Hoy 20 de marzo,
Día Internacional de la Felicidad, me parece acertado compartir parte de lo que
escuché en la conferencia a la que asistí hace unos días, ‘El arte de amargarse
la vida’. Impartida por Salvador Vizcaíno, orientador familiar. Organizada por
Voces Amigas de Esperanza Yecla, Voades.
Salvador Vizcaíno nos
hizo reflexionar y reír a carcajadas con ejemplos de situaciones a las que
todos nos hemos enfrentado alguna vez. Somos expertos en inventar, deformar,
desfigurar, distorsionar y magnificar la realidad. Nos demostró con qué
facilidad nuestra mente, nuestras emociones, nuestra actitud, son capaces de hacernos
sufrir prácticamente por nada. Nos recomendó fomentar y practicar el sentido
del humor. Porque el humor agudiza el ingenio, relativiza y desdramatiza todo.
“La salud emocional repercute en la salud
física”.
“De qué sirve
tenerlo todo en la vida si carecemos de salud emocional. Si nos pasamos
rabiando veinticuatro horas al día”.
“Tenemos tendencia
a juzgarlo todo por sus aspectos más desfavorables. Si nos descuidamos, somos
una fuente inagotable de amargura”.
“Por qué sufrimos
con tanta facilidad. Se nos escapa la vida. Vivimos en cárceles que nos privan
de libertad y felicidad. Por qué repetimos conductas, costumbres, hábitos que
nos hicieron y nos hacen sentirnos mal”.
“Todo contratiempo
nos altera y obsesiona, nos dificulta buscar la salida. Al centrarnos en la
parte negativa en vez de en la oportunidad que se nos brinda, almacenamos un
sufrimiento inútil que nos agota”.
“Parece que el
universo se confabula contra nosotros. Por supuesto que hay situaciones límite
que producen mucho sufrimiento. Otra cosa es encerrarse en el sufrimiento
inútil, ahogarse, no encontrar la salida, la solución”.
“Nos complicamos la
vida mucho, demasiado. Repetimos periódicamente conductas negativas sin importarnos
lo inadecuadas y perjudiciales que son”.
“Vemos los
problemas como inevitables, causados por el destino y la mala suerte. En
realidad podemos evitar mucho sufrimiento, depende de cada uno de nosotros”.
¿Por qué nos
preocupamos? Un 40% por cosas que nunca van a ocurrir. Las imaginamos por la
ansiedad que tenemos. Un 30% giran en torno a situaciones, consecuencias del
pasado que ya no se pueden cambiar ni alterar. El pasado es irreversible, ese
devaneo en la cabeza no sirve para nada. Un 10% por pensamientos sobre la salud
y el estado de ánimo. Un 8% por problemas reales, diarios”.
“Vivimos en una
sociedad muy neurotizada. Las personas sufrimos más por lo que imaginamos que
puede acontecer, que por lo que realmente nos sucede. Ni pasado, ni futuro. Tenemos
que centrarnos en el presente, este sí lo podemos modelar para vivir más
felices”.
“No hay que perder
la facultar de pensar, de reflexionar. Tenemos muchos miedos. Inventamos, deformamos,
dramatizamos, desfiguramos nuestros pensamientos frente a la realidad.
Magnificamos y distorsionamos”.
“La mayoría de la
veces nada es tan terrible. No es lo que nos sucede lo que nos amarga sino la
interpretación, la lectura que le damos, cómo lo procesamos en nuestro
pensamiento. Ante el mismo acontecimiento una y otra persona tenemos distinta
lectura”.
“Sufrimos por
montarnos una película sin habernos sucedido nada y amargamos a todo bicho
viviente”.
“Vives según sientes
y sientes según piensas. Somos aquello que creemos que somos. Somos lo que
pensamos”.
“Os suena eso de:
Pepe me pone enferma, de los nervios, no lo soporto. No es Pepe, soy yo quien
se pone de los nervios. Las ideas que tengo sobre Pepe me irritan. Todo depende
del diálogo interno en mi cabeza, de cómo interpreto”.
“Nada tiene
significado sino el que tu le des a través de tus pensamientos y diálogo interno.
El infierno y la gloria están en el pensamiento”.
¿Qué pensamientos
siembras en tú cabeza? Respóndete. Qué cosecharás.
“Todos podemos
cambiar, todos. Dejar de ser un torbellino emocional depende de cada uno de
nosotros. Transforma tu forma de pensar, tu diálogo interno. Y si por ti mismo
no puedes pide ayuda profesional porque está en riesgo tú felicidad”.
“Te levantas, te
miras al espejo, y se cuela un pensamiento que te perturba. Pues, retíralo.
Sustituye esa creencia irracional por otra nueva, significativa. Esto cuesta
trabajo pero con repetición se consigue. Un pensamiento positivo ayuda a
encauzar lo negativo de forma positiva”.
“Aprende a
despreocuparte. No te adelantes, no sufras antes de que suceda. Si vives con
miedo al mañana, eliminas el presente. La preocupación produce pesimismo y este
malestar físico. No te preocupes por aquello que escapa de tus manos, por lo
que no puedes controlar. En vez de preocuparte, ocúpate”.
“Fomenta el sentido
del humor. El humor nos pone en el camino de la curación, siempre nos ayuda,
así relativizas todo. Agudiza el ingenio, te defiende del pesimismo,
desdramatizas”.
“Haz tu camino más
feliz, más transitable. Hay que gozar plenamente de la vida, para eso estamos
aquí”.
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