El Mentiroso

 

 

La última novela de Mikel Santiago nos traslada a un pueblo costero de Vizcaya, a una pequeña comunidad rodeada de acantilados donde todos los personajes parecen esconder algo. Este thriller original y adictivo que comienza con un muerto y la amnesia de uno de los protagonistas engancha desde el principio hasta el final. La historia bien escrita, de lectura fácil, amena, cargada de suspense e intriga te va llevando a un desenlace aparentemente previsible, pero cuando piensas que todo ha terminado aún te aguarda una sorpresa más.

 

Las descripciones de los lugares donde se desarrolla la historia son espectaculares, sientes el mar, la lluvia, el riesgo de conducir por sinuosas carreteras. También la incertidumbre e inquietud del protagonista, por las decisiones que va tomando tras una mentira que se convierte en algo imposible de controlar. 

No puedes abandonar la novela, terminas un capítulo y ya estás con el siguiente. Sin duda no será la última novela que lea de este escritor desconocido para mi hasta el momento. Sus novelas anteriores, publicadas de 2014 a 2018, han sido editadas en una veintena de países y cuentan con muy buena crítica literaria.

"La vida no es durar, niñato, la vida es vivir. La vida es amar. Soñar. Emborracharte con un viejo amigo, perder el aliento a carcajadas. Ver un amanecer rojo en la soledad del océano. Enamorarte de una mujer preciosa. Tener una hija que te roba el corazón. ¡Ya he hecho todo eso! ¡He vivido lo mejor! Y ahora todo se ha quedado en cenizas. Pordría vivir sin ellas, viéndote seguir adelante, mocoso. Pero solo a condición de disfrutarlo. De olerlo. De poder tocarlo. Lo otro solo es durar. Y no quiero durar... No necesito durar".

Sinopsis

 

En la primera escena, el protagonista despierta en una fábrica abandonada junto al cadáver de un hombre desconocido y una piedra con restos de sangre. Cuando huye, decide tratar de reconstruir él mismo los hechos. Sin embargo, tiene un problema: no recuerda apenas nada de lo ocurrido en las últimas cuarenta y ocho horas. Y lo poco que sí sabe es mejor no contárselo a nadie.