Enrique se instala en una casa familiar en La Cañada, un pueblo de Teruel, para alejarse del ritmo de la vida en la ciudad, montar un huerto colaborativo y olvidar a su exnovia. Hace yoga en el corral por las mañanas, busca quinoa en la tienda, intenta encontrar cobertura en las eras para alimentar su Instagram y monta un taller sobre nuevas masculinidades.
Daniel Gascón nos da la oportunidad de disfrutar de una historia de aventuras y un retrato irónico del choque de la sensibilidad urbana y la visión rural. Nos descubre un microcosmos que refleja los debates centrales de la actualidad con una perspectiva reveladora.
El libro resulta muy entretenido, revelador, irreverente. En algunos momentos tan irónico y crítico, tan real, que solté alguna que otra carcajada porque cerraba los ojos y allí estaba junto a Enrique y los vecinos del pueblo.
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