Sorprende
y molesta bastante descubrir que en materia de igualdad de género no navegamos
todos con el mismo rumbo. Mientras unos impulsan y desarrollan actividades y
proyectos para sensibilizar y reeducar a la población desde la infancia en
materia de igualdad, a otros todo esto les resbala e importa un comino. No
están por la labor de implicarse para erradicar los roles sexistas que
arrastramos desde hace siglos, y que entre otras cosas provocan maltrato y
muerte dentro de la unidad familiar.
Gráfico
ejemplo de cuanto comento ha salido a la luz hace unos días. Resulta que en el colegio
Juan Carlos II de Alcorcón, en actividades extraescolares las niñas asisten a
talleres de ganchillo y visitan comedores sociales, y a los niños les llevan a
conocer el estadio Santiago Bernabéu. Sí, sí han leído bien. No se trata de
ninguna broma.
Tras
contrastar que el director del centro ya fue sancionado por comparar la ley
madrileña contra la LGTBifobia con el fanatismo terrorista, y que a la vuelta
de las vacaciones de Semana Santa la Consejería de Educación de Madrid enviará
inspectores para comprobar si las
actividades extraescolares se ajustan a la normativa, me surge la inevitable
pregunta.
Y los padres, ¿qué opinan de todo esto? Están
conformes, comulgan con dichas directrices, consienten, miran hacia otro lado,
no les preocupa y altera lo que con dichos talleres se inculca y promueve a sus
hijas e hijos. Se supone que cuando eligieron o les asignaron ese centro se
informaron, preguntaron, analizaron, compararon. Conocían de sobra su sistema o modo
educativo. Entonces…
Entonces resulta que en nuestra sociedad hay mucha
falsedad e hipocresía, pero a límites escandalosos y bastante perjudiciales. Y
claro alguno me podrá decir que todo padre tiene derecho a educar y criar a sus
hijos como le plazca. Pero resulta que esos niños, esos adolescentes, no viven en
una burbuja y acabarán mezclándose con el resto. Y el resto que sí se está
educando en igualdad y en valores que benefician a la mayoría, no tendrían por
qué padecer ni pagar por los errores o carencias que con otros hayan cometido.
Dice el artículo 10 de nuestra Constitución que “la
dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son inherentes, el
libre desarrollo de la personalidad, el respeto a la ley y a los derechos de
los demás son fundamento del orden político y de la paz social”.
Pues por el respeto a “los derechos de los demás y a
la paz social” cuando alguien erra educando no debería irse de rositas. A lo
mejor a los talleres de igualdad de género tendrían que empezar a asistir por
decreto muchos padres.
Y no lo digo por los padres del colegio Juan Carlos II de Alcorcón. Por favor
que no se sientan especialmente criticados o atacados por mí, hablo en general.
Porque me apena mucho saber que en mi ciudad, algunas madres se quejaron recientemente
a la dirección de los colegios de sus hijos por los talleres de igualdad impartidos.
Dichas madres, al parecer, consideran que inculcar en sus niños varones la corresponsabilidad
en las tareas del hogar es abrir las puertas hacia una posible homosexualidad.
Visto
lo visto propongo talleres de igualdad y de sexualidad para adultos.
Probablemente más de una criatura nos podría dar una buena lección en la
materia.
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