El
7 de abril se celebró la V Jornada sobre Autismo organizada por TEA Yecla,
Asociación para Personas con Trastorno del Espectro Autista. Asistí a la
primera de las conferencias, “Alimentando el cerebro”. Impartida por Ana
Carpena Ortuño, neuropsicóloga. Por la temática abordada la charla me resultó
muy interesante. Considero oportuno difundir parte del contenido de la misma, para
que muchas personas puedan poner en práctica lo recomendado por la ponente.
“El 50% de los
genes del ser humano son para hacer el cerebro. Un cerebro adulto tiene unos 100.000
millones de neuronas, 1 trillón de conexiones. Las conexiones no son
aleatorias, sino en función de experiencias a través del aprendizaje. Con
elementos especializados para trabajar de forma específica. Un número finito de
elementos dan lugar a infinitas posibilidades. Lo que se une tiende a
permanecer unido y lo que no se utiliza, muere”.
“Está demostrado que algunos factores ambientales
pueden influir en el desarrollo del Trastorno del espectro Autista, TEA. Metales
pesados en aire, agua y fuentes alimenticias: aluminio, cadmio y plomo.
Deficiencias de minerales como zinc, magnesio y calcio. Bajo peso al nacer. Retraso en crecimiento
intrauterino. Rubeola congénita. Uso de determinados medicamentos, como algunos
antidepresivos, prostaglandina en embarazo…”
“La mayoría de las personas con TEA presentan unos
rasgos específicos.
Alexitimia, incapacidad para
identificar, expresar y regular las emociones propias y ajenas. Alteraciones en conducta social, empatía cognitiva: capacidad
de comprender y sentir los estados mentales del otro. Patrones de lenguaje y conducta esteriotipados, repetitivos.
Dificultades en área sensorial: hipersensibilidad e hiposensibilidad”.
“No es un trastorno localizado en una región
cerebral. Afecta a muchas partes del cerebro por las dificultades de
conectividad local, entre neuronas, y conectividad a larga distancia: en diferentes
regiones cerebrales. Las afectaciones en sustancia blanca indican graves
alteraciones en función social y emocional, comunicación y conductas
repetitivas. Existen áreas del cerebro de las personas con TEA donde se ha
observado una mayor activación durante determinadas tareas”.
“La neurociencia nutricional es una nueva
especialidad médica. Se empieza a ver la relación entre la nutrición y la salud
del cerebro. Hasta hace poco se pensaba que este órgano vital no se veía
afectado por la dieta. Surge como una manera de intentar preservar y potenciar
las capacidades cerebrales”.
“La microbiota es el conjunto de microorganismos que
viven en un entorno específico, en el tubo digestivo. Las especies que componen
nuestra microbiota varían de un individuo a otro como si de planetas se
tratara. En nuestro interior habitan más microorganismos ajenos que células
humanas. Diez microorganismos (bacterias anaerobias, levaduras, hongos y virus)
por cada célula humana”.
“El microbioma es el genoma de la microbiota.
Contiene 150 veces más genes que el genoma humano. Es el segundo cerebro.
Tienen un impacto beneficioso en la salud del huésped: homeóstasis, autorregulación,
del sistema inmune, producción de nutrientes esenciales y protección frente a
microorganismos patógenos”.
“Este sistema es estéril durante la gestación y se
coloniza después del nacimiento. La colonización depende del tipo de parto, el
método de alimentación posnatal, la dieta, el uso de antibióticos y la
exposición ambiental. Se trata de un
entorno muy sensible y muy activo, que responde rápidamente a un cambio de
dieta”.
“La permeabilidad intestinal significa que los alimentos
atraviesan la pared intestinal y pasan al torrente sanguíneo sin ser digeridos
de forma correcta. Permite que los productos de las bacterias patógenas, pasen
a la circulación sanguínea, desechos, toxinas y microbios”.
¿Qué causa permeabilidad? Antibióticos, abuso de
carne, gluten y leche. Azúcares y harinas refinadas, poca fibra, alimentos
procesados, grasas hidrogenadas y trans. Aditivos, alcohol, agua clorada. Contaminación
electromagnética, exceso de higiene y estrés”.
“La permeabilidad provoca la alteración de la
barrera hemato-encefálica y neuroinflamación
que afecta a la conducta de la persona. Si el cerebro está afectado, también se
altera el nervio que controla el buen funcionamiento de las vísceras provocando
un círculo vicioso”.
“El cerebro está conectado con el intestino a través
del nervio vago. Es el nervio de la compasión, produce ondas calurosas que se
sienten en el pecho cuando nos emocionamos o algo nos conmueve. El 90% de sus
fibras son aferentes, transmite señales del intestino a la cabeza”.
“Las emociones nacen en el cerebro, pero se sienten
en el cuerpo gracias a este nervio. Si hay permeabilidad intestinal y el
sistema nervioso está inflamado, el eje no funcionará correctamente”.
“Un elevado porcentaje de personas con TEA presentan
desórdenes digestivos debido a hábitos alimenticios restrictivos, baja
tolerancia a cambios en la rutina de sus pausas de alimentación y rechazo de
alimentos por su apariencia externa, sabor, olor y textura. Estos desórdenes
pueden provocar alergias e intolerancias alimenticias, estreñimiento o periodos
de diarrea aguda, vómitos y problemas de apetito. Y puede provocar
permeabilidad intestinal”.
“Si realizamos una dieta que mejore nuestra
microbiota todo nuestro organismo mejorará. Hay que consumir probióticos,
prebióticos, simbióticos y antibióticos naturales”.
“Probiótico significa pro-vida. Son bacterias que
ingerimos y van directamente al intestino, a repoblarlo. Se encuentran en
alimentos fermentados como encurtidos, vinagre orgánico, miso y tempeh. Chucrut,
kombucha y alga espirulina”.
“Los alimentos prebióticos llegan al intestino sin
apenas haber sido modificados por los jugos gástricos, y estimulan el crecimiento
de las bacterias beneficiosas. Se encuentran en los alimentos ricos en fibra:
frutas y verduras, frutos secos, avena, boniato, chufas, miel y grasas
saludables”.
“En los alimentos simbióticos, leche materna y
kéfir, están presentes tanto los probióticos como los prebióticos”.
“Los antibióticos naturales son alimentos de origen
vegetal que actúan contra las bacterias patógenas. Ajo, cebolla, jengibre,
cúrcuma, canela y pimienta”.
“El cerebro necesita oxígeno, agua y nutrientes. El
cerebro conforma el 2% de toda la masa corporal, pero necesita el 20% de todo
lo que consume. Esto demuestra que es uno de los órganos más activos del
cuerpo. No tiene almacén de reservas, depende totalmente de los nutrientes y
oxígeno que recibe a través de la circulación sanguínea. Por ello el intestino
debe estar en correctas condiciones”.
“La glucosa es el combustible por excelencia de
todas las células, y en especial de las nerviosas. Es por tanto, la primera
fuente de energía para el cerebro. Procede sobre todo de hidratos de carbono
simples o de aporte rápido de glucosa. O complejos o de absorción más lenta y
ricos en fibras”.
“La glucosa se encuentra en abundancia en frutas,
verduras y miel. Estos alimentos deberían ser los que constituyen el aporte de
carbohidratos. El cerebro necesita aporte continuo de glucosa para mantener
funciones cognitivas: atención y concentración, memoria y aprendizaje”.
“El azúcar refinada se queda en el intestino y sirve
de alimento a bacterias patógenas. Eleva rápidamente los niveles de glucemia en
sangre seguido por aporte deficitario. Provoca falta de atención y
concentración, apareciendo adormecimiento y aletargamiento. Se relaciona con
aparición de depresión y desarrollo de demencia”.
“Las grasas igual que las bacterias han pagado
justas por pecadoras, la mala fama de algunas grasas ha provocado que se metan
todas en el mismo saco. Las grasas saludables no solo no perjudican sino que
son absolutamente necesarias. Cuando el nivel de colesterol en sangre es
insuficiente, el cerebro no funciona como es debido y se corre el riesgo de
desarrollar trastornos neurológicos. La pared intestinal no tiene que realizar
un gran esfuerzo para absorber las grasas”.
“El ácido graso omega-3 (DHA y EPA) es absolutamente
vital para el desarrollo normal del cerebro y de los ojos. Se encuentra en neuronas
y sinapsis, receptores visuales, glándulas suprarrenales y glándulas sexuales.
Alimentos ricos en omega-3 son los peces de agua fría (salmón, caballa,
sardinas, trucha…) aceite de oliva y de hígado de bacalao”.
“El ácido graso omega-6 es esencial para desarrollar
la estructura y función del cerebro. El metabolismo hormonal, el sistema
inmune. Es antiflamatorio y coagulante de la sangre. Alimentos ricos en omega-6
son los frutos secos en general (avellanas, nueces, piñones, pipas de girasol…)
aceite de oliva, onagra, girasol, borraja…”
“Las proteínas se descomponen en aminoácidos. Los
aminoácidos son moléculas involucradas en la formación de neurotransmisores que
se encargan de trasferir la información entre neuronas. Si el intestino está
dañado, las proteínas pasarán al torrente sanguíneo sin descomponerse en
aminoácidos, por lo que la formación de neurotransmisores estará alterada”.
“Las mejores fuentes de proteínas, fáciles de
digerir y muy nutritivas son los huevos, carne, pescado y frutos secos”.
“Los huevos son uno de los tesoros de la naturaleza.
Contienen proteínas de excelente calidad y la mayoría de vitaminas del complejo
B. Y zinc, imprescindible para la formación de conexiones neuronales”.
¿Qué perjudica a nuestro cerebro?
El azúcar y todo lo que lo contenga. Los
carbohidratos procesados y las grasas alteradas química y artificialmente. La
falta de proteínas de buena calidad. La exposición a productos químicos
industriales. La exposición a la radiación electromagnética producida por el
hombre. Los fármacos antibióticos, esteroides y antiflamatorios. La falta de
aire fresco y de actividad física y mental. La falta de exposición a la luz
solar, al aire libre y a los microbios naturales del entorno”.
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