Mañana, 8 de marzo, se celebra el Día
Internacional de la Mujer. He llegado a dudar si escribir o no sobre el tema,
porque llevo una semana leyendo y escuchando comentarios más cercanos al
enfrentamiento y la descalificación, que a la unidad de criterios y propósitos
en busca de conseguir lo que todos deberíamos perseguir. Una sociedad más
igualitaria, más justa, donde la igualdad en derechos y oportunidades sea real
y efectiva, donde mujeres y hombres caminen en la misma dirección, convivan,
sin que ninguna de las partes tenga más privilegios por su género.
No sé qué acontecerá mañana pero desde
luego esta semana campa a sus anchas el desquicie general. Todo está
mediatizado, magnificado y desproporcionado, ni rastro de sentido común. Estoy
de acuerdo con lo que publicaba anoche una amiga por redes sociales, “los
partidos políticos españoles de todos los bandos están utilizando, como lobos
hambrientos, esta fecha para sus fines partidistas”.
Yo solo deseo que mañana la ciudadanía
decida participar o no en una u otra manifestación, concentración, acto o huelga
lo haga desde el respeto, con la convicción de que desde el enganche, el
insulto, la confrontación y el ‘tú más’ nada se consigue.
“Pensemos en igualdad, construyamos
con inteligencia, innovemos para el cambio” es el lema del Día Internacional de
la Mujer 2019.
Pues eso mismo propongo yo, que
pensemos de una vez, todos a una, haciendo piña, en qué estamos fallando en
España para que la ‘Ley de conciliación de la vida familiar y laboral’, la ‘Ley
orgánica para la igualdad efectiva de mujeres y hombres’, la ‘Ley orgánica de
medidas de protección integral contra la violencia de género’ y ‘La Ley sobre
medidas para incorporar la valoración del impacto de género en las
disposiciones normativas que elabore el gobierno’ no se estén aplicando y
cumpliendo de forma real y efectiva.
Para cambiar la realidad que vivimos,
para que las mujeres dejen de tener menos posibilidades de ser contratadas con
la misma formación y estudios que un hombre, para que dejen de cobrar menos
realizando el mismo trabajo, para que tengan menores tasas de parcialidad y
temporalidad, para que no se vean obligadas a abandonar el trabajo al
convertirse en madres, u optar en mayor proporción por las jornadas reducidas,
o a renunciar a puestos de dirección para compaginar el trabajo con el cuidado
a la familia las leyes antes mencionadas, y probablemente otras, habría que
cumplirlas a rajatabla.
Tenemos que educar en igualdad,
equidad y responsabilidad. Hay que abrir mentalidades, potenciar nuevos modelos
de masculinidad, eliminar roles de género, estereotipos y micromachismos. Si el
objetivo es beneficiar a la humanidad en su conjunto, la mujer tiene que estar
a la misma altura que el hombre, ni por encima ni por debajo, en derechos,
oportunidades y deberes. Y para llegar a esto no queda otra que
elegir el camino de la coherencia, el respeto, la suma, el acuerdo, el
consenso, la escucha activa, la resiliencia y la empatía.
Muchas veces nos preguntamos por qué
las empresas prefieren contratar a un hombre antes que a una mujer. O por qué
cuando esta anuncia que está embaraza ¡qué casualidad! resulta que no tocaba
renovarle el contrato. Propongo empezar a poner lo siguiente en práctica, a ver
qué sucede.
Desde mañana que sean los hombres los
que pidan permiso en el trabajo para llevar a sus hijos al pediatra, o para
acudir a hablar con el tutor de los niños, o para quedarse en casa porque su
hijo está enfermo y no tiene con quien dejarlo. Que pidan también permiso o
reducción de horas para atender a sus padres, ya mayores, o a familiares
hospitalizados, o con enfermedades graves, o dependientes.
Propongo que cuando se cumpla la baja
de maternidad y el permiso de paternidad sean ellos quienes renuncien a seguir
trabajando, y se queden en casa con los niños. O que tomen esa decisión, dejar
de trabajar, para que su pareja sí pueda optar a ascender en su empresa. Desde
mañana que todos los hombres cuando lleguen a casa dediquen exactamente las
mismas horas, ni una más ni una menos, a comprar, cocinar, limpiar, planchar, a
sentarse con los niños a hacer los deberes, bañarles, acostarles etc. Si ellas
pueden con todo, teniendo la misma jornada laboral, la misma presión, exigencia
y estrés en el trabajo, por qué no ellos. Hagamos un cambio de papeles, a ver
cómo funciona la cosa.
Igual que mañana tendré muy presente a
los grandes hitos que dieron un vuelco a la historia de la igualdad de
derechos, que abrieron la puerta a las demás, que consiguieron cambiar las cosas
dejando huella con sus actos, todos los días pienso en las mujeres que
literalmente se están jugando la vida en muchos países, por conseguir las
libertades que hoy damos por sentadas.
Cuántas mujeres siguen sin derecho al
voto, a la educación, al trabajo, a un trato legal igualitario. Cuántas siguen
supeditadas al permiso paterno o del marido para acciones tan simples y cotidianas
como trabajar a cambio de un salario, abrir una cuenta corriente, sacarse el
carné de conducir, disponer de sus bienes, emanciparse etc. Cuántas mujeres son
vendidas, explotadas sexualmente, obligadas a casarse todavía siendo niñas, repudiadas
por sus maridos sin derecho alguno sobre sus hijos, sometidas a la ablación, y al
uso de la violación como estrategia militar para degradar y derrotar a toda una
comunidad…
A ver si se deja de tergiversar y de
confundir con lo que significa machismo y feminismo. Búsquenlo en el
diccionario. Dejemos también, dentro del feminismo, de dividir, de radicalizar,
de generar posturas ultra, de llegar a los extremismos, porque esa actitud, esas acciones, no aportan
nada bueno. Que ya nos lo ha demostrado la historia cientos de veces, ‘divide y
vencerás’. Conseguir derechos, credibilidad, imagen, posicionamiento, prestigio
y reconocimiento cuesta mucho, perderlos
muy poco.
Me da mucha pena, me inquieta y preocupa,
he sido testigo y los he oído en charlas a adolescentes, que algunos chiquillos
crean que “el feminismo es cosa de unas cuantas histéricas que aborrecen y odian
a los hombres”. Y que las nenas asuman que hay que dejarse hacer y cambiar en
cuanto le pidan para contentar al novio.
Hombres y mujeres tienen los mismos
derechos, tenemos que ser iguales, no se pueden convertir en eternos rivales,
en enemigos. Ambos tienen derecho a crecer, a mejorar, progresar, a alcanzar
las metas que se propongan, a convertir
en realidad sus sueños, a vivir libres y felices. A dejar de ser víctimas o
verdugos.
Por fin alguien que pone un poco de cordura y sensatez a esta semana de exaltación del feminismo, la igualdad es algo que debería desarrollarse durante todo el año. Al igual que los buenos propósitos, no deben ser validos únicamente en Navidad.
ResponderEliminarDespués de oír ciertos comentarios en la radio por parte de alguna feminista radicalizada; que daba la sensación de que hombres y mujeres éramos dos especies incompatibles y enemigas, y que después de una lucha fraticida, sólo una de ellas podía vivir en el planeta Tierra. Me alegra oír hablar de igualdad, simplemente porque todos somos personas y sin ira en el corazón.
Creo que no sólo es una cuestión de legislar hasta la saciedad, o cuestión de cuotas o mínimos, si no de educar y concienciar en la igualdad, principalmente a la gente más joven y por tanto más permeable al cambio y a crecer y desarrollarse en un discurso más tolerante e igualitario.
No creo que sea cuestión de cambiar los roles por un día, ya se que es una forma de hablar o un simple ejemplo, si no cambiar la mentalidad de los hombres para que se conciencien de que recoger la cocina, los hijos o hacer la cama donde duermen ambos, son tareas comunes y compartidas y no sólo de ellas. En relación a la situación de infravaloración de la mujer en países menos desarrollados, eso llevaría escribir un libro, o un simposio internacional...creo que el cambio para una igualdad efectiva deben realizarlo hombres (más) y mujeres, es terrible seguir oyendo a mujeres mayores, comentarios tipo: "Pero vas a dejar que tú marido recoja la mesa
En fin, mi más sincera enhorabuena, Delfina, por tu aportación de sensatez a un tema que la mayoría de las mujeres y hombres tienen clara su postura y sólo unos pocos descerebrados (de ambos sexos), radicalizan sus postulados y crean eenfrentamientos innecesarios.
Muchas gracias por tu comentario.
ResponderEliminarBien dicho. Y ahora reflexiona quienes quieren dividir a hombres y mujeres. Porque casualmente siempre son los mismos. Y reflexionar también donde va destinado el presupuesto para defender a las mujeres y de que forma se gasta. Porque también da la casualidad que siempre va a los mismos.
ResponderEliminarHombres y mujeres UNIDOS y con los mismos derechos y obligaciones tal y como recoge nuestra Constitución Española.
Muchas gracias por tu comentario.
ResponderEliminar