística en los últimos cinco años los hombres consuman el suicidio de forma mayoritaria, triplican al sexo femenino,  aunque las mujeres les superan en grado de tentativa”.
“Para prevenir el suicidio hay que conocerlo. Y para conocerlo es preciso hablar de ello. Unos factores de riesgo tienen más peso que otros, unos son modificables y otros no”.

“El primer factor de riesgo es el trastorno mental. Se estima que de un 25% a un 50% de los pacientes diagnosticados de esquizofrenia y psicosis podrán llegar a realizar alguna tentativa de suicidio a lo largo de su vida. También la depresión, que no debe confundirse con la tristeza, es un factor a tener en cuenta”.

“Factores de riesgo son también el consumo de alcohol y drogas. Las personas en esta situación tienen ocho veces más riesgo de intentarlo. También hay que prestar mucha atención a los trastornos de conducta alimentaria. En anorexia el suicidio es la segunda causa de muerte”.

“Sufrir una enfermedad física o discapacidad, una pérdida de autonomía y capacidades, sufrir dolor o recibir un  pronóstico letal también pueden desencadenarlo”.

“Mucha atención a los adolescentes con antecedentes de abusos sexuales en la infancia. Y a las víctimas de violencia de género. También a los homosexuales. Estas tres situaciones generan mucho estrés y dolor, y siguen permaneciendo en silencio, vividas dentro de las casas, ocultas, disimuladas”.

“Las alarmas se han disparado también en torno al cyberbullyng y al acoso escolar. Mucha atención frente a esto. Hay que trabajar desde todos los frentes para prevenirlo y erradicarlo”.

“Los eventos vitales estresantes son otro factor de riesgo. Pérdida de empleo, estar sometido a una situación de estrés laboral importante, un divorcio, la falta de apoyo familiar, problemas legales o la pérdida de la pareja cuando existe una gran dependencia emocional, entre otros. Respecto a los profesionales con mayor riesgo figuran los médicos y los psiquiatras”.

“Las tentativas previas, tras los primeros seis meses o un año, también es un factor de riesgo”.

“Hay que estar muy atento y deben saltar todas las alarmas cuando aparece la  desesperanza, el aislamiento, el desinterés, la falta de ilusión. Sentimientos de ira o venganza. Los cambios anímicos muy bruscos, y los trastornos de sueño tanto por defecto como por exceso. Cuando se empieza a hablar de la muerte. Cuando uno se involucra en conductas de riesgo, temerarias, peligrosas. Cuando la persona se desprende de posesiones, se despide de amigos, hace testamento”.

“Es importantísimo desterrar mitos y falsas creencias. Como por ejemplo pensar que el que se suicida no lo dice. O el que lo avisa abierta y reiterativamente no lo comete. La estadística demuestra que 9 de cada 10 sí manifestaron su propósito o dejaron entrever sus intenciones. A veces no se dice con palabras pero si con comportamientos, gestos y conductas. Es complicado”.

“Erróneo también creer que el que se suicida siempre es un enfermo mental. Es un factor de riesgo pero no una condición. Cualquiera puede sufrir un cuadro depresivo. Tampoco se hereda. Aunque sí se heredan estrategias de afrontamiento. El que se suicida no es ni cobarde ni valiente. No es un rasgo de la personalidad, no es una cualidad innata. Mucho cuidado con pensar que si se reta a un suicida no lo intentará. Es una temeridad, una gran negligencia”.

“Falso también creer que solo se suicidan las personas mayores. O que hablar de suicidio puede incitar a cometerlo. Todo lo contrario. Si una persona habla de suicidio y le hacemos callar, le rabiamos o nos ponemos a llorar, probablemente no volverá a decirnos nada pero lo seguirá pensando. Yo siempre le digo a mis pacientes que lo que no me cuentan yo no lo puedo adivinar. Los pensamientos no se adivinan”.

“Ante un momento de crisis, y siempre, tenemos que construir un sistema de apoyo. Es clave tener aliados. Alguien en quien confiar, con quien poder hablar de todo con libertad, honestidad y sinceridad. Puede ser un familiar, un amigo, un compañero de trabajo, un profesional. Y si se tienen varios mejor que uno solo. Aunque creas que estas solo, en una nube negra, en un túnel oscuro ese estado nunca es permanente, indefinido. Siempre hay alguien que estará dispuesto a ayudarte. Siempre hay razones para vivir. La recuperación es posible. Hay que atender a las señales de alarma. No dudes nunca en acudir a un centro de salud mental, o llamar al Teléfono de la Esperanza (servicio de 24 horas, anónimo) o al 112”.

¿Cómo podemos protegernos? Con habilidades en la resolución de conflictos y problemas. Fomentando la confianza en uno mismo. Que mi bienestar dependa de mí, no de otros o de las circunstancias que tengo alrededor. Habilidades para las relaciones sociales e interpersonales. Hay que ser más asertivos. Manifestar lo que sentimos. Practicar la empatía, poniéndonos en lugar del otro. Flexibilidad cognitiva. Potenciar y promover el apoyo familiar y social de calidad. Y recibir cuando es necesario un tratamiento adecuado e integral”.

“Tenemos que aprender a no juzgar. A no minimizar las ideas o el dolor del otro. A mantener la calma. Hay que saber ofrecer alternativas de solución. Brindar consuelo. Mantener una actitud de escucha activa. Empatía. Debemos adquirir hábitos saludables. Cultivar el pensamiento positivo”.

Finalizó su exposición la psiquiatra Blanca Pérez mostrando el tráiler de un documental que nos recomendó ver.





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