La novela de Khaled Hosseini nos habla de amistad y resiliencia, también de una época política y social terrible en Afganistán a finales del siglo XX. La lectura supone un choque con una realidad existente. La durísima vida de las mujeres afganas, repleta de opresión, sufrimiento, violencia e invisibilidad. Conscientes somos de ello, pero miramos hacia otro lado.
Afganistán figura entre los países con mayor desigualdad de género del mundo. Hubo un tiempo en que se consiguieron ciertos avances, pero esos logros se han desvanecido y ahora se ha convertido en el país con la peor crisis en materia de derechos de las mujeres en todo el mundo.
Las protagonistas de la novela, Marian y Laila, nacidas en un lapso de tiempo de unos veinte años, dando la vida de ambas un giro radical al cumplir los quince años y ser obligadas a casarse con el mismo hombre, forjan un vínculo indestructible, una amistad única y maravillosa que les otorga la fortaleza necesaria para superar el miedo y dar cabida a la esperanza.
Marian y Laila no son solo personajes de un libro; son ecos de vidas reales, mujeres y niñas silenciadas, castigadas y privadas de las libertades más simples. Intento y quiero pensar que evidentemente no todos los maridos son tan egoístas y crueles como Rashid, un hosco zapatero que en el momento de casarse con ellas las superaba con creces en edad.
Aplaudo al autor, a Khaled Hosseini por escribir esta novela publicada en 2007. Admiro su asombrosa capacidad para describir la vida cotidiana y reflejar las emociones humanas. La historia te mantiene expectante todo el tiempo, te llega al alma, genera impotencia, rabia, un nudo en la garganta. El autor consigue cerrar una historia oscura y cruel con un final lleno de luz y esperanza.
Aunque incomode creo que es necesario leer esta novela que muestra que la vida, especialmente la de las mujeres, nunca es fácil en un país corrupto y pobre, con tradiciones profundas, menos aún en tiempos de revueltas bélicas y políticas.
"Nana le había dicho en una ocasión que cada copo de nieve era el suspiro de una mujer a la que habían ofendido en algún lugar del mundo. Que todos los suspiros subían al cielo, formaban nubes y luego se deshacían en trocitos diminutos que caían silenciosamente sobre las personas. Para recordar cuanto sufren las mujeres como nosotras. Con cuanta resignación soportamos lo que nos toca sufrir".