Anoche
Ramón Berenguer, mediador familiar, impartió la charla titulada “Claves para
vivir en familia hoy”. Durante
algo más de una hora Berenguer habló de los recursos y habilidades que
necesitamos conocer, para afrontar las dificultades que surgen en la familia en
la vida diaria. La actividad organizada por Amites Yecla, O.N.G aportó mucho
contenido sobre el que reflexionar.
“Según datos del INE de 2014 un 63% de parejas se
divorcian en nuestro país. El matrimonio dura unos 15,8 años y la edad crítica
abarca de los 40 y los 49 años. España es el cuarto país de Europa en
divorcios”.
“En cualquier relación de pareja, de amigos, de
hijos, un 80% de la persona nos gusta y
un 20% no nos agrada tanto”.
“A veces nos puede nuestra vena perfeccionista y solo
nos fijamos en los errores. En cualquier tipo de relación hay que restarle
importancia a los fallos, porque todos los cometemos. Es bueno centrarse en lo
positivo, en lo que sí nos gusta”.
“Hay mucha diferencia entre hacer una crítica y una queja. Una queja consiste en
puntualizar un acto concreto, algo específico de mi pareja que me ha disgustado
o molestado. Quejarse es sano y positivo”.
“Una crítica es cuando decimos a toda la persona,
no. Cuando atacamos a la persona al completo y gratuitamente”.
“Cuando se le pregunta a John Gottaman, un psicólogo
que lleva 20 años estudiando las relaciones de pareja, sobre lo que mina un
relación nos habla de los cuatro jinetes del Apocalipsis. Las críticas, el
desprecio, estar a la defensiva y una actitud evasiva”.
“La base de una buena relación de pareja consiste en
mantener un deseo sincero de conocer a tu pareja. Y de alabar y valorar sus
aciertos diarios”.
“Murray
Bowen, uno de los pioneros de la terapia familiar, hizo un experimento
y comprobó que cuando los padres estaban en buena sintonía, el hijo con problemas
mejoraba, e incluso aceptaba bien normas y castigo”.
“Los
niños viven muy mal que sus padres se peleen. Si existe distorsión entre la
pareja y te vuelcas sobre tu hijo, el niño empeora. Sustituir el afecto y la
atención de la pareja por el del hijo no suele funcionar. Cuando una pareja se
lleva bien incluso surgen menos celos entre hermanos”.
“La
gente me pregunta si por los hijos es mejor separarse o no. Permanecer en casa
aparentando ser una pareja feliz, pero con malas caras y discusiones les hace a
los niños pasarlo francamente mal. Si me separo de mutuo acuerdo y con respeto
hacia mi pareja eso beneficia a los hijos. Los niños tienen facilidad para
adaptarse a todo”.
“Pero
si me separo y la guerra sigue igual, si usamos a los niños como moneda de
cambio, no arreglamos nada. Estaríamos igual que juntos. Los hijos necesitan
ver que sus padres se respetan”.
“Antes
los padres eran autoritarios, imponían normas a rajatabla. No se les cuestionaba.
Imperaba el porqué lo digo yo”.
“Ahora
hay muchos padres permisivos. Quieren educar con mucho cariño. Sin normas ni
exigencias ni castigos, para que no se les traumatice el niño. Hay muchas madres
de niños de infantil que llegan al colegio diciendo a la maestra: no puedo con
él”.
“El
problema ahora es que algunos hijos gritan, amenazan y pegan a los padres. La
Comunidad Valenciana es líder en denuncias de padres a hijos”.
“También
están surgiendo ahora padres pasivos e indiferentes. Les dejan hacer a los
niños lo que les viene en gana. Les plantan frente a la televisión y que se
distraigan solos. Que se eduquen solos”.
“Los
padres tienen que ser asertivos. Tienen
que educar con afecto, cariño, apoyo y comunicación. Hay que escuchar mucho a
los hijos, ser sensibles a lo que necesitan y darles un tiempo de calidad. Hay
que poner a los niños normas y límites. Control y exigencias valorando el
esfuerzo. Eso también es querer a los hijos”.
“Hay
que equilibrar la balanza de afecto y exigencias. Que se desequilibre hacia el
afecto no es bueno”.
“Para
educar bien, los padres tienen que mantener siempre un buen nivel de autoestima
que les permita relacionarse con los demás. Uno tiene que encontrarse bien consigo mismo. Hay que
relacionarse de igual a igual con los demás, sin ser más ni menos que nadie. Iguales
en dignidad, derechos, en todo. Tenemos que conocer nuestras debilidades y
fortalezas, y estar seguro de sí mismo”.
“Hay
que educar a los hijos con amor sincero y siendo un ejemplo de pareja feliz. Hay
que dedicar tiempo de calidad a cada hijo y a la familia al completo”.
“Hay
que educar en la frustración. Y en la austeridad aunque tengas abundancia. Hay
que darles a los niños responsabilidades dentro de casa desde pequeños. Y no evitarles
las dificultades de la vida. Hay que enseñarles a aceptarlas y a superarlas”.
“Hay
que aceptar al hijo que tenemos, no al que nos gustaría. Valorando el esfuerzo
y no el resultado. No dando tanta importancia al fracaso o al éxito”.
“Antes
en mis tiempos los objetivos estaban muy claros y todos sabíamos lo que
teníamos que hacer. Ahora muchos jóvenes están carentes de objetivos, de
motivación y muchas veces los padres no sabemos cómo orientarles”.
“Hay
que enseñar valores a los hijos en casa, y que los vivan, dándoles siempre buen
ejemplo”.
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