miércoles, 10 de octubre de 2018

“La familia, para qué”




Amites Yecla, O.N.G. celebró el sábado 5 de octubre el café-tertulia “La familia, para qué”, a cargo de Elisa Muñoz, orientadora familiar. 
Durante la charla Elisa Muñoz comentó que las personas con buenos vínculos familiares desarrollan y mantienen una actitud más positiva frente a la vida. La familia bien avenida es unidad creadora de proyectos y valores. Es como un mosaico donde cada pieza tiene un valor, utilidad y función. Pero lo primero de todo es saber obsequiarnos  a  nosotros  mismos  con el  respeto,  estima y atención que  nos corresponde.

“Vivimos en un mundo en crisis que nos está generando una inmensa sensación de vacío. La familia es la primera escuela de valores. Su buena salud  fortalecerá  a sus miembros para enfrentarse a las situaciones que le depare la vida. A los niños desde pequeños hay que enseñarles habilidades y destrezas, que hagan por sí mismos todo aquello de lo que sean capaces. Sobreprotegerles es contraproducente”.

La familia tiene la capacidad de educar para la libertad y la responsabilidad. Enseña a distinguir lo que es esencial de lo que no lo es, lo que tiene sentido de lo que no lo tiene, lo que es realmente valioso y lo que es superfluo”.

“La familia es el lugar donde el ser humano encuentra cobijo, amparo, protección, donde nos cuidan y arropan. O así debería ser”.

“La familia tiene que hacer sentir a sus miembros valiosos de forma incondicional. Vales como eres, y se te acepta y quiere no por lo que hagas o dejes de hacer”.

“Una de las claves para conseguir armonía en la familia es renunciar a la queja permanente. La persona que se queja constantemente de todo provoca que los demás se insebilicen, desconecten y se alejen de él. Es lógico buscar apoyo en los otros, para eso está la familia, los amigos, pero la queja continua mengua la capacidad de los demás de acompañarnos, desgasta, nos condena a la soledad”.

“Dentro de la familia hay que sentirse valioso, aprovechable. La familia es como un gran mosaico donde cada pieza es única y tiene su utilidad y lugar. A veces uno no desempeña el papel que debe y ese hueco queda vacío, el mosaico incompleto. Tampoco es bueno el exceso, que uno de los miembros trate de abarcar y sobrellevar todo”.

“El cemento que sujeta y une las piezas del mosaico son las muestras de cariño y los obsequios. Los obsequios son: tiempo, de escucha y acompañamiento. Entregar parte de ti, de tu vida. Respeto, ver y tratar al otro como a un ser valioso, único. Y gratitud, el dar las gracias, algo que practicamos muy poco y que siempre se convierte en un bálsamo”.
  
“Hoy en día para mostrar afecto, consideración, regalamos obsequios materiales, pero son los obsequios inmateriales los que más valor tienen. Si la familia regala tiempo, respeto y gratitud fortalecerá los pilares, la base, para prevalecer y no disgregarse”.

“Afirma Elizabeth Lukas, psicóloga clínica y especialista en logoterapia, que las personas con buenos vínculos familiares desarrollan y mantienen una actitud más positiva frente a la vida. La Logoterapia se centra en el significado y sentido de la existencia humana. La Logoterapia ayuda a humanizar y personalizar al ser humano, cada uno es artífice de su destino.  Es una actitud ante la vida caracterizada por el protagonismo, por la elección de un proyecto de vida, y la esperanza”.

“Todos vamos estresados, corriendo a todas horas, no tenemos tiempo. Hay que saber parar un poco para atender al otro. Regalar tiempo es regalar parte de uno mismo. Cuando un hijo reclama tu atención hay que dejarlo todo, sentarse con él, mirarle, escucharle, acompañarle, orientarle, jugar, y ya seguirás luego con lo que andabas haciendo”.

 “En la familia hay que practicar el respeto mutuo, tanto  al  que  molesta   como  al  molestado. En  la  vida  no  cuenta  lo  que  es  fácil  o  difícil  de  hacer,  sino  lo  que   está  o no provisto  de  sentido.  Todo  ser  humano  tiene  un  valor  incondicional,  merece   nuestro  rotundo respeto. Obsequiémonos   a  nosotros  mismos  con el  respeto,  estima y atención que  nos  corresponde.  Si  lo  hacemos  jamás  seremos víctimas”.  
 
“Cuando expresamos, ofrecemos gratitud, uno se siente enriquecido y el otro, afirmado en lo suyo. La gratitud puede sanar viejas cicatrices”.

“Hay que saber perdonar, reconocer en el otro lo que tenga de rescatable y sano, aunque resulte muy difícil cuando el otro no muestra arrepentimiento.  Pero es una vía para desenmarañar nudos y enredos, para lograr equilibrio y paz. Permanecer en la causa, en el error del otro, en el rencor generado, en el pasado nos lastima, nos convierte en estatua de sal”.

“Estamos llamados a hacer lo que más ético y sentido tenga, esa es la clave del perdón. El ojo por ojo no funciona. El mayor bien de la familia es estar por encima de las necesidades individuales, buscar un fin, poner la atención en lo que quiero, en el para qué y actuar en consecuencia. Sin confianza ni esperanza no hay manera de que las cosas salgan bien”.

“A veces en las familias impera la ley del gallinero. Unos a otros se critican, reprochan, juzgan, insultan, gritan. No podemos esperar a que el otro ceda, a que dé ese primer paso. De nosotros depende dejar de provocar, actuar, sin tomar en cuenta lo que el otro haga, si lo que prioriza es concluir la enemistad y vivir en armonía”.
  
“Yo os propondría realizar una reunión familiar una vez al mes. En primer lugar que todos expongan y manifiesten sus quejas con libertad y sin que ninguno salte, conteste o  responda. Solamente nos escuchamos unos a otros. En segundo lugar analizamos la cuenta de ahorro de la relación familiar. Nadie impone, ni pide nada, vamos a ofrecer, a aportar. Cada uno que diga que está dispuesto a hacer y que lo cumpla. Y por último todos dicen qué muestra de cariño y obsequio van a ofrecer al resto diariamente”.

“Señala Viktor Frankl, neurólogo y psiquiatra austríaco, fundador de la logoterapia, que el ser humano tiene la capacidad de encontrar un significado, un sentido a cualquier circunstancia de la vida, aun en aquellos momentos más absurdos y dolorosos. Toda persona necesita encontrar un sentido a su vida. Nuestra primera maestra es la familia. La familia es un agente socializador excelente que nos permite la búsqueda y la realización posterior de ese sentido de vida personal, único”.

“Para lograr que la familia transmita el amor, la posibilidad de realización, la consideración de los valores, la enseñanza de la libertad y la responsabilidad y el sentido comunitario ésta debe fundamentarse en que cada miembro conserve su identidad y peculiaridad, pero superando el individualismo, sustentándose en un compromiso de duración, permanencia y sentido comunitario”.

"Viktor Frankl habla  del concepto de familia como unidad creadora de proyectos y valores. Una unidad basada en el amor pero que debe considerar la posibilidad de comunicación efectiva y afectiva entre sus miembros, equilibrar la armonía entre la autoridad y la libertad de sus hijos,  promover la reflexión sobre los valores y el sentido de la vida y no olvidar la integración psicológica y social”.





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