Qué cosas tan sorprendentes suceden a veces. Este libro de la doctora Marian Rojas Estapé me lo dejó mi hija hace ya bastante tiempo. Y por una u otra causa, por otras lecturas que me llamaban más, siempre lo iba posponiendo.
Hace unos días decidí llevármelo a rehabilitación (Me diagnosticaron y la mutua me dio la baja laboral en diciembre, por tener en el hombro izquierdo una Capsulitis Adhesiva, más conocido como hombro congelado, una patología que genera mucho dolor y pérdida de movilidad y fuerza) para estar ocupada mientras paso por los aparatos y para distraer la mente, y no anticiparme a si el fisioterapeuta me va a hacer más o menos daño.
Creo que puedo decir que el destino, la intuición, sexto sentido, o lo que sea, ha decidido que este era el momento preciso de leerlo. No me descubre la luna porque he leído mucho sobre inteligencia emocional, pero toda lectura siempre suma, aporta algo nuevo. No puedo negar que este libro me ayuda a entender mejor ciertas sensaciones y malestares.
Sin lugar a dudas, aunque estéis estupendamente os lo recomiendo. Conviene leerlo despacito, sin prisas, volviendo a veces hacia atrás. Igual me lo tengo que leer otra vez, para ir tomando apuntes y hacerme cartelitos. Porque es verdad, y no me da reparo decirlo, no me quiero mucho. Pero se puede aprender a valorarse, entenderse y aceptarse más y mejor.
Marian Rojas nos dice que “la felicidad consiste en vivir instalado de forma sana en el presente. Muchos de los trastornos que padecemos provienen de la incapacidad de gestionar nuestro presente. La felicidad no es lo que nos pasa, sino cómo interpretamos lo que nos pasa. Hay que aprender a enfocar la atención, combatir miedos, angustias, canalizar emociones negativas que llegan a bloquear física y mentalmente”.
Las emociones y pensamientos tienen un impacto directo en el organismo, en la percepción de la realidad. La manera de gestionar los conflictos predispone a sufrir ansiedad y depresión, las enfermedades más frecuentes del siglo XXI.
Nos dice Marian Rojas que, "mucho antes de enfermar, el cuerpo nos ha ido mandando señales de alerta en forma de molestias, debilidad o dolencias. El cuerpo no cesa de comunicarse con nosotros, ansiando lograr el equilibrio y la paz".
"Vivimos en una sociedad que nos incita a bloquear y anular emociones. Esto se debe a que parece que sentir o emocionarse es un signo de debilidad o de falta de fortaleza. Reprimir una emoción equivale a no aceptarla. Se quedan encajadas y enquistadas en el subconsciente. De una u otra forma aflorarán perturbando entonces profundamente nuestro equilibrio".
"Una actitud adecuada y sana puede ser la medicina natural más poderosa a nuestro alcance, y quizá la menos tenida en cuenta".
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