Amites Yecla,
O.N.G. celebró el sábado 5 de octubre el café-tertulia “La familia, para qué”,
a cargo de Elisa Muñoz, orientadora familiar.
Durante la charla
Elisa Muñoz comentó que las personas con buenos vínculos familiares desarrollan
y mantienen una actitud más positiva frente a la vida. La familia bien avenida es
unidad
creadora de proyectos y valores. Es como un
mosaico donde cada pieza tiene un valor, utilidad y función. Pero lo primero de
todo es saber obsequiarnos
a nosotros mismos con el respeto, estima y
atención que nos corresponde.
“Vivimos
en un mundo en crisis que nos está generando una inmensa sensación de vacío. La
familia es la primera escuela de valores. Su buena salud fortalecerá
a sus miembros para enfrentarse a las situaciones que le depare la vida.
A los niños desde pequeños hay que enseñarles habilidades y destrezas, que
hagan por sí mismos todo aquello de lo que sean capaces. Sobreprotegerles es
contraproducente”.
“La familia tiene la
capacidad de educar para la libertad y la responsabilidad. Enseña a distinguir
lo que es esencial de lo que no lo es, lo que tiene sentido de lo que no lo tiene,
lo que es realmente valioso y lo que es superfluo”.
“La familia es el
lugar donde el ser humano encuentra cobijo, amparo, protección, donde nos
cuidan y arropan. O así debería ser”.
“La familia tiene
que hacer sentir a sus miembros valiosos de forma incondicional. Vales como
eres, y se te acepta y quiere no por lo que hagas o dejes de hacer”.
“Una de las claves
para conseguir armonía en la familia es renunciar a la queja permanente. La
persona que se queja constantemente de todo provoca que los demás se
insebilicen, desconecten y se alejen de él. Es lógico buscar apoyo en los
otros, para eso está la familia, los amigos, pero la queja continua mengua la
capacidad de los demás de acompañarnos, desgasta, nos condena a la soledad”.
“Dentro de la
familia hay que sentirse valioso, aprovechable. La familia es como un gran
mosaico donde cada pieza es única y tiene su utilidad y lugar. A veces uno no
desempeña el papel que debe y ese hueco queda vacío, el mosaico incompleto.
Tampoco es bueno el exceso, que uno de los miembros trate de abarcar y
sobrellevar todo”.
“El cemento que
sujeta y une las piezas del mosaico son las muestras de cariño y los obsequios.
Los obsequios son: tiempo, de escucha y acompañamiento. Entregar parte de ti,
de tu vida. Respeto, ver y tratar al otro como a un ser valioso, único. Y
gratitud, el dar las gracias, algo que practicamos muy poco y que siempre se
convierte en un bálsamo”.
“Hoy en día para
mostrar afecto, consideración, regalamos obsequios materiales, pero son los
obsequios inmateriales los que más valor tienen. Si la familia regala tiempo,
respeto y gratitud fortalecerá los pilares, la base, para prevalecer y no
disgregarse”.
“Afirma Elizabeth
Lukas, psicóloga clínica y especialista en logoterapia, que las personas con
buenos vínculos familiares desarrollan y mantienen una actitud más positiva
frente a la vida. La Logoterapia se centra en el significado y sentido de la
existencia humana. La Logoterapia ayuda a humanizar y personalizar al ser
humano, cada uno es artífice de su destino.
Es una actitud ante la vida caracterizada por el protagonismo, por la
elección de un proyecto de vida, y la esperanza”.
“Todos vamos
estresados, corriendo a todas horas, no tenemos tiempo. Hay que saber parar un
poco para atender al otro. Regalar tiempo es regalar parte de uno mismo. Cuando
un hijo reclama tu atención hay que dejarlo todo, sentarse con él, mirarle, escucharle,
acompañarle, orientarle, jugar, y ya seguirás luego con lo que andabas
haciendo”.
“En la
familia hay que practicar el respeto mutuo, tanto al que
molesta como al molestado. En la vida
no cuenta lo que es fácil o
difícil de hacer, sino lo que está
o no provisto de sentido.
Todo ser humano tiene un valor
incondicional, merece nuestro rotundo respeto.
Obsequiémonos a nosotros mismos con el respeto,
estima y atención que nos corresponde. Si lo
hacemos jamás seremos víctimas”.
“Cuando expresamos, ofrecemos
gratitud, uno se siente enriquecido y el otro, afirmado en lo suyo. La gratitud
puede sanar viejas cicatrices”.
“Hay que saber perdonar, reconocer
en el otro lo que tenga de rescatable y sano, aunque resulte muy difícil cuando
el otro no muestra arrepentimiento. Pero
es una vía para desenmarañar nudos y enredos, para lograr equilibrio y paz. Permanecer
en la causa, en el error del otro, en el rencor generado, en el pasado nos
lastima, nos convierte en estatua de sal”.
“Estamos llamados a hacer lo que más
ético y sentido tenga, esa es la clave del perdón. El ojo por ojo no funciona.
El mayor bien de la familia es estar por encima de las necesidades
individuales, buscar un fin, poner la atención en lo que quiero, en el para qué
y actuar en consecuencia. Sin confianza ni esperanza no hay manera de que las
cosas salgan bien”.
“A veces en las familias impera la
ley del gallinero. Unos a otros se critican, reprochan, juzgan, insultan,
gritan. No podemos esperar a que el otro ceda, a que dé ese primer paso. De
nosotros depende dejar de provocar, actuar, sin tomar en cuenta lo que el otro
haga, si lo que prioriza es concluir la enemistad y vivir en armonía”.
“Yo os propondría realizar una reunión familiar una
vez al mes. En primer lugar que todos expongan y manifiesten sus quejas con libertad
y sin que ninguno salte, conteste o responda. Solamente nos escuchamos unos a
otros. En segundo lugar analizamos la cuenta de ahorro de la relación familiar.
Nadie impone, ni pide nada, vamos a ofrecer, a aportar. Cada uno que diga que
está dispuesto a hacer y que lo cumpla. Y por último todos dicen qué muestra de
cariño y obsequio van a ofrecer al resto diariamente”.
“Señala
Viktor Frankl, neurólogo y psiquiatra austríaco, fundador de la logoterapia,
que el ser humano tiene la capacidad de encontrar un significado, un sentido a
cualquier circunstancia de la vida, aun en aquellos momentos más absurdos y
dolorosos. Toda persona necesita encontrar un sentido a su vida. Nuestra
primera maestra es la familia. La familia es un agente socializador excelente
que nos permite la búsqueda y la realización posterior de ese sentido de vida
personal, único”.
“Para
lograr que la familia transmita el amor, la posibilidad de realización, la
consideración de los valores, la enseñanza de la libertad y la responsabilidad
y el sentido comunitario ésta debe fundamentarse en que cada miembro conserve
su identidad y peculiaridad, pero superando el individualismo, sustentándose en
un compromiso de duración, permanencia y sentido comunitario”.
"Viktor
Frankl habla del concepto de familia como
unidad creadora de proyectos y valores. Una unidad basada en el amor pero que
debe considerar la posibilidad de comunicación efectiva y afectiva entre sus
miembros, equilibrar la armonía entre la autoridad y la libertad de sus
hijos, promover la reflexión sobre los valores y el sentido de la vida y
no olvidar la integración psicológica y social”.
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