La educación en
Pakistán, para las mujeres, es una actividad de alto riesgo. Miles de niñas y
adolescentes ponen en peligro su vida todos los días por ir a la escuela.
Porque el régimen talibán no ve con buenos ojos que tengan acceso a este
derecho, recogido y aprobado por la Asamblea General de Naciones Unidas en la
Convención sobre los Derechos del Niño.
Una larga lista de
profesoras y alumnas, de las que probablemente jamás conoceremos sus nombres e
historias personales, luchan por superar estas limitaciones tan injustas como
absurdas y humillantes. Algunas han dejado o dejarán su vida en ello.
Una de estas
heroínas, MalalaYousafzai, que el próximo 12 de julio celebrará su decimosexto
cumpleaños en Reino Unido, se convirtió desde 2009 en el rostro visible de la
lucha por el derecho a la escolarización de las niñas, en el distrito de Swat,
Pakistán. Por estas reivindicaciones en octubre de 2012 el régimen del Tehrik e
Talibán Pakistan (TTP), intentó asesinar a esta joven estudiante disparándole
en la cabeza y el cuello mientras regresaba a casa en un autobús escolar. Las
imágenes de esta chiquilla luchando por sobrevivir dieron la vuelta al mundo.
Aunque Malala deberá continuar con rehabilitación y será sometida a una cirugía
reconstructiva, a primeros de enero de 2013 fue dada de alta en el hospital de
Birminghan (Reino Unido) donde le implantaron una placa de titanio y un
dispositivo auditivo. Cuando Malala Yousafzai acudió a su primera jornada en la
escuela secundaria comentó que “volver al colegio me hace muy feliz. Mi sueño
es que todas las niñas en el mundo puedan ir a la escuela porque es un derecho
básico”.
La joven Malala se
ha convertido en un símbolo de la lucha por el acceso de las niñas a la
educación a nivel mundial, y miles de personas han firmado una petición para
que sea nominada al premio Nobel de la Paz.
En Pakistán no
todas las provincias cuentan con una ley de educación obligatoria. La tasa neta
de matriculación en la enseñanza primaria sigue siendo inaceptablemente baja, y
está limitada a los niños de hasta 10 años de edad. Además persisten los
matrimonios precoces e intercambios de niñas en concepto de liquidación de
deudas. Mujeres y niñas sufren violencia doméstica y trabajan en condiciones de
servidumbre y explotación económica. La organización activista pro derechos
humanos Tahira Abdullah asegura que cada año, miles de personas en Pakistán son
“asesinadas por honor”. Pero quizás lo más preocupante es que de todos los
hombres acusados de tomarse la ley por su mano el 77% son absueltos.
El último caso de
este tipo de violencia es el de dos hermanas de 15 y 16 años, que murieron
tiroteadas junto a su madre el pasado 23 de junio en Chilas, al norte del país,
porque habían grabado un vídeo en el que se las veía, sonrientes y vestidas con
ropas tradicionales, bailando bajo la lluvia.
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